Archive for the ‘Texto’ Category

Niños no

Aquí estoy yo mandando un mensaje anti niños el día de los Reyes Magos. Ese soy yo.

nenes-no

El origen de esta tira es una mezcla de un monologo que la gente parece adorar (también es fruto de conversaciones de twitter, ahem @yonosoyrara). Tener niños. Ser padres o madres de vástagos inaguantables. Monologo, porque la gente habla y yo prefiero pasar. Y ojo, me encanta el conflicto basado en un debate. No lo niego. En numerosas ocasiones mi opinión en un dialogo se basa en el punto opuesto a los participantes de la misma. Una vez localizo esa columna de discrepancia, me apoyo en ella cómodamente y empiezo a echar leña a la hoguera. Encender opiniones y verificar si son capaces de defenderlas.  Ver arder el mundo es un sentimiento tan bello.

Otra cosa son los temas en los que realmente sí que tengo una juicio definido. Al menos, uno que quiera manifestar. Como todo el mundo tengo una opinión. Por ello me reservo para compartirla con la gente que me importe de verdad. También con la gente que me molesta en exceso. El odio y el amor son así, dos sentimiento a tener en cuenta seriamente.

En un mundo que ya sobrepasa la sobrepoblación. En un mundo en el que por fin existen tantas opciones para disfrutar y viajar. En uno, en el que somos conscientes de que la vida es la que hay. En uno en el que mueres y a tomar por culo (Si, también ateo, pero eso es otra fiesta diferente). En un mundo así. En uno en el que cuando dices que no quieres tener niños la gente se echa las manos a la cabeza. En uno en el que tengo que discutir porque tratan de infligirme la opinión contraria.

No con ello quiero decir que la gente tenga que pensar igual que yo. Lo que quiero decir es que no tengo que pensar como los que me dicen «Deberías probar». Joder, ya esa frase me parece la mayor de las imprudencias. ¿Probar a tener un hijo? Y si no me gusta, ¿qué hago con los treinta años siguientes? Soy sencillo con lo que sé que no me gusta. En experimentos anteriores he probado en ir contra de mis instintos aconsejado a la aventura. Y el sentido común siempre se impuso al final.

Y no es miedo. Simplemente no quiero (ya tengo un pato)

Efectivamente, puedes considerar que estoy compartiendo una opinión sin buscar el conflicto. Es que a los cinco fanes que tengo se os aprecia.

Un saludo y feliz año

Update de las 21:00 horas: Nuevo vídeo del Dark Souls en DosMuertesPorMinuto. Aviso navegantes, contiene un gran contenido de lenguaje soez y patos

 

Y hype es esto

Felicidades. Si estás leyendo esto es que has llegado vivo hasta el final del 2014. Mientras que todos corremos por las calles al grito de “VIVOS, ESTAMOS VIVOS” o “PA HABERNOS MATAO” otros ya nos muestran lo que de puta madre que va a ser el 2015. ¿Para qué perder tiempo?

Las felicitaciones de año tienen mucho paralelismo con el mundo de los videojuegos. Yo os ilustro:

Cada año EA (Electronic Arts) saca un FIFA. Este año ha sido el 2014, antes fue el 2013. El que viene, con mala suerte, será el 2015. A EA le hubiese gustado que ese número no tuviera relación con el año pero si con el número de ediciones (o partes). Aunque lo han intentado no han podido ordeñar la vaca sagrada de los fifas desde el año 0.  Fue en 1994 cuando sacaron un juego de fútbol llamado FIFA94 y ahí se quedaron tan panchos.

Nos dijeron que el juego era la hostia. Que los jugadores eran la hostia. Que las equipaciones, la hostia puta. Malo no tenía que ser si se llamaba FIFA94. Joder, querían vender  la sensación de haber tenido ya 93 FIFAS detrás. Al menos eso es lo que debieron pensar los señores de marketing de EA (señores malvaderrimos mata sagas, pero eso es otra historia). Pero ocurre que al año siguiente el FIFA94 era la mierda porque los jugadores eran la mierda. Las equipaciones la mierda. Los gráficos totalmente algo del año pasado, … esas cosillas. Pero iban a sacar el FIFA95 que era la hostia con alas en todos los sentidos. Y más tarde llegó el  FIFA96 que incluía un palo para poder alejar el FIFA95 de nosotros sin tocarlo. – “Ni con un palo” decían. Gran campaña publicitaria, sí señor.  Viva el marketing.

Y así ha sido hasta nuestros días.

Cada año que abandonamos tiene el valor de lo vivido. Pero nos venden que el que se acerca es la hostia puta. Todos los años hacemos balance del que dejamos y el que viene tenemos la esperanza de que sea mejor. Da igual que haya sido un año impecable. El año que viene alberga el potencial de lo desconocido. Es la caja cerrada cuyo contenido desconocemos y aquí hemos venido a jugar. Cambiamos lo que tenemos por el contenido de esa caja. Bye bye 2014. Hola 2015. Va a ser mejor porque, vaya. Tiene un número más.

Eso se llama hype.

He empezado hablado de videojuegos con un ejemplo pésimo, el jodido FIFA. Yo me quedo con la versión del año de los RPGS (juegos de rol en general. No voy a ponerme a explicar los matices). El viaje a lo largo del año ha sido largo. Algunas partes han tediosas. Otras llenas de repeticiones pero necesarias para mantener el argumento. Incluso con los giros argumentales. Las cinemáticas cumplían su función para dar lugar al asombro y para mantener el interés en horas bajas. Sabes que no es el juego perfecto. No se pueden pasar los diálogos y algunas quest son repetitivas hasta vomitar. Pero oyes, lo has acabado y ocupa un lugar en la patata. Solo te queda disfrutar del final. Con los años miraremos atrás y la nostalgia hará el resto.

Por eso odio los juegos simuladores de fútbol. Porque me gusta vivir mis años como un juego de rol japonés.

Comida de empresa

 

Como propina desearos Feliz 2015. Recordad que este año es el único que acaba en 5 y que no rima con “Por el culo te la hinco”. He ahí el auténtico motivo de la vuelta de Ramonchu a las campanadas. Diez años ha tardado en superarlo el chaval.

Tenemos un canal de vídeo en el que nos creemos graciosos y somos graciosos. Hecho poco creíble por dos motivos

1. Una casualidad cósmica.

2. Venir por uno de los protagonistas del mismo.

Dadle al dedo y votad. Subscribiros malditos. Pensad en ello como nuestro regalo de navidad y hacednos felices. Si no, hacedlo por el pobre Timy. O por la ballesta que apunta a su única pierna buena. Sois geniales. (Sabemos que si fuera por vosotros el pobre Timy parecería un perchero de los flechazos que no vais a evitar, pero esa es la ilusión)

 

Tener un blog

Estoy harto de todo. Estoy harto de las mañanas. De los desayunos sin gluten. Estoy harto de escribir el mismo párrafo de mil formas diferentes para borrarlo. Estoy harto de echar de menos el frio. De añorar la nieve. De pasar calor. Harto, harto, harto. De decir las mismas frases de forma constante.  De cambiarles el orden. Estoy agotado de lunes. De respuestas repetidas. Del sabor del agua los domingos. Del sabor del viernes a las ocho de la mañana.  Me saturan los días cortos de 24 horas. De quedarme dormido. De perder el tiempo. De no descansar.

Tú eres un poco hater – Me dicen. Harto de gente así.

Me cansa la rutina. El mismo camino al trabajo y el mismo aparcamiento. De llenar veinte euros el depósito cada vez para los mismos kilómetros. Me fastidia el sol en mis ojos. El tráfico. Las conversaciones de Gran Hermano. De explicar que no tengo televisión. Me irrita enojarme por el enfado. Me asedia atosigarme de lo mismo. Me decepciona la expectativa.

Otras personas están peor que tú – Me exasperan los que se conforman.

Me ensaño con lo evidente. Señalo la estupidez ajena y en silencio maldigo la mía. Ofendo y rompo con lo que me molesta. Me encrespa lo que os disgusta. Me convierto en lo que os escandaliza.

Eso es tener un blog.

Seguimos con Dos Muertes Por Minuto. Sé que no comentáis y esas cosas, pero al menos echad un voto si os metéis a youtube. Que nos hace ilusión y es gratis. Efectivamente. Gratis

 

 

Patos, gameplays y IT Service

Novedades. Tercera semana en lo que vamos a llamar ya «periodicidad cafetil«. Instaros a seguir leyendo después de la tira y a visitar DosMuertesPorMinuto: nuestros increíble y maravilloso (así como con estrellas por encima) canal de gameplays en los que nos replanteamos la levedad del ser y cosas importantes. Todo ello siendo vapuleados una y otra vez por mecánicas de juegos que no dominamos. ¡Toma ya! Grandioso e irrepetible. Y si encontráis algo que se parezca siempre podré demostrar que nosotros fuimos los primeros en tener un pato como comentarista.

No, en serio. Id.

 ¡Qué vayáis!

Dionisio aparece

 

De regalo, he aquí la recopilación definitiva de frases dichas a usuarios desde asistencia en las que se les indica suavemente que “No es mi problema”

 

– ¿Ha reiniciado? ¿No? reinicie. Su problema debería solucionarse con el reinicio

– ¿Ha reiniciado? ¿Si?. He reiniciado su cuenta. Vuelva a reiniciar. Su problema debería solucionarse con el reinicio.

– Su cuenta estaba bloqueada. Espere un par de minutos y pruebe de nuevo.

– Su sesión estaba bloqueada. Espere cinco minutos y pruebe de nuevo.

– Hemos cambiado su clave. Por favor, espere un par de minutos a que se propague por los servidores.

– Los servidores están caídos. Espere un momento y vuelva a intentarlo.

– Lamentamos informarle que se trata de un problema generalizado. Estamos trabajando en ello para poder solucionarlo en el menor tiempo posible.

– Lamentamos informarle que se trata de un problema generalizado.¿Sus compañeros si pueden acceder? Eso es debido a que se han caido solo algunos servidores y no todos ustedes salen por el mismo cluster.  Estamos trabajando en ello para poder solucionarlo en el menor tiempo posible.

– Se ha lanzado un update en las máquinas este fin de semana. Es por ello que quizás su máquina necesite reiniciar.

– Vamos a reiniciar su máquina virtual. Por favor, una vez reiniciada espere cinco minutos antes de acceder

– El retraso que observa es absolutamente normal. Se estan realizando actualizaciones por debajo de su sistema con los últimos parches de seguridad.

– Por favor, envíe un correo con su petición porque necesitamos que dicha gestión se realice por escrito.

– Veo que la incidencia la tiene su grupo de soporte local. En breve contactaran con usted.

 

 

Aquí va la proporción de “tecnobable” (jerga técnica escogida al azar). Si estás a este nivel es que no saben muy bien lo que pasa.

 

–  Las tablas de DHCP de su router están llenas. Apague el router. Apague su equipo. Espere dos minutos y encienda primero el router y después el ordenador. Debería estar solucionado.

 

 

Y si nada de esto sirve, he aquí la artillería pesada.

– Perdone. No puedo oírle. Llame de nuevo o si no mande un correo a nuestro grupo de asistencia.

 

Es muy probable que algún día escuchéis algo remotamente parecido por un servicio técnico. Sabed que ese día tendréis al otro lado del teléfono alguien con tan poca idea de lo que pasa como vosotros.

De nada

El tradicional post de “Siento llevar un año sin publicar”

IRA 100%

            Llegas a casa. Arrojas la bolsa contra la cama mientras te dejas caer en la silla del ordenador. El estrépito que sale de la misma por el chocar de cubiertos y tuppers, despierta a lo lejos la voz de tu compañero de piso.

            – Eh, tío

            – ¡Eh! – respondes en un deje. Respuesta fática. La mitad de la vida nos la pasamos comprobando que existe un canal de comunicación más que aportando conversación. Smileys estúpidos de gatos. Cacas sonrientes del WhatsApp. “Me gustas” en Facebook, bajo a niños desnutridos del tercer mundo o fetos en un cubo de basura. Todo bajo la mirada obsesiva de la hora de la última conexión o del doble check azul de otra persona.

            Eres la gente que odias. Eres parte de una sociedad que rechazas. Eres un mendigo más a fin de mes, con un trabajo en el que se te infravalora. Eres tú pensando todo eso, sentado en la silla de tu habitación imaginando tu furia como textos de Chuck Palahniuk o Nick Hornby, que enseguida olvidas.

            Tomas un café y ya todo parece mucho mejor porque vuelves a dibujar.

 

IRA 50%

            Llegas a casa. Dejas tus cosas sobre la cama mientras te dejas caer en la silla y enciendes el ordenador. El ruido de los cubiertos te recuerda que vas a tener que lavarlos. No estás solo, porque tu compañero de piso hoy no ha ido a trabajar.

            -Eh, tío.

            -¡Eh! – respondes.

            Te replanteas muchas de las conversaciones del día de hoy. Como cada día a estas horas, te imaginas tomando a partir de mañana decisiones profesionales diferentes. En tu mente, Morgan Freeman es la voz en off que hace salvable la rutina de tu trabajo mientras lo realizas.

            Tomas un café y ya todo parece mucho mejor porque vuelves a dibujar.

 

IRA 0% y de cañas con la gente

            Llegas a casa. Con una voltereta mortal dejas las cosas sobre la cama. En el mismo movimiento enciendes el ordenador, caes sobre la silla, te quitas las zapatillas, te pones ropa cómoda, cuelgas la colada, imaginas un sistema para sacar agua en el desierto y demuestras que Hello Kitty realmente es un gato.

            – Eh tío – gritas a tu compañero de piso. Porque vives con más gente y piensas que si se pierde la educación, pues a tomar por culo. Además, es feo que se note que te has ido de tintos de verano en la comida; y tú disimulas de puta madre, pese a que sea un don que no te reconoce nadie. Te pones a pensar que cómo se sabe quién disimula perfectamente. Que si alguien es tan bueno disimulando el mero reconocimiento de que se disimula es no disimular en sí; y por tanto, solo puede afirmar haber sido el mejor disimulador hasta el momento de la entrega del premio. Así que la entrega del premio al mejor disimulador es básicamente una jubilación anticipada de dichos profesionales del puesto número uno. Esas cosas.

            -¡Eh! responde tu compañero de piso mientras hace aspavientos porque estás como ido. 

            Piensas que cuando decidas escribir un libro lo harás de puta madre. Que no empiezas porque no tienes tiempo. Que siempre se puede empezar desde cero y que vas a empezar a tomar decisiones complicadas. Que valorarás si te hacen sentir realizado o no. Que le jodan a las facturas. Sobrevivir está sobrevalorado.

            Tomas un café y ya todo parece mucho mejor porque vuelves a dibujar

Kamikazes del dialogo

Vivimos en una sociedad dónde la posibilidad de comunicación se confunde con la obligatoriedad de trasmitir. Pertenecemos a un mundo dónde las personas pueden acceder a todo tipo de conocimiento a golpe de abusiva tarifa de datos con permanencia draconiana. Seres conscientes de lo pueril, de lo absurdo y de lo trágico y a la vez de lo innecesario. Sabiduría de chichinabo. Erudición del mismo valor que una verruga en el intelecto.  Un bagaje baldío pero que consideran valioso. Y desgraciadamente esa es la única premisa que necesitan para compartirlo. Para manifestar su superflua opinión. Para forzar un dialogo que inventan en pos de mendigar el aprecio debido. Y aunque son muy pocos,  el día es vasto y las probabilidades suficientes. Una ecuación de Drake pero sin posibilidad de encontrar inteligencia. Ninguno estamos a salvo.

Hay gente que es una kamikaze de la conversación. Gente que decide poner sus deseos de confraternizar por encima de toda prudencia conversacional. “Hablar de algo sin que te partan la cara”. Ya no soy de los que empiezan una conversación a ciegas. Sufrí del aprendizaje que llamamos adolescencia. Me equivoqué a menudo. Era más inocente. Crucé intentos de charla ocasional por la noche. En fin de semana. Con alguna copa de más. Con gente que tuviese al menos una 95D y serios indicios de mostrar XX en par cromosómico 23. Soy un tío de ciencias y de tetas. Todo se reduce a números.

Kamikazes de la conversación. Hablar con desconocidos es incómodo. La conversación tiene unas reglas básicas para que se desarrolle la misma. Qué menos que la persona que fuerza el dialogo disponga de un campo conocido para esta tenga lugar La humanidad ha establecido temas universales para que podamos desenvolvernos con cierta soltura en los momentos en los que el dialogo es inevitable. Preguntar por el tiempo. Criticar la acción del árbitro en el último partido. Quejarte de cómo están las cosas (Eso sí. Ocultando inteligentemente que no se piensa levantar un puto dedo para que cambien. Ojo). Incluso aunque no tengas ni puta idea de qué cojones está hablando al otro. Incluso aunque no estés de acuerdo. Incluso aunque te importe una mierda. Hay un tema, puedes intentar zafarte simulando un mínimo interés. Son las reglas. Tu interlocutor tratará de secuestrar la conversación lo máximo posible hasta llenar el espacio que el contexto disponga, por ejemplo, que llegue a su piso y abandone el ascensor. Que llegue el autobús. Que sea su turno en la carnicería. El dialogo consigue lo que quiere. Un contacto con otro ser humano para olvidar miserias y espera. A cambio, tu pierdes unos segundos en forma de charla intrascendente que jamás volverán. Sigues vivo.

Todos tenemos alguien así en nuestras vidas. La conversación ocurre y te lamentas. Puede que el único vinculo que exista es que viva en tu mismo bloque. Que trabajéis en la misma compañía de diez mil personas. Que seáis de la misma ciudad de cuatro millones de habitantes. Un vinculo cuya fortaleza es infinitesimal. Invisible. Inexistente. Pero suficiente para nuestro kamikaze.

Tiendo a hacer que las cosas hereden apego en función de los buenos momentos que paso con ellas. Dune es mi libro favorito. Debí leerlo como con catorce años y ya van como unas cinco o seis relecturas. A pesar de tener varias ediciones, para mí la original será la de la editorial Acervo, actualmente cerrada y por tanto descatalogado. Lo leí de préstamo en una biblioteca municipal. Estuve unido a sus frágiles páginas hasta el final. Pasé por dónde otros lectores habían estado. Supe de su existencia por la huella dejada de la fecha de devolución. Un sello en la primera página. Lamenté el sonido de los lomos ya cuarteados al avanzar en la lectura por culpa de otros que no habían tenido cuidado. Sentí pena al ponerlo en el mostrador de devoluciones condenándolo de nuevo a una estantería. Quería ese libro. Para mí no había mejor lugar que tenerlo conmigo. No pudo ser. Al tiempo Plaza y Janes se hizo con los derechos de edición de Dune bajo la misma traducción. La adquirí. La regalé. La volví a comprar. Me hice más tarde con una edición en inglés. Después conseguí la edición de Planeta de Agostini. Me junté como con cinco copias del mismo libro. Pero no esa edición. Yo necesitaba la irregular portada y defectuoso papel de la edición de Acervo porque para mí siempre representaría la primera que leí. Pasé como diez años lanzando indirectas a todas las mujeres que habían pasado por mi vida y amigos. Que el mejor regalo que hasta entonces nadie podría hacerme sería encontrar ese libro en esa edición en particular. Porque la nostalgia funciona así. Porque un recuerdo se puede pegar a otro y recordaría a la persona que se habría esforzado tanto en encontrar algo tan valioso para mí. Pero nadie lo hizo. Poca gente sabe lo importante que es regalar un libro adecuado. Hace tres o cuatro años lo encontré yo mismo el libro por unos míseros seis euros en perfecto estado. Ahora recuerdo y visito a menudo esa librería buscando más ejemplares que me sorprendan. Así son los recuerdos.

 

Indeseable. Señalando al ebook –  Vaya mierda es eso que ahí tienes

Yo: – Que te folle un pez puto anormal de mierda. Es un ebook.

Indeseable: Pues es una mierda, ¿no?

Yo. Muere. No, es un ebook.

 

Ni «Buenos días». Ni “Joder, qué tiempo de mierda”. Un ebook. Habéis leído sobre mi libro favorito. Pensad en los cientos de libros que han podido pasar por tus manos en un libro electrónico. En la cantidad de cariño que un dispositivo puede heredar sólo de las buenas lecturas. Un libro nuevo. Unos zapatos. Un flamante reloj. Esa tablet tras la que ibas detrás para ver tus series. Un móvil de los que se te para el alma cuando cae al suelo. Pensad en lo que os haga más felices. Un kamikaze de la conversación llega y se caga en lo más sagrado que tengas esperando una respuesta opuesta. Un kamikaze es a una conversación lo mismo que cercenar un brazo a un moribundo para comprobar si está vivo. Un kamikaze de la conversación. Un imbécil cuya voz y dialogo es un arma cuyo alcance máximo es de un metro pero una onda expansiva de veinte.

Y como he empezado este texto. Todo esto porque vivimos en un mundo dónde se confunde posibilidad de comunicación con la necesidad de hacerlo. Anda y que os follen

Informática

Pulso a la puntualidad

Soy un tío impuntual. Por decisión propia.  Creo que la puntualidad es una moda efímera. Una que tiene las horas contadas. Incluso los minutos. Es la única moda que lleva midiendo su duración desde que existe. La historia escrita del ser humano se remonta a unos 50.000 años. Si los relojes existen desde el siglo XIV, ¿a qué viene la prisa de los últimos seiscientos años? 1*

El tiempo no es de fiar. Cuántas veces los mismos diez minutos se han pasado volando o han durado una eternidad. A cuántos viernes de duración equivale un lunes. Qué es eso de que los años pasan volando. El tiempo es tan perjudicial que incluso su tándem con el espacio se ve afectado.

– Papa. ¿Falta mucho?

– Llegamos en cinco minutos.

– ¿Está muy lejos?

– Que va. Está aquí al lado.

Reconocedlo. En este dialogo habéis visto reflejadas las dos mentiras más grandes de vuestra infancia.

Llegar a tiempo requiere de una sincronización de casi carácter olímpico. Hay gente que elabora mentalmente un mapa de las horas a las cuales van a ir llegado todos. Ellos en su cabeza no ven nombres. Ven a la gente como relojes fuera de hora: «Ese de ahí es cinco minutos tarde. Ese, media hora tarde. El de allí es «Ya estoy llegando«. Esta es la gente que toma las decisiones como organizadores cuando ya se ha decidido el dónde. Ellos quieren decidir el cuándo. Para ello experimentan. Te dicen que llegues a las siete y diez. A otro le dicen que a menos cuarto. A un tercero a en punto. Parece algo muy inteligente si pensamos en condiciones ideales. Que la gente de un mismo grupo  no tiene la costumbre de olvidar a qué hora se había quedado. Por ello preguntan. Se desvela el pastel. Peor. Se pondrán a pensar que los demás van a llegar tarde y que mejor se pasarán luego. Al final todo el mundo aparecere a la hora que ellos crean que van a estar los demás más la suma de correspondientes retardos. Con grupos suficientemente grandes se ha dado el caso de quedar un viernes a las tres, y reportarse que aún seguía llegando gente el domingo.

Hora llegada = max (HoraIndividual)+Retraso 2*

Mis amigos cambiaban las horas a las que quedábamos para coordinar las llegadas. Yo ajustaba mi hora de llegada en función de cómo imaginaba que había sido calculada para mí. La impuntualidad cumple una labor social en los grupos de amigos. La espera escalona las críticas de los que aún van a venir. Sus trapos sucios. Las cosas de las que te has enterado que los demás aún no saben y puedes contar porque fulanito llega tarde. Ello llena la noche de miradas y coñas privadas fruto de las conversaciones sucedidas por el orden la llegada. Esas veces que miramos a los demás extrañados porque sonríen con frases inacabadas  y no puedes participar. No sabes si eres o no el protagonista. Sed listos y no lleguéis el último. Si lo hacéis solo observas. No participas. Ese es el castigo.

Dicen que la cortesía permisible suele ser un máximo de media hora. Con mucha gente podéis forzar el reloj mucho más allá de esos treinta minutos. Es un divertido juego en el que hay poco que perder. Si sois la parte afectada la experiencia dice que la mejor forma de evitarlo es quedar en un lugar dónde uno pueda estar esperar sentado. Preferiblemente tomando algo. Si queréis que la gente llegue antes sólo sugerid con anterioridad que el último paga. Esa premisa ha hecho más por la hora de llegada en el mundo que mil estrategias absurdas y millones de relojes. El consejo es gratis. De nada.

1* Supongamos los últimos trescientos. Los primeros relojes era aparatos enormes. El equivalente de pulsera de entonces sería como que te atases  a una viga de tu casa y dijeses «Mira mama, soy un caracol. Llevo mi casa conmigo». Un progenitor con un amor normal a su vástago respondería educadamente «No. Tú lo que eres es gilipollas».

2*Poner una formula ayuda a que la gente te crea el 93% de la veces 3*

3*Un porcentaje también, sin pensar si es cierto o no

 

Lunares

No recuerdo este techo. No contigo. No con nadie. Inclinado. Su ventana a un cielo sin luna. Apaisado blanco perdido contra tu cuerpo. Podría estar la noche plagada de estrellas. Podrían millones de orbes parpadeantes buscando mi atención con su tintineo. Gritar mi nombre. Oscuridad perfecta. Pero yo navego por tu cuerpo en pos de tus lunares.

Mis manos mesan las olas de tu cabello. Su cascada bermeja por las paredes de tu espalda. De tu cuello. Tus senos. Tu pelo está vivo y lo encuentro en cada uno de tus besos. Busca que mis dedos lo acaricien mientras lo apartan. Formar parte de esas veces que nuestros labios se encuentran y nuestras lenguas se abrazan. Proteger tu nuca cuando muerdo para sentir como te estremeces. Vestir tu desnudez de oro y luz de velas. Tu pelo vainilla.

Uno los puntos de tu piel. Tu misterio se halla bajo el secreto del dibujo que marcan las puntas de mis dedos. Uno en tu cuello. Otro en tu espalda. En tu brazo. Repaso esas líneas en mi mente dibujando con caricias. Vuelvo atrás cuando descubro que pasé por alto alguno y empiezo de nuevo. Inspiro cuando me tocas con tus pequeñas manos. Cuando tu yema de tu dedo en mi boca me manda callar. ¡Shhh!.  Un nuevo lunar. Eres la piedra Rosetta. En ti están grabadas tu risa, tus gemidos, tu piel. Cuando descifre uno de ellos podré por fin comprenderte.

No pierdo el control. No puedo perder algo que no tengo a tu lado. No se puede mantener la calma en el tifón de nuestros cuerpos. Absorbiéndome a tu interior hasta el fundido a negro que hay cuando cierras tus ojos y abres tus labios entre gemidos. Cuando yo lo hago para implorar que no pares. Cuando tu cuerpo choca contra mí. Cuando siento los arrecifes del placer quebrar mis tablas y sé que en algún momento me romperé. Me volcaré contra ti. En ti. Dentro tuya. Pero no ahora. Mis dedos se aferran a tus pechos. Acarician sus perfectas aureolas como un amante atento. Como suplicando perdón por cogerlos por fuerza. La marea de nuestras caderas lo exige. Pienso en tus lunares y te miro a los ojos. Cada vez más cerca. Tanto que todos tus labios ahora tienen algo de mí.

El silencio tan frágil como la oscuridad. Rasgamos ambos. Juntos. Arqueando los sonidos de nuestros cuerpos cuando se encuentran y se abandonan. Sesgando respiraciones inconclusas. Acabando palabras. Maldiciendo cuando paras y cuando paro. Tu voz y tus manos guían mi boca a tus rizos mates y ocultos. Eres una sirena con cuyo alma juego y aspiro hasta el clímax. Hasta tu grito mudo cuando me atrapas entre el dibujo de tus medias. Y te dejas caer. Cansada. Dormida. En tu pequeña muerte. Para regresar.

Sigo el dibujo de tus lunares toda la noche. Me he perdido uno. Tendré que volver.

Gluten y Apalabrados

Me habrán quitado el gluten, pero me han regalado un tema de conversación.

Soy celiaco. Eso no me hace mejor que el resto de la población mundial. No existen grupos de autoayuda en los cuales nos reunamos y hablemos de ello. No tenemos un saludo secreto que significa «Aquellos sabores que están más allá de nuestro mal«. Bueno. Esto último sí.

Celiaquía. Si cargas con algo de por vida por lo menos hace que suene bien. Si alguien te dice «Soy intolerante al huevo» o «Soy intolerante a la lactosa» la conversación no va a dar de mucho. No puedes comer huevo. No puedes tomar leche. Punto y final. Tú en cambio dices «Soy celiaco» y tienes confundido al personal.

-Soy celiaco.

-Vaya putada.

-Si me lio con una Celia algún día puedo morir.

<Silencio>

-¿Me pasas el pan?, celiaco de mierda.

No todo es incertidumbre. La gente empatiza con la celiaquía. Se identifican de forma mental y afectiva con tu problema ya que ellos no lo sufren. Pero el desconocimiento conduce a pasillos muy cerrados de conversación. Para entendernos. Después de decir que eres celiaco es AUTOMATICO que en los próximos minutos de conversación alguien use una de las siguientes frases. O ambas.

1. Menos mal que tienes el Mercadona

2. ¿ Y qué es lo que no puedes comer?

Lo del Mercadona es inevitable. Forma parte del imaginario nacional. Es una leyenda urbana. El equivalente al perro de Ricky Martin con la niña de la mermelada. La gente no puede contener el deseo de comentarte que el tío del Mercadona tiene un hijo celiaco. Una hija celiaca. Su sobrino es celiaco. Su perro es celiaco. Es un puto clan de la intolerancia al gluten. Tu escuchas. Con estoicismo. Como esas historias que viene una y otra vez. Oyes con cariño porque ves que el rumor crece. Se hace mayor. A ti te queda claro que el Señor Mercadona está concienciado superlativo. Que no se trata de la publicidad que le hacéis gratis cuando alguien os menciona que es un impedido de la harina. Tampoco tiene que ver con el precio con el que me las cobra. El icono de la espiga tachada es el cocodrilo de Lacoste de los celiacos.

Respecto a al punto de lo que no puedo comer. Yo sigo una regla básica y elemental. Si es apetecible y tiene un aspecto cojonudo seguro que está más allá de mis posibilidades. ¿Un bizcocho? Gluten. ¿Tarta? Doble Gluten. ¿Tostada con el desayuno? TriGluten. ¿Todas esas cosas que no te gustaban antes pero que ahora te han prohibido? InfinitiGluten. Pide carne, me dicen. El cocinero añade una salsa que por supuesto contiene gluten. El gluten mantiene a los celiacos en su lugar. Y si no están las trazas. Son como los matones del gluten. Están ahí para partirte las piernas si no sabes cuál es tu lugar en el sabor.

Esto solo es un atisbo de lo mucho que puedo decir. Un día escribiré como me han tratado como un enfermo en el VIPS. Como he gastado años de mi vida aprendiendo nombres y sabores de cerveza para no poder volverlas a tomar. Como mis  amigos celebraron con birras y bocadillos la noticia de mi intolerancia o como una chica escogió un restaurante vegetariano por hacerme un favor y no conseguí hacerle entender que el gluten no crece en los filetes.

Pero no sufro. Los celiacos jamás picamos del postre de la gente a la que invitamos a cenar. Y eso ya nos hace muy populares.

 

PS: Mi texto sobre la misantropía está ahí. Mirándoos a los ojos.

Una droga

Es de informática.

Por la naturaleza de internet, la red está plagada de textos relacionados con gente que trabaja como informático. De hecho, es irónico que se diga “la naturaleza de” cuando se habla de algo artificial. Llevo usando un ordenador tanto tiempo que no lo mido por años. Lo hago por dioptrías. Si alguna vez hacen el corte hístico de mi ojo será como leer los anillos de un árbol. Me imagino a un cirujano asomado a mi humor vítreo ¹* leyendo las diferentes etapas de mi vida.

 

– Mira, ahí es de cuando las resoluciones eran de 640×480. ²*

– ¿Y toda esa zona dañada alrededor de los quince años?

– Ah, eso. El porno codificado del Plus.

 

Los departamentos de informática a lo largo del globo sufrimos de un mismo mal. Somos los pringados que arreglan las cosas. Infinita empatía mecánica a costa de nula vida social. Este estigma no se hereda en el trabajo, vienes con él de nacimiento. ³* Las solicitudes de trabajo para este tipo de puestos son siempre iguales. Recursos Humanos te convoca. Te hacen las preguntas sobre expectativas laborales. Sueldo. Experiencia. Mientras, sigilosamente, hacen clic en algún sitio de la pantalla diciendo a la vez «Vaya, otra vez el Excel me hace cosas«. En ese momento empieza la autentica entrevista. Tengo amigos que han acabado configurando Blackberrys, desfragmentando discos duros y arreglando el iTunes. Depende de si es una multinacional, de la competencia que haya y lo rápido que quieras empezar a convertirte en el acosador de la chica de Recursos Humanos. A veces hasta piratear la Wii.

 

Aún así los departamentos de informática tratan de crear una estructura para sentirnos distintos. Una ilusión, como el agua de sabores. Puedes tener en una misma planta a Helpdesk, Desarrollo, Hardware, Infraestructura... hacer incluso niveles de responsabilidad: “Primer nivel, Segundo, Tercero sin Ascensor…”. No sirve de nada ⁴*. La gente sigue diciendo «Informática» mientras señala a nuestro pequeño microcosmos. Hay un dicho común entre nosotros: Pobre del que esté en el camino del dedo apuntador.”

 

Funcionamos por asociación. Si cuando llegas al bus ya hay tres personas en fila, te pones detrás. Si ves que hay bulto, pues al bulto. Ese el proceso relacional  que sigue la gente cuando pide cosas a un informático.

 

– Toma, ¿puedes arreglarlo?

– Es un tostador.

– Si, ya lo veo. ¿Puedes arreglarlo?

– Ehm. Soy informático. No electricista.

– No entiendo. Tiene un cable. Mira.

(Coge el cable, sosteniéndolo frente a tu cara como si él que no lo entendiese fuese tú)

 

Esta historia ha dado lugar a montones de variantes. Nos las pasamos los unos a otros como herencia. La del señor que cuando le dices por teléfono que cierre la ventana del navegador te pregunta si esa es la del salón o la del dormitorio. La del tipo que te dice que el posavasos funciona mal porque se mete al cabo de un rato. La de la señora que te devuelve el acelerador porque es muy pequeño y trae un ratón. La del tipo que le pides un pantallazo y hace una foto con el móvil al monitor ⁵*

 

Sigamos escaqueándonos del sentido común al grito “Yo es que no valgo para la informática”. Es el nuevo “Es que es mi primer día”. Y si no, tiempo al tiempo.

 

¹*: El humor vítreo sufrió una de las primeras asignaciones laborales inadecuadas. Inicialmente esperaba ocupar algún tipo de lugar importante como el humor negro o el verde. Al final acabó en una de esas entrevistas de dinámica en grupo junto con el humor blanco. Adivinad quién se quedó con el puesto. Más tarde le surgió un puesto temporal en el ojo mientras buscaba algo de lo suyo. Ahí sigue. Como esos ingenieros industriales que te sirven cafés y que te los tiran encima por accidente con un preciso ángulo de 32º en caída parabólica. Rango de temperatura entre 65 a 72 grados Celsius.

 

²*Todo el mundo sabe de resoluciones. O eso creo yo cuando os oigo hablar de vuestros iPhones con pantallas Truemotherfucker a prueba de babas de hipster y de dedos llenos de muffin del Starbucks

 

³* El proceso es sencillo. Los padres de uno compraban un video. Si sabías programarlo te regalaban el ordenador. Si no, un balón de futbol.

 

⁴* Para demostrarlo, un verano añadimos la figura de titulo, aparte de grupo y nivel. Yo era Mariscal de Primer Nivel de IT y un amigo Barón Segundo de Infraestructura. Figuraba en la firma de los correos corporativos que enviábamos. La coña duró un mes.

 

⁵*Todas verídicas. En esta última llegamos a la conclusión de que podía haber sido peor. Que se podría haber presentado el susodicho y habernos golpeado con la pantalla en la cara tal y como se lo habíamos pedido. En ese caso a ver quién se sacrifica para decirle que no tiene razón mientras los demás corren ⁶*

 

⁶* Yo no.

No es infomática