Ahmed no era un delincuente profesional. En el mejor de los casos era un delincuente amateur. Si hubiera sido un profesional no le hubiera trincado la policía y yo no os estaría contando ahora su historia.
Como su propio nombre indica, Ahmed era inmigrante ilegal que sobrevivía desde que había llegado de Tetuán hacía un par de años chuleando a una novia española que se había echado y levantándole cámaras a los turistas en la Plaza Mayor, con la suficiente fortuna como para que la madera no le hubiera trincado hasta ese momento.
Aquella noche, Ahmed acababa de salir de pasar 24 agradables horas en la comisaría de Leganitos por un molesto procedimiento de extranjería y se marchaba tranquilamente hacía Atocha con una flamante y nueva orden de expulsión del territorio nacional en el bolsillo, cuando se dio cuenta que no tenía dinero ni para coger el cercanías hasta Fuenlabrada. Ahmed hizo lo que según la policía hacía en esas circunstancias: Seguir a una chavala desprevenida hasta un portal, pegarle un empujón, amenazarle, y salir corriendo con el bolso de la chica como alma que lleva el diablo.
Desgraciadamente -para él-, Ahmed tuvo la mala suerte que a la vuelta de la esquina estuviera patrullando un Zeta de la Policia Nacional y acabó otra vez en Leganitos.
No quiero aburriros con los pormenores del caso –Prisión provisional, recurso, nanay, Juicio oral, condena a dos años y medio, sustitución de la condena por expulsión del territorio nacional, apelación, nanay, adiós Ahmed, mándame una postal cuando llegues a Sania Ramel.- pero si haceros ver que a este señor le cascaron dos años y medio de trena –Módulos, celdas de 3×2, patios de 10×10- por un ingente botín de botín de 15 euros y un abono transporte.
En su día me pareció una pena tan absolutamente desproporcionada que protesté –en realidad ya lo hice cuando me lo enviaron a prisión provisional-, a lo que Sus señorías me contestaron que 1.- Violencia 2.- peligrosidad y 3.- alarma social.
¡Un poco de historia! En los ochenta, el caballo cabalgaba libre por nuestras ciudades jodiéndole de verdad la vida a una generación entera de chavales que abrazaron encantados el lifestyle glorificado por José Antonio de la Loma y Eloy de la Iglesia.
La solución legislativa y penitenciaria al problema de los atracos fue aumentar de una manera tan brutal las penas relacionadas con los robos con violencia que el riesgo de enfrentarse a muchos años de cárcel sobrepasaba los beneficios de pegar un palo. Mal que nos pese, la idea funcionó y el número de atracos descendió (Vale, si, los quinquis también empezaron a palmar como ratas debido a las sobredosis y al SIDA, pero esa es otra historia), pero quedó en nuestro acervo jurídico esa severidad a la hora de castigar al atracador que seguimos manteniendo.
Hace unos días me pasaron una noticia que explicaba que un pobre diablo había sido condenado a dos años de cárcel por robar cinco euros de su banco tras descubir que su cuenta corriente –con sus últimos ahorros- había quedado en números rojos debido a unas abusivas comisiones bancarias. Me leo la noticia con calma y veo que el tipo amenazó a los empleados de la sucursal en medio de un -en mi opinión comprensible- ataque de rabia. En realidad, todo huele que apesta a pacto con el fiscal la pena mínima, dos años, primer delito, queda suspendida, pero con condenado y así tenemos el bonito titular. 1.- Violencia 2.- peligrosidad y 3.- alarma social ¡Que es un banco!
Todo esto quedaría en otro rant más o menos malhumorado, sino fuera porque el otro día, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial tuvo la desfachatez de (Y lo dijo sin reírse en la cara de todos los presentes) afirmar que Nuestro sistema legal está pensado para el robagallinas y no para los grandes defraudadores.
…
¡Pues haga algo, señor Lesmes, que ustedes pueden! porque a mí, me parece mucho más peligroso y me causa bastante más alarma un tipo que nos roba a todos los que aportamos al estado muchos millones de euros que un robagallinas que le levanta a una pobre chavala 15 euros y un abono transportes, y sin embargo, me temo que esos no van a pisar el maco.