#stopdesahucios , #stopredadas y la crisis de legitimidad del estado
Protego ergo obligo es el cogito ergo sum del estado, eso me contó Juan Carlos Monedero, profesor de teoría del estado cuando yo era un estudiante de Ciencias Políticas. Este pequeño juego de palabras, que da nombre a este blog, viene a reflejar la base de la legitimidad del estado:
Mientras la gente se sienta protegida, mientras la gente considere que el estado es una herramienta que aunque con sus defectos, sirve para garantizar su futuro y su bienestar, así como el de sus seres queridos, la gente obedecerá al estado.
Desde el año 2008, comienzo de la crisis, el estado está teniendo un problema para cumplir este lema; el estado está obligando mucho, y protegiendo muy poco. La población ve como el estado ha rescatado a los bancos, recortado los derechos de los trabajadores (reforma laboral y de la negociación colectiva), y recortado los derechos sociales (reforma de las pensiones). Al mismo tiempo que inyectaba millones de euros en la banca, ejecutaba desahucios de familias en las que todos sus integrantes se habían quedado sin empleo. En las calles y en los barrios, policías nacionales, que como buenos burócratas weberianos “sólo siguen órdenes” realizan redadas de inmigrantes no regularizados, porque ya no hace falta una mano de obra barata extranjera, porque para mano de obra barata ya tenemos la autóctona.
En este marco la desobediencia al estado y el adjetivo “antisistema” están perdiendo la carga peyorativa que tenían. Cada semana más desahucios se paran de forma pacífica por varias decenas de personas, ya van dos noches que los vecinos y vecinas de Lavapiés impiden las redadas de la policía y esto parece que solo va a más sin olvidar el gran acto de desobediencia civil colectiva que supuso la concentración en sol durante la jornada de reflexión
La situación es grave y no se debe ignorar, una crisis de legitimidad del estado no es buena para nadie, pero por primera vez en muchos años en este país no es a los desobedientes a los que se les echa la culpa, sino a los que exigen obediencia sin recordar que el contrato social va en dos direcciones “Protego ergo obligo”.