Soberanía según nuestra necesidad y según su capacidad
Este post es a raíz de dos tweets de unos compañeros twitteros y de izquierdas, este de @caninator y este de @sergiokman. Entre medias de estos dos, estaba este tweet mío.
En definitiva uno de mis compañeros defendía la soberanía nacional, otro por la descentralización municipal y yo no me pronunciaba anunciando este post, aunque dudaba en un tweet de la capacidad de las instituciones municipales de afrontar ciertas problemáticas y prometía el post que estáis leyendo.
Puestos ya en antecedentes, entramos en el tema, y es ¿Soberanía? ¿De qué tipo? ¿Y dónde? Y mi respuesta es absolutamente de gallego, soberanía depende. ¿Y de qué depende? Principalmente del ámbito geográfico en el que se circunscriba el asunto sobre el que es necesario decidir.
Lo primero es entender que la soberanía es el poder de decisión absoluto, es la capacidad de cumplir el fin de la política, “la articulación y definición de metas coletivas de obligado cumplimiento”.
Lo segundo es que me da un poco de repeculo el concepto de soberanía nacional
. Porque aunque estado y nación se han intentado usar como sinónimos, no lo son. Tal y como dice Ricardo Zuñiga (psicólogo social y gran amigo), la nación, como muchas otras identidades colectivas, son construcciones sociales y discursivas generadas para reivindicar independencia y autonomía hacia fuera, pero para permitir el dominio de las élites hacia dentro. Por eso yo prefiero hablar de soberanía popular , porque si aceptamos la soberanía nacional, aceptamos la existencia de una “nación” un algo prexistente a nosotros, que puede ser interpretable, que tiene una “esencia” que hay que respetar por encima de la voluntad de los individuos, etc. . Otra cosa es que hablemos de la soberanía del estado (así a secas), y dentro de la soberanía del estado, la soberanía del pueblo en el estado. De verdad que esta distinción puede parecer absurda, pero no lo es.
Aun así, no podemos negar una cosa, hoy día en el mundo estamos viviendo una situación que está haciendo que el estado se vea desbordado por algunas cuestiones para las cuales las respuestas son diversas:
Por un lado algunas cuestiones son muy específicas de determinadas regiones, y la problemática se vuelve heterogénea. El mismo problema, por multitud de factores, no tiene la misma solución en dos lugares distintos y en el fondo intentar imponer una solución única es una forma de opresión de unos sobre otros. Por eso, una cosa buena que tiene la Unión Europea es el principio de subsidiariedad, es decir la intención de que las decisiones sean tomadas de la forma más cercana al ciudadano. Esto en la teoría está muy bien, en la práctica tiene algunos problemas. Primero que hay determinadas cuestiones que no pueden descansar en los municipios, ni en la base porque requieren tomar decisiones drásticas e inmediatas que no pueden esperar a la coordinación entre muchas entidades (recordemos los funestos acontecimientos del incendio de Guadalajara, donde los bomberos de Madrid pudieron haber actuado pero no lo hicieron). Segundo, que hay algunas cuestiones que tampoco se pueden dejar a cada entidad regional pequeña porque la riqueza y los recursos se distribuyen desigualmente así que necesitamos instituciones soberanas para que puedan redistribuirla y también hay un mínimo de derechos que deberían de estar garantizados independientemente de donde se resida. El tercero es el tema de los recursos municipales, amparados en la subsidiariedad muchos organismos se han dedicado a lanzarle competencias con nocturnidad y alevosía a los ayuntamientos sin dotarles de recursos para afrontarlas. (En Madrid los dos últimos ejemplos la cañada real y la gestión de residuos). El cuarto es que nosotros podemos estar dispuestos a descentralizarnos, pero el sistema mundial en el que vivimos es un sistema competitivo (ojo, no digo que tenga que ser así, digo que es), y descentralizar la toma de decisiones, a veces supone un aumento de la eficacia, pero en momentos de extremo conflicto, se pierde capacidad de reacción. Vamos el califato, versus reino de taifas.
Ahora bien, ultimamente ando jugando con la idea con la que gente mucho más inteligente que yo lleva jugando muchísimo más tiempo: gobiernos regionales camino de globales, democráticos. Los problemas a los que se enfrenta estos gobiernos son los de no ser efectivamente democráticos , ser incapaces de atender a la diversidad de los distintos integrantes y se corre el riesgo de que unos miembros dominen sobre otros (caso de la Unión Europea hoy). Pero también es cierto que para cuestiones como la inmigración, el crimen transnacional, el cambio climático, la deslocalización, los paraísos fiscales etc. la acción únicamente desde los municipios no es una opción y exclusivamente desde los estados también se ha mostrado insuficiente. En resumidas cuentas, no es que no quiera un Banco Mundial, o un Fondo Monetario Internacional, lo que no quiero es un Banco Mundial o un FMI antidemocráticos y al servicio del capitalismo neoliberal, lo que quiero son instituciones regionales y globales democráticas y al servicio del cumplimiento de los derechos humanos en todo el planeta.
Por terminar este pedazo de tostón, la soberanía debe ser siempre popular, y en cada decisión deben participar múltiples instituciones políticas pertenecientes a distintos niveles geográficos y cada uno deberá ocuparse según su capacidad, y según nuestra necesidad (entendiendo nuestra la del pueblo, la del colectivo afectado).
Salud!