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Corruptos, Corruptores, y burbuja de la construcción: Más allá de la responsabilidad penal

Ayer desde Izquierda Unida de Majadahonda  organizamos un acto que se llamaba “Corruptos, corruptores y burbuja de la construcción”. Fue un acto muy interesante donde se habló de la burbuja de la construcción  de infraestructuras, la Gurtel en Majadahonda y la Querella a Bárcenas.

Durante el acto surgió una reflexión desde  una de las ponentes que me gustaría rescatar y tratar de ampliar:

¿Son solo corrupción ciertas actuaciones tipificadas en el código penal como el cohecho, la prevaricación, la apropiación indebida…?   Porque entonces ¿Cómo calificamos que un ayuntamiento en el espacio de dos o tres años genere 33 millones de € de déficit? ¿Cómo calificamos que un consejo de ministros se obceque una y otra vez en construir más y más kilometros de infraestructuras de transporte que los expertos nos dicen que no necesitamos? ¿O cómo calificamos los casos de “puerta giratoria” donde el responsable político que privatiza un servicio, termina siendo consejero de la empresa a la que se adjudica?.

Desde luego muchos de estos casos pueden esconder tras de sí alguno de los casos tipificados en el código penal que asociamos a corrupción, pero solo unos pocos responsables políticos  pueden  ser juzgados por estos, mientras que para cometer estas tropelías es necesarias más gente (Por lo menos la mayoría de un pleno o parlamento). Estamos por tanto ante lo que podríamos llamar una corrupción no delictiva, pero corrupción a fin de cuentas y es esta corrupción política la que es endémica en nuestro sistema.

Para intentar atajar esto podríamos crear infinidad de tipos penales nuevos, pero posiblemente no sería la solución, a menos que tipificáramos la inutilidad y el ceporrismo como delitos, entonces seguramente tendríamos las cárceles llenas. Fuera de bromas, el resultado sería saturar nuestros juzgados,  que se usaran los tribunales como arma arrojadiza en la lucha política y  a la larga estas práctica corruptas continuarían.

Si el problema es político, la solución debe ser política. Debemos de plantearnos fijar unas nuevas normas donde la transparencia , la participación, y los mecanismos de control democráticos, incluso de revocación de cargos, sean la piedra angular de las instituciones del nuevo régimen que queremos construir.   Todo lo demás generará, en el mejor de los casos, grandes gigantes con los pies de barro.

Por otro lado, lo mejor que podríamos hacer es empezar por nuestras propias casas, pero eso lo trataremos otro día…