El Milagro.

Permitidme, señores, que os refiera al asombroso milagro acontecido en la Villa y Corte de Madrid el 24 de noviembre del año del señor de dos mil catorce.

“Era una noche de invierno, noche cruda y tenebrosa, noche sombría, espantosa, noche atroz, noche de infierno…” (Una guardia cualquiera de Procedimiento abreviado en Madrid Capital, de esas que duran desde el viernes hasta el domingo y que te dejan hecho un higo)

Dos figuras taciturnas, aguardaban emboscadas en las sombras de unos soportales que se apagasen las luces de una casa en la que pretendían colarse para desvalijarla, sin saber que sus actividades habían despertado el interés del grupo de investigación de delitos patrimoniales de la Guardia Civil que llevaban siguiéndoles de cerca quince días, y que esperaban que empezasen el escalo para pillarles con las manos en la masa.

En el momento de ser detenidos nuestros dos protagonistas albaneses trataban de colarse por la ventana de un tercer piso, escalando por las rejas de los locales. -Quizás no fue muy inteligente que uno de ellos llevase al cuello una cruz de Caravaca –proviniente de otra de sus aventuras nocturnas- de medio kilo al cuello –más si tenemos en cuenta que el legítimo propietario había tenido la feliz ocurrencia de grabar una dedicatoria en la parte posterior de la misma-.

Naturalmente, los amigos de verde prepararon un bonito dossier fotográfico de las peripecias de los ladronesque no pretendían vender al ¡Hola! Y que el Juez y el Fiscal encontraron de lo más interesante.

En la Vistilla de detenidos el pescado estaba todo vendido, y en menos de un cuarto de hora, los dos chavales estaban camino de Meco y yo, como abogado estaba ya preparando mentalmente el recurso que pretendía dejar presentado antes de los tres días del plazo.

Y he aquí que durante la noche sucedió un hecho maravilloso, asombroso, sin duda milagroso, que pasará a los anales de la historia jurídica como un hecho sin precedentes y que probablemente no se repita en muchos, muchos años.

EL juez reformo el auto de prisión. De oficio. Sin necesidad de presentar el recurso de reforma, sin llorar, sin sobornar a nadie. Él solito.

Que si, que ocurre. Mirad aquí está la prueba.

 auto

Lo primero que he hecho es llamar al obispado para dar cuenta al señor obispo del magno milagro, a lo que me han contestado «niño, deja ya de joder».

Después he llamado al juzgado para comprobar que el juez no se hubiera equivocado de procedimiento, que no hubiera sufrido algún tipo de enajenación o que hubiera pasado más tiempo del acostumbrado desayunando en el bar, pero esta tarde he recibido la llamada de un par de pajaros en libertad tremendamente agradecidos y asombrados por mi pericia como abogado defensor.

Así de bueno soy.

Robagallinas

Ahmed no era un delincuente profesional. En el mejor de los casos era un delincuente amateur. Si hubiera sido un profesional no le hubiera trincado la policía y yo no os estaría contando ahora su historia.

Como su propio nombre indica, Ahmed era inmigrante ilegal que sobrevivía desde que había llegado de Tetuán hacía un par de años chuleando a una novia española que se había echado y levantándole cámaras a los turistas en la Plaza Mayor, con la suficiente fortuna como para que la madera no le hubiera trincado hasta ese momento.

Aquella noche, Ahmed acababa de salir de pasar 24 agradables horas en la comisaría de Leganitos por un molesto procedimiento de extranjería y se marchaba tranquilamente hacía Atocha con una flamante y nueva orden de expulsión del territorio nacional en el bolsillo, cuando se dio cuenta que no tenía dinero ni para coger el cercanías hasta Fuenlabrada. Ahmed hizo lo que según la policía hacía en esas circunstancias: Seguir a una chavala desprevenida hasta un portal, pegarle un empujón, amenazarle, y salir corriendo con el bolso de la chica como alma que lleva el diablo.

Desgraciadamente -para él-, Ahmed tuvo la mala suerte que a la vuelta de la esquina estuviera patrullando un Zeta de la Policia Nacional y acabó otra vez en Leganitos.

No quiero aburriros con los pormenores del caso –Prisión provisional, recurso, nanay, Juicio oral, condena a dos años y medio, sustitución de la condena por expulsión del territorio nacional, apelación, nanay, adiós Ahmed, mándame una postal cuando llegues a Sania Ramel.- pero si haceros ver que a este señor le cascaron dos años y medio de trena –Módulos, celdas de 3×2, patios de 10×10- por un ingente botín de botín de 15 euros y un abono transporte.

En su día me pareció una pena tan absolutamente desproporcionada que protesté –en realidad ya lo hice cuando me lo enviaron a prisión provisional-, a lo que Sus señorías me contestaron que 1.- Violencia 2.- peligrosidad y 3.- alarma social.

¡Un poco de historia! En los ochenta, el caballo cabalgaba libre por nuestras ciudades jodiéndole de verdad la vida a una generación entera de chavales que abrazaron encantados el lifestyle glorificado por José Antonio de la Loma y Eloy de la Iglesia.

La solución legislativa y penitenciaria al problema de los atracos fue aumentar de una manera tan brutal las penas relacionadas con los robos con violencia que el riesgo de enfrentarse a muchos años de cárcel sobrepasaba los beneficios de pegar un palo. Mal que nos pese, la idea funcionó y el número de atracos descendió (Vale, si, los quinquis también empezaron a palmar como ratas debido a las sobredosis y al SIDA, pero esa es otra historia), pero quedó en nuestro acervo jurídico esa severidad a la hora de castigar al atracador que seguimos manteniendo.

Hace unos días me pasaron una noticia que explicaba que un pobre diablo había sido condenado a dos años de cárcel por robar cinco euros de su banco tras descubir que su cuenta corriente –con sus últimos ahorros- había quedado en números rojos debido a unas abusivas comisiones bancarias. Me leo la noticia con calma y veo que el tipo amenazó a los empleados de la sucursal en medio de un -en mi opinión comprensible- ataque de rabia. En realidad, todo huele que apesta a pacto con el fiscal la pena mínima, dos años, primer delito, queda suspendida, pero con condenado y así tenemos el bonito titular. 1.- Violencia 2.- peligrosidad y 3.- alarma social ¡Que es un banco!

 Todo esto quedaría en otro rant más o menos malhumorado, sino fuera porque el otro día, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial tuvo la desfachatez de (Y lo dijo sin reírse en la cara de todos los presentes) afirmar que Nuestro sistema legal está pensado para el robagallinas y no para los grandes defraudadores.

¡Pues haga algo, señor Lesmes, que ustedes pueden! porque a mí, me parece mucho más peligroso y me causa bastante más alarma un tipo que nos roba a todos los que aportamos al estado muchos millones de euros que un robagallinas que le levanta a una pobre chavala 15 euros y un abono transportes, y sin embargo, me temo que esos no van a pisar el maco.

El extraño caso del autobusero, el tigre y la señorita.

Atención: Este es uno de esos posts que sonaban mucho mejor en mi cabeza antes de empezar a escribirlo, pero ya sabéis, «In for a penny, in for a pound». En él pretendo escribir mucho la palabra follar, que algunos consideran soez, pero a mí me parece que tiene una sonoridad muy divertida, y como sigo teniendo doce años mentales, la repito todo lo que puedo.

Vamos allá.

 Leo con estupor que hay en España varios grupos animalistas que quieren que se prohíba por ley el tener sexo con animales. No tengo muy claro si es una noticia de verdad o una de esas cosas que de vez en cuando hace «El Mundo» para que se hable de ellos en Twitter, pero  me da una excusa perfecta para hilvanar un post sobre sexo, consentimiento, moral y derecho.

Decía que lo leo con estupor, pero no porque la gente quiera follar con animales porque, seamos serios, eso, a estas alturas de la película, eso, no soprende a nadie, sino porque en el reportaje describen auténticas redes de prostitución animal, lo que yo estaba convencido que sólo pasaba en zonas asoladas por la guerra realmente muy jodidas.

https://www.youtube.com/watch?v=GEEhvx4VfAs

El caso es que el arículo me lleva a la siguiente reflexión. En España follar con animales –de momento es legal; lo cual tiene bastante sentido porque a fin de cuentas nuestro ordenamiento jurídico no les reconoce a los animales capacidad de prestar o negar consentimiento -ni de ser sujeto pasivo de derechos, ya que estamos-.

En Inglaterra también es legal; aunque como vamos a comprobar, nos llevan años de ventaja: Un señor, conductor de autobús, galés para más señas fue detenido y encausado, acusado de posesión de pornografía extrema.

Los británicos, con su extrañísima concepción de la moralidad tienen tipificado un delito de posesión de pornografía extrema, que es una especie de cajón de sastre en la que el juez de turno puede meter todo aquello que no le gusta –o supongo, le gusta demasiado– desde BDSM (me chivan que kink.com es inaccesible desde Reino Unido, aunque reconozco que no he podido comprobarlo) a cualquier tipo de práctica sexual pueda poner en peligro la vida del participante, o que simplemente conseidere aberrante.

El caso del señor Holland es todavía más Kafkiano porque fue acusado por la policía de la posesión de un video pornográfico que le había pasado un conocido –y yo me pregunto como se enteró la policía que el señor Holland tenía este video- en el que se veía a un tigre manteniendo relaciones sexuales con una señorita – Sólo que luego -después de un arresto, una fianza y la imagen pública del señor Holland destrozada- se comprobó que no era un tigre de verdad sino un tipo disfrazado como Tony, el tigre mascota de los Frostys de Kellogs (Me lo imagino en el calabozo golpeando los barrotes de la celda con una taza metálica y llamando al alguacil)

Parte de mi, piensa que cualquier cosa que les pase a un Furry se lo tiene merecido.

 Lo que me ha llamado la atención de ese caso es que, al leer las características del tipo legal, los británicos no se meten en lo que hagas en el dormitorio -o la cuadra, vaya-, porque follarse animales tampoco es ilegal en el Reíno Unido. Lo que es ilegal es tener videos de Pornografía extrema –aunque el poseedor no haya participado en el acto sexual, grabación o distribución del video-

La simple posesión. ¡¿Qué locura, verdad?! Eso no podría pasar jamás en nuestro país. (Seguid conmigo; el viaje está a punto de terminar).

 Ejem.

España pone la Edad de Consentimiento Legal para mantener relaciones sexuales en los trece años. Y parece que va a seguir así a pesar de las múltiples amenazas de los cristofrikis del Partido Popular en pasarlo a los quince y hasta los dieciséis años. El Código Penal establece que las relaciones sexuales –del tipo que sean, ya hablaremos otro día de su gradación- con menores de trece años siempre se reputarán como abusos –o agresiones- sexuales, lo que implica que a partir de los trece años cualquiera puede prestar libremente su consentimiento para mantenter relaciones sexuales.

Sin embargo, -y aquí es donde nos volvemos un poco británicos- en España es delito la simple posesión de pornogrografía en la que aparezcan menores de 18 años. (aunque hayan prestado libremente su consentimiento para realizar todos los actos grabados).

– ¿Entonces?

– No, No puedes grabarlo en video.

 

Kick off those Sunday shoes

Chistes sobre «Footlose». En 2014. Ese es el nivel de este blog, Lo siento.

He tenido que hacer un par de búsquedas en internet para asegurarme que no era algún tipo de broma, pero parece que no lo es. El resumen viene a ser que “El departamento de policía de St. George, en Utah, hace una redada en una fiesta de Halloween para asegurarse de que no hay baile”.

Suena ridículo pero no lo es; en 2014 todavía hay gente que considera el baile como algo indecente, inmoral e incluso, -ojo- pecaminoso: mormones.

Yo tampoco lo entiendo. Estoy seguro que hay mormones que son gente maja, moderna e incluso enrollados, como el predicador mormón aquel, que vacilaba a un imitador de Michael Jackson en Barcelona.

Pero parece que los mormomnes de St. George no lo son.

St. George es la capital del condado de Washington, en el estado de Utah, una ciudad de mediano tamaño (70.000 habitantes) que tiene el honor de ser el hogar del primer templo mormón construido en Utah por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y el primero en ser edificado en ese después que a los mormones les corrieran a gorrazos desde Nauvoo, Illinois, por un quítame allá ese Libro. Es decir, es una pequeña comunidad tremendamente conservadora regida por gente que en público dicen que no, pero en privado se casan con dos o tres jovencitas.

Hasta los políticos republicanos más conservadores han tenido que admitir con el paso de los años, que prohibir el baile porque si va en contra de los derechos constitucionales de sus ciudadanos, ya que es un ataque directo a la primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos (no la parte de la libertad religiosa, que también, sino la parte de la libertad de expresión).

Pero hecha la ley, hecha la trampa  y la Buena Gente de St. George aprobó en 2012 una ordenanza municipal que no es que prohibiera la celebración de bailes; es que exigía una atorización administrativa que debía ser solicitada con más de 30 días de anticipación a la celebración del baile.

«For special event applications for activities like outdoor dances and concerts, or activities seen beyond the normal and allowable scope of a business license and/or zoning, the City of St. George has made that application time at least 30 days before the activity takes place»

Como decía Montesquieu: «No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia».

Así, El caso concreto del “Fun Fiesta” de St. George queda reducido de un “los mormones prohíben el baile” a un “el dueño de la sala no ha solicitado correctamente la autorización para la celebración de una actividad para la que no tiene una licencia concreta” obviando que generalmente no se conceden este tipo de autorizaciónes en St. George.

Yo soy de los de la opinión que efectivamente, quizás nos hayamos pasado un poco de rosca con eso del twerking – o puede que mi incapacidad para hilvanar dos pasos de bailes seguidos sin resultar en un pogo sea la que hable- pero El juego de humo y espejos del derecho administrativo no debe distraernos de una cuestión fundamental: En ciertas partes de los EEUUA es necesario solicitar una autorización administrativa para celebrar un baile, mientras esgrimen su libertad religiosa para permitir a un sexagenario casarse con su segunda esposa adolescente porque así lo manda Dios.

Lo que os decía: un chiste de cinco minutos sobre «Footlose».