Archive for the ‘Tiras’ Category

Kamikazes del dialogo

Vivimos en una sociedad dónde la posibilidad de comunicación se confunde con la obligatoriedad de trasmitir. Pertenecemos a un mundo dónde las personas pueden acceder a todo tipo de conocimiento a golpe de abusiva tarifa de datos con permanencia draconiana. Seres conscientes de lo pueril, de lo absurdo y de lo trágico y a la vez de lo innecesario. Sabiduría de chichinabo. Erudición del mismo valor que una verruga en el intelecto.  Un bagaje baldío pero que consideran valioso. Y desgraciadamente esa es la única premisa que necesitan para compartirlo. Para manifestar su superflua opinión. Para forzar un dialogo que inventan en pos de mendigar el aprecio debido. Y aunque son muy pocos,  el día es vasto y las probabilidades suficientes. Una ecuación de Drake pero sin posibilidad de encontrar inteligencia. Ninguno estamos a salvo.

Hay gente que es una kamikaze de la conversación. Gente que decide poner sus deseos de confraternizar por encima de toda prudencia conversacional. “Hablar de algo sin que te partan la cara”. Ya no soy de los que empiezan una conversación a ciegas. Sufrí del aprendizaje que llamamos adolescencia. Me equivoqué a menudo. Era más inocente. Crucé intentos de charla ocasional por la noche. En fin de semana. Con alguna copa de más. Con gente que tuviese al menos una 95D y serios indicios de mostrar XX en par cromosómico 23. Soy un tío de ciencias y de tetas. Todo se reduce a números.

Kamikazes de la conversación. Hablar con desconocidos es incómodo. La conversación tiene unas reglas básicas para que se desarrolle la misma. Qué menos que la persona que fuerza el dialogo disponga de un campo conocido para esta tenga lugar La humanidad ha establecido temas universales para que podamos desenvolvernos con cierta soltura en los momentos en los que el dialogo es inevitable. Preguntar por el tiempo. Criticar la acción del árbitro en el último partido. Quejarte de cómo están las cosas (Eso sí. Ocultando inteligentemente que no se piensa levantar un puto dedo para que cambien. Ojo). Incluso aunque no tengas ni puta idea de qué cojones está hablando al otro. Incluso aunque no estés de acuerdo. Incluso aunque te importe una mierda. Hay un tema, puedes intentar zafarte simulando un mínimo interés. Son las reglas. Tu interlocutor tratará de secuestrar la conversación lo máximo posible hasta llenar el espacio que el contexto disponga, por ejemplo, que llegue a su piso y abandone el ascensor. Que llegue el autobús. Que sea su turno en la carnicería. El dialogo consigue lo que quiere. Un contacto con otro ser humano para olvidar miserias y espera. A cambio, tu pierdes unos segundos en forma de charla intrascendente que jamás volverán. Sigues vivo.

Todos tenemos alguien así en nuestras vidas. La conversación ocurre y te lamentas. Puede que el único vinculo que exista es que viva en tu mismo bloque. Que trabajéis en la misma compañía de diez mil personas. Que seáis de la misma ciudad de cuatro millones de habitantes. Un vinculo cuya fortaleza es infinitesimal. Invisible. Inexistente. Pero suficiente para nuestro kamikaze.

Tiendo a hacer que las cosas hereden apego en función de los buenos momentos que paso con ellas. Dune es mi libro favorito. Debí leerlo como con catorce años y ya van como unas cinco o seis relecturas. A pesar de tener varias ediciones, para mí la original será la de la editorial Acervo, actualmente cerrada y por tanto descatalogado. Lo leí de préstamo en una biblioteca municipal. Estuve unido a sus frágiles páginas hasta el final. Pasé por dónde otros lectores habían estado. Supe de su existencia por la huella dejada de la fecha de devolución. Un sello en la primera página. Lamenté el sonido de los lomos ya cuarteados al avanzar en la lectura por culpa de otros que no habían tenido cuidado. Sentí pena al ponerlo en el mostrador de devoluciones condenándolo de nuevo a una estantería. Quería ese libro. Para mí no había mejor lugar que tenerlo conmigo. No pudo ser. Al tiempo Plaza y Janes se hizo con los derechos de edición de Dune bajo la misma traducción. La adquirí. La regalé. La volví a comprar. Me hice más tarde con una edición en inglés. Después conseguí la edición de Planeta de Agostini. Me junté como con cinco copias del mismo libro. Pero no esa edición. Yo necesitaba la irregular portada y defectuoso papel de la edición de Acervo porque para mí siempre representaría la primera que leí. Pasé como diez años lanzando indirectas a todas las mujeres que habían pasado por mi vida y amigos. Que el mejor regalo que hasta entonces nadie podría hacerme sería encontrar ese libro en esa edición en particular. Porque la nostalgia funciona así. Porque un recuerdo se puede pegar a otro y recordaría a la persona que se habría esforzado tanto en encontrar algo tan valioso para mí. Pero nadie lo hizo. Poca gente sabe lo importante que es regalar un libro adecuado. Hace tres o cuatro años lo encontré yo mismo el libro por unos míseros seis euros en perfecto estado. Ahora recuerdo y visito a menudo esa librería buscando más ejemplares que me sorprendan. Así son los recuerdos.

 

Indeseable. Señalando al ebook –  Vaya mierda es eso que ahí tienes

Yo: – Que te folle un pez puto anormal de mierda. Es un ebook.

Indeseable: Pues es una mierda, ¿no?

Yo. Muere. No, es un ebook.

 

Ni «Buenos días». Ni “Joder, qué tiempo de mierda”. Un ebook. Habéis leído sobre mi libro favorito. Pensad en los cientos de libros que han podido pasar por tus manos en un libro electrónico. En la cantidad de cariño que un dispositivo puede heredar sólo de las buenas lecturas. Un libro nuevo. Unos zapatos. Un flamante reloj. Esa tablet tras la que ibas detrás para ver tus series. Un móvil de los que se te para el alma cuando cae al suelo. Pensad en lo que os haga más felices. Un kamikaze de la conversación llega y se caga en lo más sagrado que tengas esperando una respuesta opuesta. Un kamikaze es a una conversación lo mismo que cercenar un brazo a un moribundo para comprobar si está vivo. Un kamikaze de la conversación. Un imbécil cuya voz y dialogo es un arma cuyo alcance máximo es de un metro pero una onda expansiva de veinte.

Y como he empezado este texto. Todo esto porque vivimos en un mundo dónde se confunde posibilidad de comunicación con la necesidad de hacerlo. Anda y que os follen

Informática

He vuelto

Masco galletas sin gluten mientras escribo a la una de la mañana.

La gente que no ha probado las galletas sin gluten debería hacerlo alguna vez*1. Forja el carácter. Es lo más parecido a mascar un mal trozo de esponja. Uno horrible. Tremebundo. Si pudieras hacer un rango de texturas de mascar esponja que fuese de «Ligeramente mullido» a «Qué estoy haciendo con mi vida» las galletas sin gluten irían justo después. Imagínate tú mismo mascando una. Pensar «Puedo comer galletas normales y me he metido esto en la boca porque lo he leído en un párrafo en el blog de TodosLosLunes». La delgada línea que separa carácter de uno mismo de la de una felación a otra persona. Si dudas hay una diferencia esencial. la diferencia es el paquete que sujetas en tu mano mientras lo haces.

La vida es así. Nada te prepara para el día a día. La experiencia es una puta cuyos episodios guardamos una vez hemos pasado por encima. «Mañana no tropezaré con la misma piedra«, piensas. Quién no te dice que esa piedra esté dada la vuelta fingiendo ser otra otro día. Quizás alguien la mueva y la vuelva a ponerla en tu camino. No solo somos capaces de tropezar dos veces con la misma losa. Trataremos que los demás lo hagan para justificar que nosotros no pudimos evitarlo. Homo est lapis in aliis*2. El hombre es una piedra para los demás hombres.

Bebo café mientras escribo. Pienso en los pequeños cambios que se hacen grandes. Pienso en las palabras suaves que han acompañado otros textos y que volverán. Hoy no. Pienso en ira. En furia. En pegarle los bocados más grandes a la vida y no inhibirme para gustar. En expresarme cortando con cada una de sus aristas. Siempre hay tiempo de reconocer los errores de uno mismo, sin embargo no se puede aprender nada de los que heredamos de los demás .

Porque he vuelto. Porque esto es mi droga. Porque diez meses son muchos cambios pequeños. Porque sois cinco más un ninja y una serpiente que baila los que seguís ahí detrás. Porque el encanto de todo esto es que ya sabéis de que va. Porque los que han llegado nuevos no tienen ni puta idea. Bienvenidos.

*1 No me refiero al carácter de esa gente que un día decide que una dieta sin gluten es mejor para el Zen. Esa es la misma gente que reorienta los muebles según el feng shui. Los reconoceréis porque empiezan a poner manzanas  encima de los muebles para absorber el mal karma y acaban haciéndose enemas porque se lo recomienda su chaman. Carne de sectas de las de follar.

*2Fuente el traductor de google. Si eso no es latín al menos los ingenieros de google se esfuerzan en que parezca que lo es.

He vuelto

Cajas y mascotas

La vida es un extraño conjunto de cajas. La gente siente la necesidad de meterte en una de ellas. El orden es la forma que hace que su comprensión del mundo tenga sentido. Cuando no estás dentro de una de esas cajas, desafías su forma de entender el mundo. Con ello empiezan los problemas. La diferencia te hace raro y lo raro no es de fiar para muchos. *0

Pongamos un ejemplo. Suponed que el otro día llegaba a mi casa después de salir a correr. Suponed que me encontré con unos conocidos de la infancia (Mi niñez ya queda lejos Cero chistes. Tocadle los huevos a otro). Suponed que todos ellos tenían un vástago con ellos. Suponed que la reunión era de matrimonios porque siguen en contacto y ese día tocaba cañas juntos. No yo. Que soy un asocial de las pelotas.

– Hola Entrari. ¿Qué es de tu vida?

– Aquí ando. *1

– Aquí estamos yo y los niños. Y tú, ¿ya tienes?

– ¿El qué?

– Niños.

–  No. Que yo sepa.

– ¿Y pareja?

– No. Que yo sepa.

Joder. eres un raro. ¡Qué bien vives cabrón!

– No. Que yo sepa.

A ese tipo de cajas me refiero. Para muchos la vida es A o B. En informática a estos caminos excluyentes los llamamos diagramas de flujo *2. Si no es algo, entonces es lo otro. Nos pierde la maldita obsesión por la simetría. Llevamos vidas binarias. Trinarias. N-arias.  Acostumbrados a que una porción de la información nos dé una visión de conjunto. Es poco esperado exponer conceptos complejos de las relaciones humanas para ponerse a hablar de temas banales. Como hacerlo de mascotas. Y es justo lo que voy a hacer. Hablar de mascotas.

Muchos matrimonios son extraños. Si no empiezan a tener hijos se compran un perro. Ocurre constantemente. Ponerse en situación antes de responsabilizarse de una vida, dicen. Como un ensayo general antes de la vez definitiva. No sé qué uso tendrá para la futura criatura sacar a pasear al animal, enseñarle a no subirse a los sofás y traer un palo *3. Porque el perro siempre sobrevive. Crece. Se come las paredes. Los mueble. Y después un día te sueltan que están embarazados. Que llega el niño. Aún sigo preguntándome cuál el papel del perro en todo esto. En el milagro de la procreación. Y mejor así,  no quiero imaginármelo.

Mi hermano está esperando un hijo con su mujer. La palabra esperar siempre me ha hecho gracia. No es que el niño esté cogiendo un autobús para llegar y tal. Hace dos años apareció en casa con un perro: «Tizón«. Tizón es medio Dálmata y medio Labrador. Los perros tienen marcas como las zapatillas o la ropa. Parece que ciertos caracteres se heredan dependiendo del fabricante. Yo cuando alguien me dice que su perro tiene pedigrí pongo la misma cara que me sale si me dijesen que tienen un lagarto Lacoste. Asentir como si supiese de qué me hablan. Y es que al parecer los Dálmatas están locos, y los Labradores deben de ser los perros más buenos del mundo. Esto explica que el perro parezca bipolar. Si Lassie hubiese sido como Tizón, dependería de la parte del cerebro que estuviese al mando. Como jugarse al un 50% que avisara a la gente de la granja o que creyese que ahogarse en el rio forma parte de un divertido juego en el que participar.

– Jota. En casa siempre hemos sido de gatos.

– Ya, pero es que como no tenemos niño nos compramos un perro.

– Te entiendo. Yo el otro día me quedé sin sal y leí un libro.

– ¿Y eso que tiene que ver?

– No sé. También quería jugar a unir causas con efectos no relacionados.

Mucha gente manifiesta «Ser más de perros» o «Ser más de gatos«. Yo soy más de gatos. Recuperando en tema inicial de las cajas, la gente tiende a clasificarte por una declaración así. Dices de gatos es escuchar que los gatos solo te quieren por el interés. Que van y vienen cuando les viene en gana. Les explicas que no es del todo cierto. Que hay matices. Yo os doy la razón respecto a que los gatos son unos grandes hijos de puta. Arañan. Miran con aire de superioridad. No dejan de recordarte que la casa es suya y que estás de paso. Y suelen ignorar bastante a la gente cuando les miras y haces «Misimisimisi«. Pero saben poner cara  de «Yo no he sido, dame de comer«. Por ello matizo. Son unos hijos de puta adorables. Y por eso me encantan.

El ser humano domesticó a los animales en un largo proceso de selección a fin de encontrar alguno que quisiese vivir con nosotros. El precursor del perro actual fue el lobo. Se seleccionaba a los lobos más retrasados mansos para criarlos y obtener una descendencia privada de parte de su carácter salvaje 4* para que nos acompañasen a la caza cuando éramos nómadas. Los gatos en cambio se los escogía únicamente porque se comían a los roedores. Los ratones eran un gran problema. Se comían el grano que guardábamos cuando pasamos a ser sedentarios.  De ahí obtenemos que los gatos nos han llegado casi sin adulterar en estos últimos 50.000 años y que los perros son lobos tontos. Que llevan mucho más tiempo con nosotros, lo cual me hace pensar que algo se les ha pegado.

Pero la gente que tiene mascotas no se limita a A o B. En Inglaterra se puso de moda el criar conejos como animal de compañía. Cuando alguien te dice que tiene un conejo es clásico hacer la gracia de «Con arroz estaría cojonudo«. Da igual que odies la paella. Tú lo dices. Hay gente que se envalentona y pasa a hacer otros comentarios humorísticos demostrando que saben lo que es un homónimo cuando quieren. Que en castellano cualquier cosa puede significar coño con poca imaginación. No puedes arreglarlo usando el nombre del conejo en latín «Oryctolagus Cuniculus» porque a estas alturas de frase todos habéis creído leer Cunnilingus y estáis volviendo a leerlo bien. Pese a que en nuestro país aún nos choca tener un lepórido en casa, empieza a ser cada vez más común. Y son animales adorables. Peludos y con tendencia a morir de asfixia autoerótica. Y si tienes gato, la juerga está asegurada.

Hay gente que tiene peces. Roedores. Incluso serpientes. Cuando preguntas a alguien si es de A y dice que «Si» no puedes descartar B. Hay más opciones y no tienen que ser excluyentes. Desgraciadamente la gente parece que haga oposiciones para ser simple de pelotas. Provocamos que todo sea monocromo. Y al final uno se cansa. Cierra los ojos y lo ve todo negro. Un solo color. Un sólo dolor de cabeza.

El conjunto es mucho más grande que lo que creemos. Tener opciones. Discutir opciones. Descubrir opciones. Elegir A y descubrir que no es lo mismo que A en cursiva o negrita. Darte cuenta que la caja A no existe. Que es un atajo. Un convenio. Tener interés genera ser interesante como accidente.

No hay cosa más triste que pensar que alguien cabe en una caja. Para eso ya habrá tiempo cuando muramos. *5

 

*0 Por ejemplo. Yo odio a Los Planetas y a Héroes del Silencio. Que qué tiene que ver eso con este texto. Nada. Pero estaba deseando soltarlo en algún momento con el alivio que ello representa.

*1 Aquí ando. Mi respuesta estándar. Si la vida fuese perfecta tendría subtítulos y debajo de mi «Aquí ando» se leería «Me apetece hablar de mi vida una mierda»

*2 Diagramas de Flujo. La historia del nombre no es la que pensáis. Se dice que cuando los diagramas fueron creados sobre el papel, los informáticos miraron alrededor y se dieron cuenta de dos cosas. Que eso era un campo de nabos y que la situación que observaban tenía visos de prolongarse en el futuro por mucho tiempo. Muchas palabras tenían significados extraños. Flujo era una de ellas. Por unanimidad se escogió ese nombre. Que menos que echarse unas risas a costa de su perpetua virginidad y sentirse integrados cuando alguien la usase en sociedad. Aunque ellos entendiesen otra cosa.

*3 . Si tenemos en cuenta que esto pueda estar pasando en los últimos veinte años explicaría mucho de la juventud actual. Si lees esto y tus padres te dicen que ya tenían perro cuando naciste, empieza a hacerte preguntas sobre tu educación y sobre un reprimido instinto a traer cosas cuando las lanza alguien al grito de «A por el palo Bobby»

*4. Quiero pensar que nosotros estamos haciendo la misma selección con nuestra clase política. Pero claro. Hasta llegar a un político manso y obediente vamos sufriendo los pasos intermedios. Así nos va.

*5 Una rara variación de todo este conjunto de cajas y mascotas es el gato de Schrödinger. Veréis. Erwin Schrödinger es quizás el anti ejemplo de físico. Tenía vida sexual. Cualquier físico teórico sabe que esto es muy raro. ¿Por qué? La profesión de físico teórico poco dista de meterse a monje, sólo que el celibato no es opción voluntaria, viene de serie.

Cuenta la historia que Schrödinger visitaba a una de sus amigas de investigación especializada en la rama de física cuántica. Dicha mujer era del perfil «Tía de 30 años soltera que se compra gato». En mitad del acto, el animal no dejaba de incordiar.  Erwin lo metió en una caja cerrada sin agujeros y el gato manifestó su descontento entre maullidos y bufidos. Cuatro horas después de tórrida pasión le extrañó que el felino estuviese en silencio, sin desprender ningún ruido. Erwin Schrödinger evitó airoso la situación tratando de explicar a la furiosa mujer que el gato podía estar tan muerto como podía estar vivo. El estado de desconcierto le permitió huir de la casa y no volver a ver a la chica por su seguridad. Por supuesto le contó la historia a Einstein el cual no supo estar callado y este a su vez altero un poco la versión. Nosotros la conocemos hoy tal y como nos ha llegado: «El gato de Schrödinger y la física cuántica»

No hay atajos a la felicidad

 

Pulso a la puntualidad

Soy un tío impuntual. Por decisión propia.  Creo que la puntualidad es una moda efímera. Una que tiene las horas contadas. Incluso los minutos. Es la única moda que lleva midiendo su duración desde que existe. La historia escrita del ser humano se remonta a unos 50.000 años. Si los relojes existen desde el siglo XIV, ¿a qué viene la prisa de los últimos seiscientos años? 1*

El tiempo no es de fiar. Cuántas veces los mismos diez minutos se han pasado volando o han durado una eternidad. A cuántos viernes de duración equivale un lunes. Qué es eso de que los años pasan volando. El tiempo es tan perjudicial que incluso su tándem con el espacio se ve afectado.

– Papa. ¿Falta mucho?

– Llegamos en cinco minutos.

– ¿Está muy lejos?

– Que va. Está aquí al lado.

Reconocedlo. En este dialogo habéis visto reflejadas las dos mentiras más grandes de vuestra infancia.

Llegar a tiempo requiere de una sincronización de casi carácter olímpico. Hay gente que elabora mentalmente un mapa de las horas a las cuales van a ir llegado todos. Ellos en su cabeza no ven nombres. Ven a la gente como relojes fuera de hora: «Ese de ahí es cinco minutos tarde. Ese, media hora tarde. El de allí es «Ya estoy llegando«. Esta es la gente que toma las decisiones como organizadores cuando ya se ha decidido el dónde. Ellos quieren decidir el cuándo. Para ello experimentan. Te dicen que llegues a las siete y diez. A otro le dicen que a menos cuarto. A un tercero a en punto. Parece algo muy inteligente si pensamos en condiciones ideales. Que la gente de un mismo grupo  no tiene la costumbre de olvidar a qué hora se había quedado. Por ello preguntan. Se desvela el pastel. Peor. Se pondrán a pensar que los demás van a llegar tarde y que mejor se pasarán luego. Al final todo el mundo aparecere a la hora que ellos crean que van a estar los demás más la suma de correspondientes retardos. Con grupos suficientemente grandes se ha dado el caso de quedar un viernes a las tres, y reportarse que aún seguía llegando gente el domingo.

Hora llegada = max (HoraIndividual)+Retraso 2*

Mis amigos cambiaban las horas a las que quedábamos para coordinar las llegadas. Yo ajustaba mi hora de llegada en función de cómo imaginaba que había sido calculada para mí. La impuntualidad cumple una labor social en los grupos de amigos. La espera escalona las críticas de los que aún van a venir. Sus trapos sucios. Las cosas de las que te has enterado que los demás aún no saben y puedes contar porque fulanito llega tarde. Ello llena la noche de miradas y coñas privadas fruto de las conversaciones sucedidas por el orden la llegada. Esas veces que miramos a los demás extrañados porque sonríen con frases inacabadas  y no puedes participar. No sabes si eres o no el protagonista. Sed listos y no lleguéis el último. Si lo hacéis solo observas. No participas. Ese es el castigo.

Dicen que la cortesía permisible suele ser un máximo de media hora. Con mucha gente podéis forzar el reloj mucho más allá de esos treinta minutos. Es un divertido juego en el que hay poco que perder. Si sois la parte afectada la experiencia dice que la mejor forma de evitarlo es quedar en un lugar dónde uno pueda estar esperar sentado. Preferiblemente tomando algo. Si queréis que la gente llegue antes sólo sugerid con anterioridad que el último paga. Esa premisa ha hecho más por la hora de llegada en el mundo que mil estrategias absurdas y millones de relojes. El consejo es gratis. De nada.

1* Supongamos los últimos trescientos. Los primeros relojes era aparatos enormes. El equivalente de pulsera de entonces sería como que te atases  a una viga de tu casa y dijeses «Mira mama, soy un caracol. Llevo mi casa conmigo». Un progenitor con un amor normal a su vástago respondería educadamente «No. Tú lo que eres es gilipollas».

2*Poner una formula ayuda a que la gente te crea el 93% de la veces 3*

3*Un porcentaje también, sin pensar si es cierto o no

 

Gluten y Apalabrados

Me habrán quitado el gluten, pero me han regalado un tema de conversación.

Soy celiaco. Eso no me hace mejor que el resto de la población mundial. No existen grupos de autoayuda en los cuales nos reunamos y hablemos de ello. No tenemos un saludo secreto que significa «Aquellos sabores que están más allá de nuestro mal«. Bueno. Esto último sí.

Celiaquía. Si cargas con algo de por vida por lo menos hace que suene bien. Si alguien te dice «Soy intolerante al huevo» o «Soy intolerante a la lactosa» la conversación no va a dar de mucho. No puedes comer huevo. No puedes tomar leche. Punto y final. Tú en cambio dices «Soy celiaco» y tienes confundido al personal.

-Soy celiaco.

-Vaya putada.

-Si me lio con una Celia algún día puedo morir.

<Silencio>

-¿Me pasas el pan?, celiaco de mierda.

No todo es incertidumbre. La gente empatiza con la celiaquía. Se identifican de forma mental y afectiva con tu problema ya que ellos no lo sufren. Pero el desconocimiento conduce a pasillos muy cerrados de conversación. Para entendernos. Después de decir que eres celiaco es AUTOMATICO que en los próximos minutos de conversación alguien use una de las siguientes frases. O ambas.

1. Menos mal que tienes el Mercadona

2. ¿ Y qué es lo que no puedes comer?

Lo del Mercadona es inevitable. Forma parte del imaginario nacional. Es una leyenda urbana. El equivalente al perro de Ricky Martin con la niña de la mermelada. La gente no puede contener el deseo de comentarte que el tío del Mercadona tiene un hijo celiaco. Una hija celiaca. Su sobrino es celiaco. Su perro es celiaco. Es un puto clan de la intolerancia al gluten. Tu escuchas. Con estoicismo. Como esas historias que viene una y otra vez. Oyes con cariño porque ves que el rumor crece. Se hace mayor. A ti te queda claro que el Señor Mercadona está concienciado superlativo. Que no se trata de la publicidad que le hacéis gratis cuando alguien os menciona que es un impedido de la harina. Tampoco tiene que ver con el precio con el que me las cobra. El icono de la espiga tachada es el cocodrilo de Lacoste de los celiacos.

Respecto a al punto de lo que no puedo comer. Yo sigo una regla básica y elemental. Si es apetecible y tiene un aspecto cojonudo seguro que está más allá de mis posibilidades. ¿Un bizcocho? Gluten. ¿Tarta? Doble Gluten. ¿Tostada con el desayuno? TriGluten. ¿Todas esas cosas que no te gustaban antes pero que ahora te han prohibido? InfinitiGluten. Pide carne, me dicen. El cocinero añade una salsa que por supuesto contiene gluten. El gluten mantiene a los celiacos en su lugar. Y si no están las trazas. Son como los matones del gluten. Están ahí para partirte las piernas si no sabes cuál es tu lugar en el sabor.

Esto solo es un atisbo de lo mucho que puedo decir. Un día escribiré como me han tratado como un enfermo en el VIPS. Como he gastado años de mi vida aprendiendo nombres y sabores de cerveza para no poder volverlas a tomar. Como mis  amigos celebraron con birras y bocadillos la noticia de mi intolerancia o como una chica escogió un restaurante vegetariano por hacerme un favor y no conseguí hacerle entender que el gluten no crece en los filetes.

Pero no sufro. Los celiacos jamás picamos del postre de la gente a la que invitamos a cenar. Y eso ya nos hace muy populares.

 

PS: Mi texto sobre la misantropía está ahí. Mirándoos a los ojos.

Una droga

Lo dijo Johnnie Walker

Pongamos la situación. Una playa. Una botella de vino. Arena. Las playas tienen arena. La gente cuando habla de la playa te cuenta lo bueno. El olor a sal. El sol. Los amaneceres. No mencionan la puta arena. Al menos no mencionan a la arena que yo os digo. Comprendo que sentir la arena bajo tus pies es algo maravilloso. Yo me refiero a la otra arena. A la que no sabe dónde está el límite de tus pies. La que acaba en tus bolsillos. Pelo. La que está en el pezón que te vas a meter en la boca. Esa arena. Por eso siempre pido a mis amigos que me traigan una botella de arena cuando van a la playa.

– Entrari. Aquí te tengo tu botella de arena. ¿Tanto te gusta?.

– Que va. Tengo la esperanza de crear una moda. Que yo y millones de anormales vaciemos las playas de arena con este método.

No me digáis que no es brillante.

Estaba yo con una amiga bebiendo vino tinto a la tres de la madrugada. Bebíamos como personas que llegan a razonamientos correctos a través de métodos equivocados. Dos verdades universales que comparto con vosotros: «Nunca os fiéis de alguien que diga que no bebe » y «Una botella vacía está llena de anécdotas».

La gente que no bebe no puede participar en esas conversaciones que contienen frases como «Iba tan pedo…» o «Esto que os cuento me lo han contado a mí, porque yo no recuerdo nada». Sentencias tan antiguas como la humanidad. El alcohol discrimina sobre los recuerdos. Nos protege. Las lagunas son lugares de la mente que atravesamos y de los que sólo recordamos sus orillas.

La memoria funciona así. Supón una noche. Supón tú y cinco amigos bebiendo. Tarde o temprano alguna de esas noches se os va de las manos. Hay una copa a partir de la cual todo es más borroso. Menos lineal. Mucho más social. Tan social, que hay días siguientes con reuniones de emergencia que se asemejan al CSI. Reconstruyendo lo vivido con una cerveza como si no se hubiese arrancado ninguna lección al día anterior. Experimentando esa rara sensación de no poder recordar lo que hiciste pero si en cambio  lo que hicieron los demás. Momentos como «baile sexy en tarima«, «equilibrio errado sobre acera» o «despertar matutino junto a desconocida» no se pierden gracias a eso. El alcohol evita el ridículo propio a costa del ajeno. El alcohol es un destilado del alma humana.

Un destilado del alma. En el latín destillāre: «Separar por medio del calor una sustancia volátil de otras que lo son menos» Todos sabemos que el fuego lo purifica todo. Desde el más insulso garrafón hasta la mejor de las ginebras, ahí queda nuestro yo más puro. Privados de la vergüenza, del criterio y por supuesto del equilibrio. No respondo de la resaca del día siguiente

– Ayer me dijiste que llamarías.

– No fui yo. Lo dijo Johnnie Walker

Por eso nunca digáis que no bebéis. No beber significa no ser de fiar. Significa que solo te quedan anécdotas normales. Que además las recuerdas. Recordar toda la vida a veces es una carga demasiado pesada sin poder comprobar si flota en unos rusos blancos, o una botella de vino en una playa. Y no me vengáis con apologías de alcoholismo. Hasta para eso hay que tener clase. Que se lo digan a Hemingway o a Bukowski.

La vida es más soportable con lagunas, mares y océanos. No va a ser todo continentes

Informático. Cómo no.

Los departamentos de IT, Sistemas, de cualquier empresa tienen la labor social de aunar gran parte del frikismo de la sociedad. Es una verdad como un templo. Una verdad peyorativa. Gente que está ahí lo mismo resolviéndote problemas como haber cambiado la fuente de Word a tamaño «Tengo un problema de pene pequeño» hasta del tipo «La sede norte de tu compañía está en llamas y los trabajadores bailan desnudos a su alrededor y no te invitan a participar»

Decir que toda la gente rara está en Informática es como decir que todas las tías de Recursos Humanos están tremendas o que las de Facturación no sabe cerrar las piernas. Verdades parciales. Y todo lo parcial es triste. Inacabado. Si al final dejamos que nuestra percepción social se guie por un consenso de mínimos, nos quedamos con los alegres chascarrillos de siempre. Los andaluces son graciosos. Los catalanes agarrats (no sé si existe, pero me lo invento para que suene a catalán). Los vascos se llaman Patxi. La gente de Extremadura es de Extremadura. A la gente de Madrid dejadnos en paz. Demasiado tenemos con albergar la Moncloa, el Constitucional, el Supremo, Telecinco y un lema titulado «De Madrid al Cielo» pero descubrir que no te dejan hacer que nada salte por los aires. Qué es un lema si no puedes glorificarlo: un tópico. Os lo dije.

 

En sistemas podemos parecer gente sin alma. Lo somos. El alma es un absurdo. El alma ocupa un espacio donde puedes almacenar 32GB de nuestra serie favorita, videos de gatos y cosas que no sabes ni como han llegado ahí (Discografía de el Fary, ¿Hola?, ¿en qué parte del proceso préstamo del USB has llegado ahí?).

Hablando con un compañero sobre estos clichés nos dimos cuenta de algo. Sistemas no es tan diferente de otros departamentos. Nuestras sensibilidades son diferentes. Pero somos iguales Dejadme ilustraros con este ejemplo:

 

Corro de mujeres (y algún macho gamma) agazapados en la segunda planta alrededor de alguien.

– Oh que mono.

– Oh que cosa.

– Oh que pequeñito es.

– Os tengo que traer el mío para que lo veáis.

En medio de la pequeña multitud, un orgulloso progenitor enseña fotos de su hijo, posiblemente de pocos meses de edad. Aún a catorce años de distancia de apuntarse a Tuenti y ser el generador de un desenfreno de decepciones en cascada que se remontan a una sencilla frase «Tengamos un hijo tan listo como yo y tan guapo como su madre»

 

Corro de varones (y algún mujer) agazapados en la primera planta alrededor de alguien.

– Oh que mono.

– Oh que cosa.

– Oh que pequeñito es.

– Os tengo que traer el mío para que lo veáis.

En medio de la pequeña multitud, un orgulloso propietario enseña su nuevo gadget. Comprado en alguna web de nombre impronunciable. Aún a meses de distancia de empezar a dar problemas con la batería y ser relegado al mercado de Segunda Mano por la compra de algo más pequeño, más rápido. Mejor

Quizás os haga gracia. Pero un asunto muy serio. Yo lo tendría en cuenta. Una vez me dijeron aquello de «Cuando te preguntes  cual es el órgano más importante, y tú digas «El cerebro» pregúntate quién está elaborando esa respuesta«. Bien. Cuando te rías de los informáticos piensa desde dónde estás leyendo este texto. Estamos en todos los sitios.

 

Pero sí a que traigas marsmallows o nubes para acompañar. Pagafantismo, un superpoder o una supermaldición (sé la respuesta, dejadme crear duda inútil)

Tipo de varón aún más bajo que el macho alfa, por debajo del beta y del macho recela. Por encima del Forever Alone y el Pagafantismo. Tenía la necesidad de matizarlo su ubicación dentro de la cadena reproductiva. Más a menos a altura de «Oh dios mio, ¿eso es tu hijo? ¡Mátalo, mátalo!»

Ya está el puto gracioso que respondió «El hígado«.

 

Smartphones y dormir

 

San Valentín. El santo de los valientes de poca estatura.

Soy un caos para las fechas. Para todas. No existe una fecha tan importante en esta vida como para que yo la recuerde. Esto tiene sus ventajas y desventajas. Con alguna de mis parejas este hecho ha estado a punto de costarme la vida. Pero se ve que entre los beneficios debe estar desconocer el día que voy a morir. Por tanto, dicho día no llega nunca, pese a merecerlo. Cómo morir si no estoy preparado. Quizás todos vosotros digáis que tampoco sabéis cuando la parca irá a visitaros. Seguro de que retenéis una o dos fechas importantes. Yo no. Os gano. Mi enorme desventaja en onomásticas al final es una ventaja y sigo vivo. Injustamente, pero vivo.

 

Twitter me ha recordado que mañana es San Valentín. Esto no cuenta como conocer una fecha. Al menos no cuenta porque lo sé después de haber leído a un montón de gente genial hacer coñas sobre el por culo que les da dicha celebración. Dicho sea de paso, más de la mitad de ellos seguro que ya han comprado el regalo. Ser ocurrente por un lado y agachar la cabeza por otro es una característica propia de este país. Me imagino esa situación que se repite cada año.

 

– Cariño, sabes que soy super rebelde.

– Si amor.

– Pero este año te he hecho un regalo porque no lo esperabas..

– Te quiero mi cosita..

(cosita se unta la cosa en nocilla porque no tiene para bombones y es el llorar y el crujir de dientes en los cuarteles de Nutella)

 

Yo ni me acordaba. Veréis. Estaba dibujando otra tira. Y es cierto. De repente caes y recuerdas que tenías un guión que le va que ni pintado. Pues nada. Dos tiras. Por eso de la continuidad. Y el mundo sigue girando.

 

San Valentín. No tengo ni puta idea de dónde viene. No voy a investigarlo. Pensemos en esos tres grupos característicos de esta fecha. Grupos que se odian entre sí.

  • Los que regalan.
  • Los que dicen que no regalan porque están por encima de ello.
  • Los que dicen que no regalan pero se van unos días antes o después a celebrar un anacrónico San Valentín.

No os engañéis. Cualquier cena que incluya algún corazón o plato acabado en «de los enamorados» es una cena de San Valentín. Eso afecta también a la semana antes y la de después de la fecha. Y el rosa. Ese color maléfico. Si hay color rosa es San Valentín. Si te atropella una apisonadora de color rosa en ese rango de fechas cuenta como apisonadora de San Valentín. El juez pondrá «Aplastamiento por amor» como causa probable y te lo grabaran en la lápida para vergüenza en el más acá. Avisados quedáis.

 

Me pregunto hasta cuánto asciende el armisticio de San Valentín en la vida de pareja. Lo digo para esas ocasiones en las que le pillan a uno con otra persona en la cama.

 

– Cariño. No es lo que parece

– Bien, ¿y qué parece?

– Bueno, a tu prima le duelen los brazos y por eso me abraza con las piernas.

 

No sé lo que os depara el día de mañana. Pero que os pille con los pantalones subidos. Un rato cuanto al menos. Conocer lo que le depara la noche a uno le estropea cualquier sorpresa.

Otra cosa, , ¿los pagafantas cuándo lo van a celebrar? Vamos. Un día llamado «The Friend Zone Day» iba a petarlo. Apuntadlo. Decid que aquí lo vimos llegar antes que nadie.

 

Romanticismo

Todos los Lunes cumple ocho años

evolucion

Todos los lunes cumple ya ocho años. Eso en tiempo de internet es mucho.

 

Tenemos la necesidad de comparar con referencias. Elevarlo a una nueva magnitud. Medidas como «estadios de fútbol», «años de perro», «piscinas», «cubatas»… Ignoro a cuántos «rusos  blancos» equivaldrá mi blog. Ignoro qué parte es el vodka de dicha bebida. Al menos tengo muy claro la parte que es el café. No me hagáis hablaros de la que es la leche.

 

La gente dice que escribe diarios. Si lo pensáis es un nombre ridículo. Es lo que ocurre con los nombres que buscan algún tipo de consenso. «Diario». Uno ve esa palabra y le dicen que es algo en lo que uno escribe sus cosas, lo que le pasa, en qué piensa.

 

– Y se llama diario porque escribes ahí todos los días.

– No, no. Yo escribo cuando puedo. Cuando me apetece.

– No me jodas.

 

Entiendo que llamarlo «Cuandomeapetecerario» es confuso. No voy a ponerme a pensar en qué nombre ponerle a algo en lo que escribes dos días a la semana o cuándo te viene en gana. Alguien muy listo debió pensar en esto y creó las Moleskines. Pequeños diarios despojados de su temporalidad. Ahora se está forrando. Yo al menos he contribuido comprándole una.

 

La gente como yo cree que los nombres dan sentido y significado a las cosas. También creo en los impulsos y en buscarle motivos a posteriori a todo. Ambas partes de mi pelean dentro de mi mente por saber quién tiene razón. Es como una disociación. Este blog se llama «Todos los Lunes«. Publico cuando me viene en gana o estoy de ánimo. Adivinad qué parte de mi cabeza ganó esa lucha.

 

Un blog es la pornografía de los diarios. Llevo 8 años escribiendo y dibujando lo primero que se me cruza por mi velada razón. Sin duda son un montón de «Rusos Blancos». Podría hacer estadísticas y aburriros. De hecho, sé aburriros solo escribiendo sin pretensión de ellos. Imaginad si pusiese ganas. Pero hoy me apetecía celebrarlo de alguna forma. Porque ocho años son un montón de tiempo, y porque esta debe de ser la primera vez que me he acordado de ello.

 

Gracias por venir. Os daría un apretón de manos afable. Distribuiría abrazos, pero entonces tendría que dejar de apuntaros con un arma.

 

A los cinco fans, más el ninja.

 

PS: Os dije que la iba a rehacer para las tazas…

 

Sentido de la Vida

Más tazas

Hace tiempo, hicimos un experimento una persona y yo sobre escribir pequeños párrafos. Todo en base a una frase y unas condiciones muy limitadas. El siguiente párrafo fue fruto de ese experimento.

Nada cambiará mi fe en los horóscopos. De pequeña creía que todo el cosmos cabía en el libro del zodiaco que leía mi madre. Imaginaba el futuro dentro de sus páginas. Soy un extraño caso de Géminis-Cáncer. Nací a las 12 de la noche justo cuando el 21 se convierte en 22 de Junio. “Un presagio”, decía ella. La vida se me iba a quedar pequeña como las mangas de los jersey que siempre me sacaba en invierno. “Eres cáncer, impulsiva y emocional, pero géminis: inteligente y con impaciencia por todo”, sobre sus piernas el gran libro y su dedo señalando: “Mira”.
Por eso hago tiempo en esta terraza. Con el corazón a punto de salir del pecho. Porque cáncer echó a correr cuando recibí una llamada. Porque géminis desde entonces piensa qué hacer. Y porque mi madre me dijo que el futuro estaba en las páginas de un libro.

Aún así, que el lector medio de este blog no languidezca. Ya hay preparadas dos tiras de esas que os gustan. De esas que dibujo para molestar a diversos grupos de sociedad tales como la gente que cree que los culos son mejores que las tetas, que los perros son mejores que los gatos, que teleco no es el hijo bastardo y desagradecido de la informática.

Por cierto. Llevo tiempo sopesándolo. Voy a pedir más tazas. ¿Alguien quiere unirse a hacer un pedido conjunto? Si eres de los que se quedaron sin su taza de «Tetas-Culos«, «Sentido de la Vida» o «Taza medio llena» puedes conseguirla por lo que nos cueste que las hagan (salieron a unos 8 euros). También puedes ver si hay alguna tira que te haga más gracia de las antiguas en www.bloj.net/entrari y todo es verlo.