August, 2011

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5 motivos por los que quiero un #madridsinpapa

Antes de comenzar reafirmarme en lo que siempre he dicho, a mi que el papa venga o no venga me es indiferente, mientras haga una visita como cualquier jefe de estado, y aquellas actividades que realice extra, (como un happening de miles de personas) sean pagadas con dinero de su propia institución. Creo que todo el mundo tiene derecho a creer en lo que quiera, y debe tener libertad para hacerlo y vivir su vida como mejor considere, pero no a costa de imponer a los demás sus creencias religiosas, ni recibiendo subvención por ello. Dicho esto mis 5 razonas para apoyar un #madridsinpapa.
1- Lo primero es observar que no existe consenso dentro de los cristianos católicos sobre esta Jornada Mundial de la Juventud. Me parece muy interesante esta delcaración del foro de Curas de Madrid y cualquier persona que profese esa fe seguro que encuentra argumentos confesionales interesantes.
2- Me incomoda y me inquieta la relación entre los poderes económicos, responsables de la crisis y de la injusticia en la que vivimos y esta visita del Papa. Entre los patrocionadores, están el Corte Ingés (conocida por explotar a sus trabajadores y recortar sus derechos sindicales), Coca Cola (conocida por explotar a sus trabajadores y relacionada con asesinato de sindicalistas en Colombia) , la SGAE (creo que no es necesito argumentar), Bankinter o el Banco Santander (ganadores de la crisis en palabras de su presidente). Cualquier buen cristiano recordará ese momento épico del Nuevo Testamento en el que los mercaderes son expulsados del templo, quien no lo recuerde y profese la fe cristiana le recomiendo una relectura.
3- Me molesta que se presten espacios públicos para la JMJ como los polideportivos y no porque se presten para una actividad de los católicos, no. Me molesta porque siempre que un ciudadano/a normal pretende organizar algo utilizando instalaciones públicas, aparecen una multitud de problemas (y sé de lo que hablo porque llevo desde los 12 años metido en el asociacionismo) y de repente, ante esta actividad todo son facilidades. Esto lo que hace es poner de manifiesto que algunos son ciudadanos de primera, y otros lo somos de segunda.
4- Estoy convencido que la Jornada Mundial de la Juventud no se autofinancia con dinero procedente del patrimonio de la Iglesia. Sin entrar ya en los millones y millones que anualmente recibe la iglesia de nuestros impuestos (algo que va en contra del propio concordato con la Santa Sede pues en él se explicita que la iglesia debería ir caminando hacia su autofinanciación), existen una serie de gastos que vamos a afrontar todos como el mantenimiento de los espacios públicos que se van a utilizar, los descuentos en el transporte público, el despliegue de seguridad. Pero también, hay otra vía por la que vamos a pagar y es el patrocinio de empresas e instituciones públicas: Aparecen como patrocinadores el Canal de Isabel II (empresa pública por el momento), el Consorcio de Transporte de la Comunidad de Madrid (institución pública por el momento), Caja Madrid (caja pública hasta hace bien poco). Como Media Partner aparece Telemadrid (televisión pública), y como “empresas 2011” de La Caixa (caja pública). Es decir, que no es que vaya a costar, es que la visita YA nos ha costado dinero público.
5- Y la más importante. Cuando un jefe de estado o jefe de gobierno viene a nuestro país, o los nuestros van a otro, el protocolo les indica que deben de atenerse a unas ciertas normas y tratar de no realizar injerencias en la política del país. Aquellos que nos acusan a los laicistas de politizar la visita del Papa, deben de tratar de recordar las marchas contra el aborto organizadas desde la iglesia, la oposición POLÍTICA y frontal que esta institución hace y ha hecho contra leyes como la del aborto, el divorcio,la muerte digna, el matrimonio homosexual y muchas otras. Si la iglesia Católica no quiere ser objeto de debate político, lo que debe de hacer es dedicarse a lo suyo, a la fe y no a hacer propaganda política y si se considera que no se puede defender la fe, sin hablar de política, entonces te sometes a las reglas de ésta.
Como he dicho muchas veces, al tiempo que estoy contra esta visita por los motivos antes expuestos, siento un profundo respeto por las creencias de cada persona, creo firmemente en la libertad de cada uno para vivir como desee, mientras no haga daño a otros (y hacer daño, me refiero al real, no que a alguien le ofenda que dos personas del mismo sexo se casen) y admiro muchísimo a algunos cristianos de base, principalmente por su forma de vida fundamentada en su fe y centrada en el servicio a los demás, la tolerancia y el respeto, frente a algunos católicos hooligans de misa dominical y golpe en el pecho y el resto de la semana a ser un verdadero hijo de puta, o una nueva generación de fanáticos, “católicos de facebook”, que lo más católico que hacen, es pegar cosas en su muro a favor de la visita del papa.
Estoy seguro que la fe se puede vivir de otra manera, menos mercantil, más respetuosa y tolerante, y más democrática.
Salud!

Paz positiva, paz negativa, #15M y #londonriots

Venía escuchando el programa “En días como hoy” de Radio Nacional de España, cuando he escuchado algunos comentarios de supuestos indignados que condenaban el uso de la violencia en las protestas de Londres, y ponían de ejemplo la expresión de protesta pacífica que esl el #15M en nuestro país. Ante todo, citar a otro gran compañero, esta vez politólogo Rubén Sánchez, que nos viene a decir que comparar lo de Londres, para bien y para mal, es pura demagogia. Como Rubén creo que ambos movimientos de protesta son muy diferentes, y que lo único que tienen en común es un momento del capitalismo tremendamente malo, donde las poblaciones están sufriendo mucho. Pero este post, no va a tratar de esclarecer las diferencias sociodemográficas y políticas entre ambos movimientos, sino ahondar un poco en eso del “pacifismo”.
Generalmente y en la calle se ha entendido siempre “la paz” como ausencia de conflicto explícito. Por poner un ejemplo cotidiando, tu puedes odiar a tu vecino, puedes desear su muerte por mantener relaciones sexuales a las 2 de la mañana un martes sin dejarte dormir y trabajando tú al día siguiente, puedes desearle grandes desgracias a él y a su perro cuando encuentras pelos de su animal en tu ropa tendida, pero mientras no subas, le grites, e incluso quizás le metas dos ostias, se entenderá que hay “paz” entre vosotros (para nada estoy usando este blog para liberar las tensiones que me genera mi vecino de arriba). Esta forma de concebir la paz, es la forma clásica y tuvo su máximo apogeo durante el periodo de Guerra Fría, en los centros de pensamiento de Estados Unidos y de hecho es el sustrato ideológico de lo que se llamó “La mutua destrucción asegurada“, que en resumidas cuentas consistía en que EEUU y la URSS tenían tantas armas nucleares, que cualquier invasión o agresión directa de uno hacia otro produciría la destrucción de ambos y del mundo entero de paso. ¡Que planazo!
Bien, la otra forma de conceptualizar la paz, tenemos que agradecérsela al sociólogo, Johan Galtung, es la paz positiva. La paz positiva significa la ausencia de violencia estructural. La violencia estructural puede tener muchas caras y tomar muchos aspectos, puede ser tu vecino puteandote aun él siendo inconsciente que lo que hace te perjudica, pueden ser dos superpotencias liberando tensión bélica en tu territorio y arrastrándote a millones de muertos, puede ser encadenar 20 contratos en un año en una misma empresa sin tener opción ni expectativa de mejorar, puede ser que sepas que por razón de sexo, origen, o condición social no vas a tener las mismas oportunidades en la vida que otras personas, o puede ser que por culpa de la especulación y las recetas del FMI de hace 20,30 ó 40 años el país en el que vives sufra una hambruna de la leche y la gente se muera de hambre
La verdad es que el capitalismo a través del estado ha logrado con bastante éxito mantener la paz negativa y cuando vio que esto no era suficiente y que el movimiento obrero era una verdadera amenaza, aceptó la creación del estado del bienestar para mitigar la violencia estructural y tratar de construir la paz positiva. Flaqueando y ya una vez caída la URSS no hubo motivo para temer a los trabajadores y volvimos a la fiesta, se fue recortando cada vez más y más el estado del bienestar y se fue liberalizando el mercado hasta que llegamos a la situación que vivimos ahora, todo unido al uso de los mecanismo gramscianos para convencer a los ciudadanos de que todo era cojonudo
La situación que vivimos ahora, al menos en España, y en muchos países europeos es clara. Aquí paz positiva, lo que se dice paz positiva no hay. Precariedad, dificultad para llegar a fin de mes, recorte de derechos laborales y sociales. Eso por parte de lo que ahora nos ha dado por llamar “los mercados”, de la mano del estado. Pero hasta ahora la ciudadanía en España había reaccionado poco o nada, y se limitaba a aguantar. Las movilizaciones del 15M, aunque algunos no les guste oirlo, son una forma de romper la paz positiva por el lado de la ciudadanía. Legítimamente o no, las movilizaciones generan molestias, interrumpen tráfico, hacen incómodo el acceso a los plenos a los políticos, ocupan espacios públicos, en definitiva se convierten en una manera de “responder”. Otra cosa es que el movimiento se niegue a romper la paz negativa y le regalen flores a los antidisturbios en vez de piedras y cocteles molotov.
Hay algunas informaciones interesantes sobre lo que sucede en Londres, como que los barrios donde se están produciendo las protestas son barrios tremendamente pobres, o con “mezclas explosivas” de población lo que viene conociéndose como guetos . Es decir, que en términos analíticos en España podemos estar mal, pero posiblemente la violencia estructural que sufren en esas zonas, y además de la cantidad, el tiempo que llevan sufriéndola, tenga mucho que ver en esta ruptura de la “paz negativa”. Recordemos también que estos incidentes se han producido a raíz de la muerte de un joven a manos de la policía, que la familia a penas dispone de información, que no pudo identificar el cadaver hasta 36 horas después, que no es el primer tropiezo de Scotland Yard de este estilo (todo esto lo saco de El País de hoy en edición de papel) y un largo etcetera.
En definitiva, comparar el 15M y lo de Londres es total y absolutamente absurdo, pero lo de Londres debería ser motivo de reflexión, es ese otro al que no deberíamos de querer llegar, pero ojo, no creo que sea un aviso para el 15M, es un aviso para gobernantes y mercados pues cuanto más alta es la violencia estructural (es decir, cuanta menos paz positiva hay) más posibilidades existen de que se rompa la paz negativa, a menos que alguien tenga un botón del pánico nuclear.

Soberanía según nuestra necesidad y según su capacidad

Este post es a raíz de dos tweets de unos compañeros twitteros y de izquierdas, este de @caninator y este de @sergiokman. Entre medias de estos dos, estaba este tweet mío.
En definitiva uno de mis compañeros defendía la soberanía nacional, otro por la descentralización municipal y yo no me pronunciaba anunciando este post, aunque dudaba en un tweet de la capacidad de las instituciones municipales de afrontar ciertas problemáticas y prometía el post que estáis leyendo.
Puestos ya en antecedentes, entramos en el tema, y es ¿Soberanía? ¿De qué tipo? ¿Y dónde? Y mi respuesta es absolutamente de gallego, soberanía depende. ¿Y de qué depende? Principalmente del ámbito geográfico en el que se circunscriba el asunto sobre el que es necesario decidir.
Lo primero es entender que la soberanía es el poder de decisión absoluto, es la capacidad de cumplir el fin de la política, “la articulación y definición de metas coletivas de obligado cumplimiento”.
Lo segundo es que me da un poco de repeculo el concepto de soberanía nacional
. Porque aunque estado y nación se han intentado usar como sinónimos, no lo son. Tal y como dice Ricardo Zuñiga (psicólogo social y gran amigo), la nación, como muchas otras identidades colectivas, son construcciones sociales y discursivas generadas para reivindicar independencia y autonomía hacia fuera, pero para permitir el dominio de las élites hacia dentro. Por eso yo prefiero hablar de soberanía popular , porque si aceptamos la soberanía nacional, aceptamos la existencia de una “nación” un algo prexistente a nosotros, que puede ser interpretable, que tiene una “esencia” que hay que respetar por encima de la voluntad de los individuos, etc. . Otra cosa es que hablemos de la soberanía del estado (así a secas), y dentro de la soberanía del estado, la soberanía del pueblo en el estado. De verdad que esta distinción puede parecer absurda, pero no lo es.
Aun así, no podemos negar una cosa, hoy día en el mundo estamos viviendo una situación que está haciendo que el estado se vea desbordado por algunas cuestiones para las cuales las respuestas son diversas:
Por un lado algunas cuestiones son muy específicas de determinadas regiones, y la problemática se vuelve heterogénea. El mismo problema, por multitud de factores, no tiene la misma solución en dos lugares distintos y en el fondo intentar imponer una solución única es una forma de opresión de unos sobre otros. Por eso, una cosa buena que tiene la Unión Europea es el principio de subsidiariedad, es decir la intención de que las decisiones sean tomadas de la forma más cercana al ciudadano. Esto en la teoría está muy bien, en la práctica tiene algunos problemas. Primero que hay determinadas cuestiones que no pueden descansar en los municipios, ni en la base porque requieren tomar decisiones drásticas e inmediatas que no pueden esperar a la coordinación entre muchas entidades (recordemos los funestos acontecimientos del incendio de Guadalajara, donde los bomberos de Madrid pudieron haber actuado pero no lo hicieron). Segundo, que hay algunas cuestiones que tampoco se pueden dejar a cada entidad regional pequeña porque la riqueza y los recursos se distribuyen desigualmente así que necesitamos instituciones soberanas para que puedan redistribuirla y también hay un mínimo de derechos que deberían de estar garantizados independientemente de donde se resida. El tercero es el tema de los recursos municipales, amparados en la subsidiariedad muchos organismos se han dedicado a lanzarle competencias con nocturnidad y alevosía a los ayuntamientos sin dotarles de recursos para afrontarlas. (En Madrid los dos últimos ejemplos la cañada real y la gestión de residuos). El cuarto es que nosotros podemos estar dispuestos a descentralizarnos, pero el sistema mundial en el que vivimos es un sistema competitivo (ojo, no digo que tenga que ser así, digo que es), y descentralizar la toma de decisiones, a veces supone un aumento de la eficacia, pero en momentos de extremo conflicto, se pierde capacidad de reacción. Vamos el califato, versus reino de taifas.
Ahora bien, ultimamente ando jugando con la idea con la que gente mucho más inteligente que yo lleva jugando muchísimo más tiempo: gobiernos regionales camino de globales, democráticos. Los problemas a los que se enfrenta estos gobiernos son los de no ser efectivamente democráticos , ser incapaces de atender a la diversidad de los distintos integrantes y se corre el riesgo de que unos miembros dominen sobre otros (caso de la Unión Europea hoy). Pero también es cierto que para cuestiones como la inmigración, el crimen transnacional, el cambio climático, la deslocalización, los paraísos fiscales etc. la acción únicamente desde los municipios no es una opción y exclusivamente desde los estados también se ha mostrado insuficiente. En resumidas cuentas, no es que no quiera un Banco Mundial, o un Fondo Monetario Internacional, lo que no quiero es un Banco Mundial o un FMI antidemocráticos y al servicio del capitalismo neoliberal, lo que quiero son instituciones regionales y globales democráticas y al servicio del cumplimiento de los derechos humanos en todo el planeta.
Por terminar este pedazo de tostón, la soberanía debe ser siempre popular, y en cada decisión deben participar múltiples instituciones políticas pertenecientes a distintos niveles geográficos y cada uno deberá ocuparse según su capacidad, y según nuestra necesidad (entendiendo nuestra la del pueblo, la del colectivo afectado).
Salud!