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DosMuertesPorMinuto

La constancia no tiene que ver con el esfuerzo. La constancia tiene que ver con la repetición. La constancia es monotonía si cada iteración es más idéntica a la anterior.

Llevo mucho tiempo pensando en dar el paso de usar fuentes en las tiras. La letra de cada uno es en sí algo personal. Es complicado enfrentarse a la idea de que una característica personal dificulte el llegar a más gente. ¿Está el modo de hacer llegar un mensaje por encima de la información que contiene? Supongo que la respuesta dependerá del tipo de mensaje.

No me deshago de mi letra. Pero por encima estará una capa que la hará más legible. Una que incluso permitirá ediciones futuras.

La constancia es introducir cambios en las repeticiones. Intentar que todo sea un poco mejor que antes.

Dos Muertes Por Minuto

Al margen, mi amigo Harken y yo hemos empezado un canal de Youtube. DosMuertesPorMinuto. Videojuegos de todas las épocas, géneros y formatos. Comentados por ambos en plan «arreglado pero informal«. Somos los comentaristas de la corbata y el chandal. A base de subir vídeos ya irán cayendo joyas atemporales, aunque sea por cantidad.

No seáis mala gente. Votad o subscribiros. Nos hace mucha ilusión y sé que le dais al «Me gusta» en facebook por mucho menos. Y al menos nosotros si os invitaremos a un café o cerveza si os vemos.

Kamikazes del dialogo

Vivimos en una sociedad dónde la posibilidad de comunicación se confunde con la obligatoriedad de trasmitir. Pertenecemos a un mundo dónde las personas pueden acceder a todo tipo de conocimiento a golpe de abusiva tarifa de datos con permanencia draconiana. Seres conscientes de lo pueril, de lo absurdo y de lo trágico y a la vez de lo innecesario. Sabiduría de chichinabo. Erudición del mismo valor que una verruga en el intelecto.  Un bagaje baldío pero que consideran valioso. Y desgraciadamente esa es la única premisa que necesitan para compartirlo. Para manifestar su superflua opinión. Para forzar un dialogo que inventan en pos de mendigar el aprecio debido. Y aunque son muy pocos,  el día es vasto y las probabilidades suficientes. Una ecuación de Drake pero sin posibilidad de encontrar inteligencia. Ninguno estamos a salvo.

Hay gente que es una kamikaze de la conversación. Gente que decide poner sus deseos de confraternizar por encima de toda prudencia conversacional. “Hablar de algo sin que te partan la cara”. Ya no soy de los que empiezan una conversación a ciegas. Sufrí del aprendizaje que llamamos adolescencia. Me equivoqué a menudo. Era más inocente. Crucé intentos de charla ocasional por la noche. En fin de semana. Con alguna copa de más. Con gente que tuviese al menos una 95D y serios indicios de mostrar XX en par cromosómico 23. Soy un tío de ciencias y de tetas. Todo se reduce a números.

Kamikazes de la conversación. Hablar con desconocidos es incómodo. La conversación tiene unas reglas básicas para que se desarrolle la misma. Qué menos que la persona que fuerza el dialogo disponga de un campo conocido para esta tenga lugar La humanidad ha establecido temas universales para que podamos desenvolvernos con cierta soltura en los momentos en los que el dialogo es inevitable. Preguntar por el tiempo. Criticar la acción del árbitro en el último partido. Quejarte de cómo están las cosas (Eso sí. Ocultando inteligentemente que no se piensa levantar un puto dedo para que cambien. Ojo). Incluso aunque no tengas ni puta idea de qué cojones está hablando al otro. Incluso aunque no estés de acuerdo. Incluso aunque te importe una mierda. Hay un tema, puedes intentar zafarte simulando un mínimo interés. Son las reglas. Tu interlocutor tratará de secuestrar la conversación lo máximo posible hasta llenar el espacio que el contexto disponga, por ejemplo, que llegue a su piso y abandone el ascensor. Que llegue el autobús. Que sea su turno en la carnicería. El dialogo consigue lo que quiere. Un contacto con otro ser humano para olvidar miserias y espera. A cambio, tu pierdes unos segundos en forma de charla intrascendente que jamás volverán. Sigues vivo.

Todos tenemos alguien así en nuestras vidas. La conversación ocurre y te lamentas. Puede que el único vinculo que exista es que viva en tu mismo bloque. Que trabajéis en la misma compañía de diez mil personas. Que seáis de la misma ciudad de cuatro millones de habitantes. Un vinculo cuya fortaleza es infinitesimal. Invisible. Inexistente. Pero suficiente para nuestro kamikaze.

Tiendo a hacer que las cosas hereden apego en función de los buenos momentos que paso con ellas. Dune es mi libro favorito. Debí leerlo como con catorce años y ya van como unas cinco o seis relecturas. A pesar de tener varias ediciones, para mí la original será la de la editorial Acervo, actualmente cerrada y por tanto descatalogado. Lo leí de préstamo en una biblioteca municipal. Estuve unido a sus frágiles páginas hasta el final. Pasé por dónde otros lectores habían estado. Supe de su existencia por la huella dejada de la fecha de devolución. Un sello en la primera página. Lamenté el sonido de los lomos ya cuarteados al avanzar en la lectura por culpa de otros que no habían tenido cuidado. Sentí pena al ponerlo en el mostrador de devoluciones condenándolo de nuevo a una estantería. Quería ese libro. Para mí no había mejor lugar que tenerlo conmigo. No pudo ser. Al tiempo Plaza y Janes se hizo con los derechos de edición de Dune bajo la misma traducción. La adquirí. La regalé. La volví a comprar. Me hice más tarde con una edición en inglés. Después conseguí la edición de Planeta de Agostini. Me junté como con cinco copias del mismo libro. Pero no esa edición. Yo necesitaba la irregular portada y defectuoso papel de la edición de Acervo porque para mí siempre representaría la primera que leí. Pasé como diez años lanzando indirectas a todas las mujeres que habían pasado por mi vida y amigos. Que el mejor regalo que hasta entonces nadie podría hacerme sería encontrar ese libro en esa edición en particular. Porque la nostalgia funciona así. Porque un recuerdo se puede pegar a otro y recordaría a la persona que se habría esforzado tanto en encontrar algo tan valioso para mí. Pero nadie lo hizo. Poca gente sabe lo importante que es regalar un libro adecuado. Hace tres o cuatro años lo encontré yo mismo el libro por unos míseros seis euros en perfecto estado. Ahora recuerdo y visito a menudo esa librería buscando más ejemplares que me sorprendan. Así son los recuerdos.

 

Indeseable. Señalando al ebook –  Vaya mierda es eso que ahí tienes

Yo: – Que te folle un pez puto anormal de mierda. Es un ebook.

Indeseable: Pues es una mierda, ¿no?

Yo. Muere. No, es un ebook.

 

Ni «Buenos días». Ni “Joder, qué tiempo de mierda”. Un ebook. Habéis leído sobre mi libro favorito. Pensad en los cientos de libros que han podido pasar por tus manos en un libro electrónico. En la cantidad de cariño que un dispositivo puede heredar sólo de las buenas lecturas. Un libro nuevo. Unos zapatos. Un flamante reloj. Esa tablet tras la que ibas detrás para ver tus series. Un móvil de los que se te para el alma cuando cae al suelo. Pensad en lo que os haga más felices. Un kamikaze de la conversación llega y se caga en lo más sagrado que tengas esperando una respuesta opuesta. Un kamikaze es a una conversación lo mismo que cercenar un brazo a un moribundo para comprobar si está vivo. Un kamikaze de la conversación. Un imbécil cuya voz y dialogo es un arma cuyo alcance máximo es de un metro pero una onda expansiva de veinte.

Y como he empezado este texto. Todo esto porque vivimos en un mundo dónde se confunde posibilidad de comunicación con la necesidad de hacerlo. Anda y que os follen

Informática

Es de informática.

Por la naturaleza de internet, la red está plagada de textos relacionados con gente que trabaja como informático. De hecho, es irónico que se diga “la naturaleza de” cuando se habla de algo artificial. Llevo usando un ordenador tanto tiempo que no lo mido por años. Lo hago por dioptrías. Si alguna vez hacen el corte hístico de mi ojo será como leer los anillos de un árbol. Me imagino a un cirujano asomado a mi humor vítreo ¹* leyendo las diferentes etapas de mi vida.

 

– Mira, ahí es de cuando las resoluciones eran de 640×480. ²*

– ¿Y toda esa zona dañada alrededor de los quince años?

– Ah, eso. El porno codificado del Plus.

 

Los departamentos de informática a lo largo del globo sufrimos de un mismo mal. Somos los pringados que arreglan las cosas. Infinita empatía mecánica a costa de nula vida social. Este estigma no se hereda en el trabajo, vienes con él de nacimiento. ³* Las solicitudes de trabajo para este tipo de puestos son siempre iguales. Recursos Humanos te convoca. Te hacen las preguntas sobre expectativas laborales. Sueldo. Experiencia. Mientras, sigilosamente, hacen clic en algún sitio de la pantalla diciendo a la vez «Vaya, otra vez el Excel me hace cosas«. En ese momento empieza la autentica entrevista. Tengo amigos que han acabado configurando Blackberrys, desfragmentando discos duros y arreglando el iTunes. Depende de si es una multinacional, de la competencia que haya y lo rápido que quieras empezar a convertirte en el acosador de la chica de Recursos Humanos. A veces hasta piratear la Wii.

 

Aún así los departamentos de informática tratan de crear una estructura para sentirnos distintos. Una ilusión, como el agua de sabores. Puedes tener en una misma planta a Helpdesk, Desarrollo, Hardware, Infraestructura... hacer incluso niveles de responsabilidad: “Primer nivel, Segundo, Tercero sin Ascensor…”. No sirve de nada ⁴*. La gente sigue diciendo «Informática» mientras señala a nuestro pequeño microcosmos. Hay un dicho común entre nosotros: Pobre del que esté en el camino del dedo apuntador.”

 

Funcionamos por asociación. Si cuando llegas al bus ya hay tres personas en fila, te pones detrás. Si ves que hay bulto, pues al bulto. Ese el proceso relacional  que sigue la gente cuando pide cosas a un informático.

 

– Toma, ¿puedes arreglarlo?

– Es un tostador.

– Si, ya lo veo. ¿Puedes arreglarlo?

– Ehm. Soy informático. No electricista.

– No entiendo. Tiene un cable. Mira.

(Coge el cable, sosteniéndolo frente a tu cara como si él que no lo entendiese fuese tú)

 

Esta historia ha dado lugar a montones de variantes. Nos las pasamos los unos a otros como herencia. La del señor que cuando le dices por teléfono que cierre la ventana del navegador te pregunta si esa es la del salón o la del dormitorio. La del tipo que te dice que el posavasos funciona mal porque se mete al cabo de un rato. La de la señora que te devuelve el acelerador porque es muy pequeño y trae un ratón. La del tipo que le pides un pantallazo y hace una foto con el móvil al monitor ⁵*

 

Sigamos escaqueándonos del sentido común al grito “Yo es que no valgo para la informática”. Es el nuevo “Es que es mi primer día”. Y si no, tiempo al tiempo.

 

¹*: El humor vítreo sufrió una de las primeras asignaciones laborales inadecuadas. Inicialmente esperaba ocupar algún tipo de lugar importante como el humor negro o el verde. Al final acabó en una de esas entrevistas de dinámica en grupo junto con el humor blanco. Adivinad quién se quedó con el puesto. Más tarde le surgió un puesto temporal en el ojo mientras buscaba algo de lo suyo. Ahí sigue. Como esos ingenieros industriales que te sirven cafés y que te los tiran encima por accidente con un preciso ángulo de 32º en caída parabólica. Rango de temperatura entre 65 a 72 grados Celsius.

 

²*Todo el mundo sabe de resoluciones. O eso creo yo cuando os oigo hablar de vuestros iPhones con pantallas Truemotherfucker a prueba de babas de hipster y de dedos llenos de muffin del Starbucks

 

³* El proceso es sencillo. Los padres de uno compraban un video. Si sabías programarlo te regalaban el ordenador. Si no, un balón de futbol.

 

⁴* Para demostrarlo, un verano añadimos la figura de titulo, aparte de grupo y nivel. Yo era Mariscal de Primer Nivel de IT y un amigo Barón Segundo de Infraestructura. Figuraba en la firma de los correos corporativos que enviábamos. La coña duró un mes.

 

⁵*Todas verídicas. En esta última llegamos a la conclusión de que podía haber sido peor. Que se podría haber presentado el susodicho y habernos golpeado con la pantalla en la cara tal y como se lo habíamos pedido. En ese caso a ver quién se sacrifica para decirle que no tiene razón mientras los demás corren ⁶*

 

⁶* Yo no.

No es infomática

Informático. Cómo no.

Los departamentos de IT, Sistemas, de cualquier empresa tienen la labor social de aunar gran parte del frikismo de la sociedad. Es una verdad como un templo. Una verdad peyorativa. Gente que está ahí lo mismo resolviéndote problemas como haber cambiado la fuente de Word a tamaño «Tengo un problema de pene pequeño» hasta del tipo «La sede norte de tu compañía está en llamas y los trabajadores bailan desnudos a su alrededor y no te invitan a participar»

Decir que toda la gente rara está en Informática es como decir que todas las tías de Recursos Humanos están tremendas o que las de Facturación no sabe cerrar las piernas. Verdades parciales. Y todo lo parcial es triste. Inacabado. Si al final dejamos que nuestra percepción social se guie por un consenso de mínimos, nos quedamos con los alegres chascarrillos de siempre. Los andaluces son graciosos. Los catalanes agarrats (no sé si existe, pero me lo invento para que suene a catalán). Los vascos se llaman Patxi. La gente de Extremadura es de Extremadura. A la gente de Madrid dejadnos en paz. Demasiado tenemos con albergar la Moncloa, el Constitucional, el Supremo, Telecinco y un lema titulado «De Madrid al Cielo» pero descubrir que no te dejan hacer que nada salte por los aires. Qué es un lema si no puedes glorificarlo: un tópico. Os lo dije.

 

En sistemas podemos parecer gente sin alma. Lo somos. El alma es un absurdo. El alma ocupa un espacio donde puedes almacenar 32GB de nuestra serie favorita, videos de gatos y cosas que no sabes ni como han llegado ahí (Discografía de el Fary, ¿Hola?, ¿en qué parte del proceso préstamo del USB has llegado ahí?).

Hablando con un compañero sobre estos clichés nos dimos cuenta de algo. Sistemas no es tan diferente de otros departamentos. Nuestras sensibilidades son diferentes. Pero somos iguales Dejadme ilustraros con este ejemplo:

 

Corro de mujeres (y algún macho gamma) agazapados en la segunda planta alrededor de alguien.

– Oh que mono.

– Oh que cosa.

– Oh que pequeñito es.

– Os tengo que traer el mío para que lo veáis.

En medio de la pequeña multitud, un orgulloso progenitor enseña fotos de su hijo, posiblemente de pocos meses de edad. Aún a catorce años de distancia de apuntarse a Tuenti y ser el generador de un desenfreno de decepciones en cascada que se remontan a una sencilla frase «Tengamos un hijo tan listo como yo y tan guapo como su madre»

 

Corro de varones (y algún mujer) agazapados en la primera planta alrededor de alguien.

– Oh que mono.

– Oh que cosa.

– Oh que pequeñito es.

– Os tengo que traer el mío para que lo veáis.

En medio de la pequeña multitud, un orgulloso propietario enseña su nuevo gadget. Comprado en alguna web de nombre impronunciable. Aún a meses de distancia de empezar a dar problemas con la batería y ser relegado al mercado de Segunda Mano por la compra de algo más pequeño, más rápido. Mejor

Quizás os haga gracia. Pero un asunto muy serio. Yo lo tendría en cuenta. Una vez me dijeron aquello de «Cuando te preguntes  cual es el órgano más importante, y tú digas «El cerebro» pregúntate quién está elaborando esa respuesta«. Bien. Cuando te rías de los informáticos piensa desde dónde estás leyendo este texto. Estamos en todos los sitios.

 

Pero sí a que traigas marsmallows o nubes para acompañar. Pagafantismo, un superpoder o una supermaldición (sé la respuesta, dejadme crear duda inútil)

Tipo de varón aún más bajo que el macho alfa, por debajo del beta y del macho recela. Por encima del Forever Alone y el Pagafantismo. Tenía la necesidad de matizarlo su ubicación dentro de la cadena reproductiva. Más a menos a altura de «Oh dios mio, ¿eso es tu hijo? ¡Mátalo, mátalo!»

Ya está el puto gracioso que respondió «El hígado«.

 

Smartphones y dormir