Paz positiva, Paz negativa y ¿Adivinan? Sánchez Gordillo

Ayer analizaba la acción del SAT desde una perspectiva eminentemente liberal, la verdad no me causa grandes preocupaciones manejarme con esa teoría, porque aunque parte de algunos presupuestos completamente erróneos, como el de no cuestionar las desigualdades de poder o la desigualdad (y sus causas) de la distribución de la propiedad previa a ese mítico contrato social, es una teoría que pone el acento en algo que desde la izquierda no debemos olvidar y es la libertad del individuo: Nuestro objetivo no es eliminar la contradicción capital-trabajo, nuestro objetivo, y lo compartimos desde premisas diferentes con aquellos liberales progresistas honestos, es lograr la emancipación del ser humano.
Hoy voy a analizar la cuestión de la desobediencia civil desde perspectivas un poco más marxianas o por lo menos, desde perspectivas un poco más estructuralistas, y para ello me voy a volver a servir de los conceptos paz negativa y paz positiva, como ya hiciera hace justo un año para lanzar algunas pinceladas sobre las “london riots”.
Para quien no quiera leerse el post de hace un año paso definir brévemente ambos conceptos:
La paz negativa es la forma más obvia de conceptualizar la paz, se entiende como la ausencia de violencia explícita. Es decir, si no hay ostias, hay paz. Este concepto está muy arraigado en el mundo anglosajón, donde la perspectiva cuantitativista arrasó durante la época de la guerra fría, y donde su modelo para mantener la paz se basó en la mutua destrucción asegurada
La paz positiva por el contrario, es un concepto acuñado por el sociólogo Johan Galthung, con el que tuve la ocasión de intercambiar ideas una vez y la verdad me pareció un pensador treméndamente práctico y muy lúcido. Para Galthung la paz positiva no es solo la ausencia de violencia explícita, sino también la ausencia de violencia estructural. Claro pero aquí hablamos de la estructura, y todavía ni las Ciencias Sociales se han puesto del todo de acuerdo en su definición. Para ser operativos, intentemos entenderlo de manera muy sucinta como lo siguiente:

“La estructura social es el conjunto de relaciones humanas y la manera jerárquica en la que estas se organizan . No todos los sujetos en la sociedad ocupan la misma posición, ni cumplen el mismo papel , ni tienen la misma capacidad de afectar a la propia estructura y por tanto tampoco la misma de afectar a otros miembros de la estructura”.

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Bien, ahora una vez tenemos nuestra definición de estructura, veamos que es eso de la violencia estructural:
La violencia estructural sería aquellas situaciones donde un individuo o más concrétamente un conjunto de individuos que comparten características comunes, sufren agresiones y agravios que se producen y se fundamentan debido a la posición que ocupan dentro de una determinada estructura social. El desempleo de larga duración, la pobreza, la segregación, el apartheid, el machismo, todo eso son ejemplos de violencia estructural. Voy a hacer honor a dos comentarios que se me han hecho a escritos anteriores:
Por un lado al que me hizo hace un año el Psicólogo Social Ricardo Zúñiga, alertando que querer eliminar la violencia estructural totalmente podía llevar a pensamientos totalitarios. Por supuesto si entendemos la violencia estructural como algo que solo puede tomar dos valores 0 o 1 donde 0 significa que existe violencia estructural y 1 que no existe ese riesgo existe, no obstante en situaciones donde se acepte el pluralismo político y social podríamos entender que es un continium entre 0 y 1 es decir, que existen distintos grados de violencia estructural y que podría tomar valores intermedios entre 0 y 1 (0,1 ó 0,9. Curiosamente en las situaciones donde existe mayor violencia estructural el pluralismo suele desaparecer, produciéndose una tremenda polarización. (Sobre este tema el libro de Zymunt Bauman Modernidad y Holocausto es fundamental).
Por otro, la que me hizo Horacio Diez comentando que ayer me salté el papel de la Socialdemocracia de un plumazo, hablando del contrato social y justo después de Ronald Reagan, los Chicago Boys, Margaret Thatcher y etc. El papel que cumplió la socialdemocracia de la Europa capitalista en la reducción de la violencia estructural en esa Europa fue fundamental. La construcción de ese estado del bienestar permitió una época de paz positiva muy alta para una gran cantidad de la población, posiblemente a costa de algunas capas de la sociedad , a costa de una huella ecológica muy grande, y muy posiblemente a costa de las poblaciones de otros lugares del mundo, pero es un hecho que debemos reconocer.
Bien y todo esto a dónde nos lleva, pues de nuevo a Galthung y sus presupuestos en los que considera que aquellos procesos de resolución de conflictos que no construyen paz positiva sino solo se enfocan en la paz negativa y que no solucionan la cuestión de la violencia estructural en muchos casos están condenados a fracasar, y a que esa paz negativa termine por romperse.
Lo mismo podría aplicarse a situaciones sociales donde la violencia estructural aumenta de manera considerable, pudiéndose convertir esto en un preludio de la ruptura de la paz negativa. La acción del SAT, la paralización de desahucios y otras acciones de desobediencia producen la ruptura de esa paz negativa, pues aun siendo acciones en las que quienes las practican promulgan la no violenta, producen en mayor o menor medida la reacción del aparato que ejerce el monopolio del uso legítimo de la violencia (del estado a través de la policía). En el conflicto minero está claro que la paz negativa se fue a tomar por culo.
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foto de Periodismo Humano
Y ahora ¿Existe una mayor cantidad de violencia estructural en la actualidad que en 2006?, pues miren, en mi opinión sí y aporto algunas cuestiones para ilustrarlo:

  • Se calcula que en 1.400.000 hogares todos los miembros están en paro y que en 500.000 no entra ningún ingreso.
  • Se estima que se producen 159 desahucios diarios, siendo la vivienda un derecho constitucional y un derecho humano.
  • Se pone en cuestión el acceso universal a la salud, con medidas como el repago farmacéutico, las amenazas de más fórmulas de repago, o la negación de acceso a la salud a personas inmigrantes.
  • Se recortan o se eliminan las ayudas a la dependencia
  • La tasa de paro juvenil de 15 a 24 años se encuentra en el 52% más del doble no solo que que la media UE15 sino de la UE27.
  • Esta tasa de desempleo alcanza el 59,7% entre aquellos jóvenes con menores niveles de estudio, muchos de ellos fueron quienes abandonaron los estudios para trabajar en la construcción durante los años de la burbuja.
  • Que a personas algunas ancianas, otras prácticamente analfabetas, y otras radicalmente engañadas les sustrajeran sus ahorros a través del mecanismo de las preferentes. < Y aquí cada uno y cada una de los lectores y lectoras puede añadir muchos agravios, pero nos vamos a las dos páginas de posts y la conclusión se acerca: En esta crisis no estamos perdiendo todos: Hay una élite que por su posición en la estructura sigue obteniendo beneficio o incluso lo aumenta, para que eso sea posible se produce de manera una transferencia de recursos desde la clase trabajadora, y los pequeños capitalistas especialmente aquellos no transnacionales, a los grandes capitalistas y generalmente transnacionales. Esto conlleva el aumento de la violencia estructural, y por tanto la desaparición de la paz positiva y es ese el caldo de cultivo para acciones tan diversas como la del SAT, la resistencia minera, la paralización de desahucios o la negativa al pago del transporte público y los peajes que tanto escandalizan a los sectores más bien pensantes de la sociedad, o lo que es lo mismo a los que siguen apoyando el pensamiento hasta ahora hegemónico.
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