Archive for the ‘Monologo interior’ Category

San Valentín. El santo de los valientes de poca estatura.

Soy un caos para las fechas. Para todas. No existe una fecha tan importante en esta vida como para que yo la recuerde. Esto tiene sus ventajas y desventajas. Con alguna de mis parejas este hecho ha estado a punto de costarme la vida. Pero se ve que entre los beneficios debe estar desconocer el día que voy a morir. Por tanto, dicho día no llega nunca, pese a merecerlo. Cómo morir si no estoy preparado. Quizás todos vosotros digáis que tampoco sabéis cuando la parca irá a visitaros. Seguro de que retenéis una o dos fechas importantes. Yo no. Os gano. Mi enorme desventaja en onomásticas al final es una ventaja y sigo vivo. Injustamente, pero vivo.

 

Twitter me ha recordado que mañana es San Valentín. Esto no cuenta como conocer una fecha. Al menos no cuenta porque lo sé después de haber leído a un montón de gente genial hacer coñas sobre el por culo que les da dicha celebración. Dicho sea de paso, más de la mitad de ellos seguro que ya han comprado el regalo. Ser ocurrente por un lado y agachar la cabeza por otro es una característica propia de este país. Me imagino esa situación que se repite cada año.

 

– Cariño, sabes que soy super rebelde.

– Si amor.

– Pero este año te he hecho un regalo porque no lo esperabas..

– Te quiero mi cosita..

(cosita se unta la cosa en nocilla porque no tiene para bombones y es el llorar y el crujir de dientes en los cuarteles de Nutella)

 

Yo ni me acordaba. Veréis. Estaba dibujando otra tira. Y es cierto. De repente caes y recuerdas que tenías un guión que le va que ni pintado. Pues nada. Dos tiras. Por eso de la continuidad. Y el mundo sigue girando.

 

San Valentín. No tengo ni puta idea de dónde viene. No voy a investigarlo. Pensemos en esos tres grupos característicos de esta fecha. Grupos que se odian entre sí.

  • Los que regalan.
  • Los que dicen que no regalan porque están por encima de ello.
  • Los que dicen que no regalan pero se van unos días antes o después a celebrar un anacrónico San Valentín.

No os engañéis. Cualquier cena que incluya algún corazón o plato acabado en «de los enamorados» es una cena de San Valentín. Eso afecta también a la semana antes y la de después de la fecha. Y el rosa. Ese color maléfico. Si hay color rosa es San Valentín. Si te atropella una apisonadora de color rosa en ese rango de fechas cuenta como apisonadora de San Valentín. El juez pondrá «Aplastamiento por amor» como causa probable y te lo grabaran en la lápida para vergüenza en el más acá. Avisados quedáis.

 

Me pregunto hasta cuánto asciende el armisticio de San Valentín en la vida de pareja. Lo digo para esas ocasiones en las que le pillan a uno con otra persona en la cama.

 

– Cariño. No es lo que parece

– Bien, ¿y qué parece?

– Bueno, a tu prima le duelen los brazos y por eso me abraza con las piernas.

 

No sé lo que os depara el día de mañana. Pero que os pille con los pantalones subidos. Un rato cuanto al menos. Conocer lo que le depara la noche a uno le estropea cualquier sorpresa.

Otra cosa, , ¿los pagafantas cuándo lo van a celebrar? Vamos. Un día llamado «The Friend Zone Day» iba a petarlo. Apuntadlo. Decid que aquí lo vimos llegar antes que nadie.

 

Romanticismo

Todos los Lunes cumple ocho años

evolucion

Todos los lunes cumple ya ocho años. Eso en tiempo de internet es mucho.

 

Tenemos la necesidad de comparar con referencias. Elevarlo a una nueva magnitud. Medidas como «estadios de fútbol», «años de perro», «piscinas», «cubatas»… Ignoro a cuántos «rusos  blancos» equivaldrá mi blog. Ignoro qué parte es el vodka de dicha bebida. Al menos tengo muy claro la parte que es el café. No me hagáis hablaros de la que es la leche.

 

La gente dice que escribe diarios. Si lo pensáis es un nombre ridículo. Es lo que ocurre con los nombres que buscan algún tipo de consenso. «Diario». Uno ve esa palabra y le dicen que es algo en lo que uno escribe sus cosas, lo que le pasa, en qué piensa.

 

– Y se llama diario porque escribes ahí todos los días.

– No, no. Yo escribo cuando puedo. Cuando me apetece.

– No me jodas.

 

Entiendo que llamarlo «Cuandomeapetecerario» es confuso. No voy a ponerme a pensar en qué nombre ponerle a algo en lo que escribes dos días a la semana o cuándo te viene en gana. Alguien muy listo debió pensar en esto y creó las Moleskines. Pequeños diarios despojados de su temporalidad. Ahora se está forrando. Yo al menos he contribuido comprándole una.

 

La gente como yo cree que los nombres dan sentido y significado a las cosas. También creo en los impulsos y en buscarle motivos a posteriori a todo. Ambas partes de mi pelean dentro de mi mente por saber quién tiene razón. Es como una disociación. Este blog se llama «Todos los Lunes«. Publico cuando me viene en gana o estoy de ánimo. Adivinad qué parte de mi cabeza ganó esa lucha.

 

Un blog es la pornografía de los diarios. Llevo 8 años escribiendo y dibujando lo primero que se me cruza por mi velada razón. Sin duda son un montón de «Rusos Blancos». Podría hacer estadísticas y aburriros. De hecho, sé aburriros solo escribiendo sin pretensión de ellos. Imaginad si pusiese ganas. Pero hoy me apetecía celebrarlo de alguna forma. Porque ocho años son un montón de tiempo, y porque esta debe de ser la primera vez que me he acordado de ello.

 

Gracias por venir. Os daría un apretón de manos afable. Distribuiría abrazos, pero entonces tendría que dejar de apuntaros con un arma.

 

A los cinco fans, más el ninja.

 

PS: Os dije que la iba a rehacer para las tazas…

 

Sentido de la Vida

De qué hablo yo cuando hablo de correr

Yo nunca he sido una persona deportista. No en la forma en la cual en este país se entiende serlo. Ya sabéis. Un sofá, una cerveza, unas pizzas, una televisión. El 50% de esa breve lista ya podrían matarme (es mentira, pero como celiaco me encanta el drama). Estoy seguro que el 50% restante, televisión y sofá, desde cierta altura también. Veo el epitafio: «Muerte por sofá. Murió descansado«.

La gente que corre huye de algo. Está demostrado que huir de las cosas alarga la vida. Tested on people que ha salido por pies de algo. Los valientes son los que juegan con más números al concurso de morir heroicamente. ¿Habéis oído a un cobarde laureado por huir heroicamente?. De cara al público puede quedar fatal que se declare un incendio y tú salgas por piernas. Existe la opción de no ser un miedoso completo. Basta que alguien dé el primer grito de «Iros. Yo salvaré al pequeño Timmy» para que puedas decir «Yo lo he intentado, no quiero estorbar«. Un cheque en blanco para tu conciencia. Desgraciadamente si lo que quieres es del tipo de admiración que te puede proporcionar sexo con gente, los «100 metros cagazas» no son tu modalidad.

Mucha gente no corre porque no sabe. Yo pensaba que eso es imposible. Hay gente cuyo concepto de carrera consiste en andar a la misma velocidad pero dando pasos mucho más pequeños. Si no sabéis a qué me refiero, simplemente esperad cerca de cualquier paso de cebra. No os llevará más de dos cambios a rojo hasta que aparezcan con sus bolsas de la compra (los daltónicos ya sabéis de que luz del semáforo hablo)

Mucha gente no corre porque no tiene equipación. ¡Mentira! La gente que no tiene unas zapatillas de deporte y un pantalón de chándal están muertos por dentro. ¿Por qué? Porque el chandal es, en una escala de comodidad, lo más cercano al pantalón de pijama que existe. Y permite que bajes a comprar el pan en domingo. ¡Todo en uno! (menos si eres celiaco). Las zapatillas están ahí, porque crecen en los zapateros. Y no me neguéis que todos tenéis al menos una camiseta de talleres Paco. Evitad el táctel. Esa es una tela que quedará rara si no eres un politoxicómano, un borracho o un padre de familia  (o mezcla)

Al final mucha gente no corre porque cansa. Follar también, pero tiene mejor prensa.

Os contaré un secreto. Soy un tío que corre. No me gusta darle prensa por eso de que te estigmatiza de inmediato. Probarlo. Decid «Yo salgo a correr«. Todo el mundo es un crítico en potencia: «Pues no se nota«, «Oh vaya, estás empezando«, «Pues no será mucho«, «¿Cuánto corres? Yo media hora más que tú  aunque no me hayas dicho cuánto «. Correr es un estado de tensión constante que, para ser algo individual, tiene un calado muy tribal. ¿Por qué? Porque tenemos un código secreto entre corredores. Los no corréis lo ignoráis. Consiste básicamente en una caída de ojos cuando ves a otros en dirección contraria a la tuya. Su etimología es compleja pero proviene de «No me juzgues, llevo sin salir a correr un mes«.  Significa «Buenos días noble deportista» en mil idiomas. Si no corres a menudo a veces pronuncias mal y suena a «Coño, ya no cojo el bus»

Haced deporte. Y extended la voz. Con suerte se enteran de que ha sido por leerlo aquí y me cae una beca ADO y una estatua que rechazar como Marta Domínguez.

 

Running

 

 

Marketing, vértigo, paracaidismo y lotería

El marketing consiste en maquillar a la tía más fea y decir que es una bellísima persona mientras se alimenta de bebés. Todo ello sin que te tiemble la voz, o te mueras de risa. Depende de la cualidad humana de cada uno. Cada oficio tiene unas características propias y por ello no todo el mundo vale para desempeñar cualquier trabajo. Por ejemplo, todos los abogados tienen su propia risa malévola, un inconfundible crepitar de las llamas a su alrededor y el maldito olor a azufre. Ese que nunca se les va de encima. Si de serie encima eres rojo y tienes cuernos, auguro que serás un gran abogado.

Agallas. He ahí un bien que escasea. Una circunstancia desfavorable en manos de alguien con suficiente cara como para venderlo bien se llama Oportunidad. Pensad en Jackass. Ese programa vive de dos cosas que nos gustan. El dolor ajeno, y que haya gente que esté dispuesta a que les den patadas en las pelotas. Para las que no lo sepáis, eso duele mucho. Más que parir.

La gente tiene una noción de la estadística muy pobre. Eso ocurre porque están influenciados por el marketing. El marketing regala caramelos y llaveros. La estadística, solo problemas y una visión de la realidad libre de azúcar. Es el tipo malvado que dice que el color azul es azul. El marketing es quien matiza diciendo celeste, cian o de Prusia. También las mujeres. Pero esa discusión sobre los colores y sexos ya se tendrá otro día en este blog.

Pongamos el ejemplo de la lotería y del paracaidismo.

La lotería consiste en comprar un número. Dicho número tiene unas posibilidades de aparecer ganador, pero ojo, muy pequeñas. Uno da su dinero. Participa, y si todo va como se supone pierde ese dinero, repartido entre diversas partes entre los afortunados ganadores, Loterías del Estado y el Estado en sí.

El paracaidismo supone en pagar por saltar de un avión. En dicho salto tienes posibilidades de estrellarte contra el suelo, pero ojo, son muy pequeñas. Uno da su dinero, salta, y si todo va como se supone aterriza sano y salvo sin que sus partes queden divididas entre distintos ganadores, tierra, mar y aire.*†

Dependiendo de cómo se maquille una estadística absolutamente ínfima puede venderse o no. Pero lo que nos interesa es gente que pague por ella.

Estos son los días en los que la gente participa en la lotería por motivos varios. Yo no lo hago porque se me ocurren montones de formas más constructivas de tirar mi dinero. Quemarlo para quitarme el frio es uno de ellos. Cuando llegue el sorteo y no le toque nada a nadie (soy así de gafe) todo el mundo tendrá el mismo nivel de felicidad por la simpleza de que todos son igual de ricos. Yo soy de los que me quedaré en mi sitio y aplaudiré sea cual sea el resultado. Siempre es más impopular hacerlo cuando nadie resulta beneficiado. Más aún si rio sardónicamente mientras grito «Idiotas, ya os lo dije» señalando con el dedo.

Volvamos al paracaidismo. Yo tengo vértigo. Por ello me quedo en tierra mientras los demás deciden participar en ese gran sorteo que consiste en saltar. ¿El premio? Que tu paracaídas forme parte de ese ínfimo porcentaje de defectuosos que no se abren pese a las obligatorias revisiones.

No se vosotros, pero yo me siento seguro en el suelo. Como mucho si queréis os ayudo disparando desde abajo.

Dad gracias a que mi puntería es una mierda. Perras.

*¹ Excepto en el mar, ahí tenerlas es ser del montón, y pese a ellos los peces no se van retando los unos a otros a hacer cosas estúpidas
*². Menos esa vez que un pez le dijo a otro en el Paleozoico «A ver si te atreves a respirar fuera del agua». Eso daría lugar a los dinosaurios, los monos, el Homo Sapiens, Esperanza Aguirre y a Fraga. No en ese orden exactamente
*³. Los colores son 7, y como hombre admito a lo sumo que se diga “claro” u “oscuro” para matizar
*†. Que casualmente son las mismas salidas para los científicos de este país.

 

Espectativas