Pulso a la puntualidad
Soy un tío impuntual. Por decisión propia. Creo que la puntualidad es una moda efímera. Una que tiene las horas contadas. Incluso los minutos. Es la única moda que lleva midiendo su duración desde que existe. La historia escrita del ser humano se remonta a unos 50.000 años. Si los relojes existen desde el siglo XIV, ¿a qué viene la prisa de los últimos seiscientos años? 1*
El tiempo no es de fiar. Cuántas veces los mismos diez minutos se han pasado volando o han durado una eternidad. A cuántos viernes de duración equivale un lunes. Qué es eso de que los años pasan volando. El tiempo es tan perjudicial que incluso su tándem con el espacio se ve afectado.
– Papa. ¿Falta mucho?
– Llegamos en cinco minutos.
– ¿Está muy lejos?
– Que va. Está aquí al lado.
Reconocedlo. En este dialogo habéis visto reflejadas las dos mentiras más grandes de vuestra infancia.
Llegar a tiempo requiere de una sincronización de casi carácter olímpico. Hay gente que elabora mentalmente un mapa de las horas a las cuales van a ir llegado todos. Ellos en su cabeza no ven nombres. Ven a la gente como relojes fuera de hora: «Ese de ahí es cinco minutos tarde. Ese, media hora tarde. El de allí es «Ya estoy llegando«. Esta es la gente que toma las decisiones como organizadores cuando ya se ha decidido el dónde. Ellos quieren decidir el cuándo. Para ello experimentan. Te dicen que llegues a las siete y diez. A otro le dicen que a menos cuarto. A un tercero a en punto. Parece algo muy inteligente si pensamos en condiciones ideales. Que la gente de un mismo grupo no tiene la costumbre de olvidar a qué hora se había quedado. Por ello preguntan. Se desvela el pastel. Peor. Se pondrán a pensar que los demás van a llegar tarde y que mejor se pasarán luego. Al final todo el mundo aparecere a la hora que ellos crean que van a estar los demás más la suma de correspondientes retardos. Con grupos suficientemente grandes se ha dado el caso de quedar un viernes a las tres, y reportarse que aún seguía llegando gente el domingo.
Hora llegada = max (HoraIndividual)+Retraso 2*
Mis amigos cambiaban las horas a las que quedábamos para coordinar las llegadas. Yo ajustaba mi hora de llegada en función de cómo imaginaba que había sido calculada para mí. La impuntualidad cumple una labor social en los grupos de amigos. La espera escalona las críticas de los que aún van a venir. Sus trapos sucios. Las cosas de las que te has enterado que los demás aún no saben y puedes contar porque fulanito llega tarde. Ello llena la noche de miradas y coñas privadas fruto de las conversaciones sucedidas por el orden la llegada. Esas veces que miramos a los demás extrañados porque sonríen con frases inacabadas y no puedes participar. No sabes si eres o no el protagonista. Sed listos y no lleguéis el último. Si lo hacéis solo observas. No participas. Ese es el castigo.
Dicen que la cortesía permisible suele ser un máximo de media hora. Con mucha gente podéis forzar el reloj mucho más allá de esos treinta minutos. Es un divertido juego en el que hay poco que perder. Si sois la parte afectada la experiencia dice que la mejor forma de evitarlo es quedar en un lugar dónde uno pueda estar esperar sentado. Preferiblemente tomando algo. Si queréis que la gente llegue antes sólo sugerid con anterioridad que el último paga. Esa premisa ha hecho más por la hora de llegada en el mundo que mil estrategias absurdas y millones de relojes. El consejo es gratis. De nada.
1* Supongamos los últimos trescientos. Los primeros relojes era aparatos enormes. El equivalente de pulsera de entonces sería como que te atases a una viga de tu casa y dijeses «Mira mama, soy un caracol. Llevo mi casa conmigo». Un progenitor con un amor normal a su vástago respondería educadamente «No. Tú lo que eres es gilipollas».
2*Poner una formula ayuda a que la gente te crea el 93% de la veces 3*
3*Un porcentaje también, sin pensar si es cierto o no
siempre es genial llegar el penultimo, aunque mi propia idiosincrasia hace q no siempre sea posible, y me lleve el primer premio de la inpuntualidad…
yo tambien calculo horas, fundamentalmente cuando creen que voy a llegar, y a veces hasta sorprendo a mis amigos (dificil despues de tantos años…)
lo mas divertido es cuando quedas con alguien nuevo, y como influyen tus motivaciones en si tardaras 5 minutos, o una hora en llegar…
por cierto, me encanta la tira de hoy
Nunca hay que perder la buena costumbre de llegar tarde al menos cinco minutos. La demora sirve para crear expectativas que la impaciencia luego cubre 😀
Me alegro de que te guste la tira ^^
Yo suelo llevar algo para hacer mientras espero. Soy de llegar 5-10 minutos tarde, nunca más a no ser que me confunda de hora de quedada o lugar…
Aunq según con quién quede calculo el retraso de la otra persona y planifico el mío.
Con algunas personas muy tardonas directamente les digo que me recojan en casa (cuando estoy en una localidad pequeña esto es posible).
^.^
JAJAJA, lo de «ya paso a recogerte» lo he tenido que hacer con algunas personas que luego he tenido que esperar en la calle.
¡Quedar es un puzzle! Si no esas veces que llegas antes y te das cuenta de que puedes hacer algo en un momento de espera, y al final eres tú el que aparece despues
Tienes un regalito másqueperro en nuestro blog … y no, no es pasta 😉
Jodo! El premio mola más que la pasta, la cual, como todo el mundo sabe, es el archienemigo de los celiacos. Eso y el pan!
Enhorabuena por tu premio Masqueperruno, sin duda es merecido.
Me haréis tener un ego esférico, en lugar de mi ego amorfo. Los egos esféricos representan una desventaja cuando hay cuesta abajo porque rodaría! Muchas gracias por venir. Espero que repitáis.