Archive for the ‘Frikadas’ Category

Gluten y Apalabrados

Me habrán quitado el gluten, pero me han regalado un tema de conversación.

Soy celiaco. Eso no me hace mejor que el resto de la población mundial. No existen grupos de autoayuda en los cuales nos reunamos y hablemos de ello. No tenemos un saludo secreto que significa «Aquellos sabores que están más allá de nuestro mal«. Bueno. Esto último sí.

Celiaquía. Si cargas con algo de por vida por lo menos hace que suene bien. Si alguien te dice «Soy intolerante al huevo» o «Soy intolerante a la lactosa» la conversación no va a dar de mucho. No puedes comer huevo. No puedes tomar leche. Punto y final. Tú en cambio dices «Soy celiaco» y tienes confundido al personal.

-Soy celiaco.

-Vaya putada.

-Si me lio con una Celia algún día puedo morir.

<Silencio>

-¿Me pasas el pan?, celiaco de mierda.

No todo es incertidumbre. La gente empatiza con la celiaquía. Se identifican de forma mental y afectiva con tu problema ya que ellos no lo sufren. Pero el desconocimiento conduce a pasillos muy cerrados de conversación. Para entendernos. Después de decir que eres celiaco es AUTOMATICO que en los próximos minutos de conversación alguien use una de las siguientes frases. O ambas.

1. Menos mal que tienes el Mercadona

2. ¿ Y qué es lo que no puedes comer?

Lo del Mercadona es inevitable. Forma parte del imaginario nacional. Es una leyenda urbana. El equivalente al perro de Ricky Martin con la niña de la mermelada. La gente no puede contener el deseo de comentarte que el tío del Mercadona tiene un hijo celiaco. Una hija celiaca. Su sobrino es celiaco. Su perro es celiaco. Es un puto clan de la intolerancia al gluten. Tu escuchas. Con estoicismo. Como esas historias que viene una y otra vez. Oyes con cariño porque ves que el rumor crece. Se hace mayor. A ti te queda claro que el Señor Mercadona está concienciado superlativo. Que no se trata de la publicidad que le hacéis gratis cuando alguien os menciona que es un impedido de la harina. Tampoco tiene que ver con el precio con el que me las cobra. El icono de la espiga tachada es el cocodrilo de Lacoste de los celiacos.

Respecto a al punto de lo que no puedo comer. Yo sigo una regla básica y elemental. Si es apetecible y tiene un aspecto cojonudo seguro que está más allá de mis posibilidades. ¿Un bizcocho? Gluten. ¿Tarta? Doble Gluten. ¿Tostada con el desayuno? TriGluten. ¿Todas esas cosas que no te gustaban antes pero que ahora te han prohibido? InfinitiGluten. Pide carne, me dicen. El cocinero añade una salsa que por supuesto contiene gluten. El gluten mantiene a los celiacos en su lugar. Y si no están las trazas. Son como los matones del gluten. Están ahí para partirte las piernas si no sabes cuál es tu lugar en el sabor.

Esto solo es un atisbo de lo mucho que puedo decir. Un día escribiré como me han tratado como un enfermo en el VIPS. Como he gastado años de mi vida aprendiendo nombres y sabores de cerveza para no poder volverlas a tomar. Como mis  amigos celebraron con birras y bocadillos la noticia de mi intolerancia o como una chica escogió un restaurante vegetariano por hacerme un favor y no conseguí hacerle entender que el gluten no crece en los filetes.

Pero no sufro. Los celiacos jamás picamos del postre de la gente a la que invitamos a cenar. Y eso ya nos hace muy populares.

 

PS: Mi texto sobre la misantropía está ahí. Mirándoos a los ojos.

Una droga

Es de informática.

Por la naturaleza de internet, la red está plagada de textos relacionados con gente que trabaja como informático. De hecho, es irónico que se diga “la naturaleza de” cuando se habla de algo artificial. Llevo usando un ordenador tanto tiempo que no lo mido por años. Lo hago por dioptrías. Si alguna vez hacen el corte hístico de mi ojo será como leer los anillos de un árbol. Me imagino a un cirujano asomado a mi humor vítreo ¹* leyendo las diferentes etapas de mi vida.

 

– Mira, ahí es de cuando las resoluciones eran de 640×480. ²*

– ¿Y toda esa zona dañada alrededor de los quince años?

– Ah, eso. El porno codificado del Plus.

 

Los departamentos de informática a lo largo del globo sufrimos de un mismo mal. Somos los pringados que arreglan las cosas. Infinita empatía mecánica a costa de nula vida social. Este estigma no se hereda en el trabajo, vienes con él de nacimiento. ³* Las solicitudes de trabajo para este tipo de puestos son siempre iguales. Recursos Humanos te convoca. Te hacen las preguntas sobre expectativas laborales. Sueldo. Experiencia. Mientras, sigilosamente, hacen clic en algún sitio de la pantalla diciendo a la vez «Vaya, otra vez el Excel me hace cosas«. En ese momento empieza la autentica entrevista. Tengo amigos que han acabado configurando Blackberrys, desfragmentando discos duros y arreglando el iTunes. Depende de si es una multinacional, de la competencia que haya y lo rápido que quieras empezar a convertirte en el acosador de la chica de Recursos Humanos. A veces hasta piratear la Wii.

 

Aún así los departamentos de informática tratan de crear una estructura para sentirnos distintos. Una ilusión, como el agua de sabores. Puedes tener en una misma planta a Helpdesk, Desarrollo, Hardware, Infraestructura... hacer incluso niveles de responsabilidad: “Primer nivel, Segundo, Tercero sin Ascensor…”. No sirve de nada ⁴*. La gente sigue diciendo «Informática» mientras señala a nuestro pequeño microcosmos. Hay un dicho común entre nosotros: Pobre del que esté en el camino del dedo apuntador.”

 

Funcionamos por asociación. Si cuando llegas al bus ya hay tres personas en fila, te pones detrás. Si ves que hay bulto, pues al bulto. Ese el proceso relacional  que sigue la gente cuando pide cosas a un informático.

 

– Toma, ¿puedes arreglarlo?

– Es un tostador.

– Si, ya lo veo. ¿Puedes arreglarlo?

– Ehm. Soy informático. No electricista.

– No entiendo. Tiene un cable. Mira.

(Coge el cable, sosteniéndolo frente a tu cara como si él que no lo entendiese fuese tú)

 

Esta historia ha dado lugar a montones de variantes. Nos las pasamos los unos a otros como herencia. La del señor que cuando le dices por teléfono que cierre la ventana del navegador te pregunta si esa es la del salón o la del dormitorio. La del tipo que te dice que el posavasos funciona mal porque se mete al cabo de un rato. La de la señora que te devuelve el acelerador porque es muy pequeño y trae un ratón. La del tipo que le pides un pantallazo y hace una foto con el móvil al monitor ⁵*

 

Sigamos escaqueándonos del sentido común al grito “Yo es que no valgo para la informática”. Es el nuevo “Es que es mi primer día”. Y si no, tiempo al tiempo.

 

¹*: El humor vítreo sufrió una de las primeras asignaciones laborales inadecuadas. Inicialmente esperaba ocupar algún tipo de lugar importante como el humor negro o el verde. Al final acabó en una de esas entrevistas de dinámica en grupo junto con el humor blanco. Adivinad quién se quedó con el puesto. Más tarde le surgió un puesto temporal en el ojo mientras buscaba algo de lo suyo. Ahí sigue. Como esos ingenieros industriales que te sirven cafés y que te los tiran encima por accidente con un preciso ángulo de 32º en caída parabólica. Rango de temperatura entre 65 a 72 grados Celsius.

 

²*Todo el mundo sabe de resoluciones. O eso creo yo cuando os oigo hablar de vuestros iPhones con pantallas Truemotherfucker a prueba de babas de hipster y de dedos llenos de muffin del Starbucks

 

³* El proceso es sencillo. Los padres de uno compraban un video. Si sabías programarlo te regalaban el ordenador. Si no, un balón de futbol.

 

⁴* Para demostrarlo, un verano añadimos la figura de titulo, aparte de grupo y nivel. Yo era Mariscal de Primer Nivel de IT y un amigo Barón Segundo de Infraestructura. Figuraba en la firma de los correos corporativos que enviábamos. La coña duró un mes.

 

⁵*Todas verídicas. En esta última llegamos a la conclusión de que podía haber sido peor. Que se podría haber presentado el susodicho y habernos golpeado con la pantalla en la cara tal y como se lo habíamos pedido. En ese caso a ver quién se sacrifica para decirle que no tiene razón mientras los demás corren ⁶*

 

⁶* Yo no.

No es infomática

Informático. Cómo no.

Los departamentos de IT, Sistemas, de cualquier empresa tienen la labor social de aunar gran parte del frikismo de la sociedad. Es una verdad como un templo. Una verdad peyorativa. Gente que está ahí lo mismo resolviéndote problemas como haber cambiado la fuente de Word a tamaño «Tengo un problema de pene pequeño» hasta del tipo «La sede norte de tu compañía está en llamas y los trabajadores bailan desnudos a su alrededor y no te invitan a participar»

Decir que toda la gente rara está en Informática es como decir que todas las tías de Recursos Humanos están tremendas o que las de Facturación no sabe cerrar las piernas. Verdades parciales. Y todo lo parcial es triste. Inacabado. Si al final dejamos que nuestra percepción social se guie por un consenso de mínimos, nos quedamos con los alegres chascarrillos de siempre. Los andaluces son graciosos. Los catalanes agarrats (no sé si existe, pero me lo invento para que suene a catalán). Los vascos se llaman Patxi. La gente de Extremadura es de Extremadura. A la gente de Madrid dejadnos en paz. Demasiado tenemos con albergar la Moncloa, el Constitucional, el Supremo, Telecinco y un lema titulado «De Madrid al Cielo» pero descubrir que no te dejan hacer que nada salte por los aires. Qué es un lema si no puedes glorificarlo: un tópico. Os lo dije.

 

En sistemas podemos parecer gente sin alma. Lo somos. El alma es un absurdo. El alma ocupa un espacio donde puedes almacenar 32GB de nuestra serie favorita, videos de gatos y cosas que no sabes ni como han llegado ahí (Discografía de el Fary, ¿Hola?, ¿en qué parte del proceso préstamo del USB has llegado ahí?).

Hablando con un compañero sobre estos clichés nos dimos cuenta de algo. Sistemas no es tan diferente de otros departamentos. Nuestras sensibilidades son diferentes. Pero somos iguales Dejadme ilustraros con este ejemplo:

 

Corro de mujeres (y algún macho gamma) agazapados en la segunda planta alrededor de alguien.

– Oh que mono.

– Oh que cosa.

– Oh que pequeñito es.

– Os tengo que traer el mío para que lo veáis.

En medio de la pequeña multitud, un orgulloso progenitor enseña fotos de su hijo, posiblemente de pocos meses de edad. Aún a catorce años de distancia de apuntarse a Tuenti y ser el generador de un desenfreno de decepciones en cascada que se remontan a una sencilla frase «Tengamos un hijo tan listo como yo y tan guapo como su madre»

 

Corro de varones (y algún mujer) agazapados en la primera planta alrededor de alguien.

– Oh que mono.

– Oh que cosa.

– Oh que pequeñito es.

– Os tengo que traer el mío para que lo veáis.

En medio de la pequeña multitud, un orgulloso propietario enseña su nuevo gadget. Comprado en alguna web de nombre impronunciable. Aún a meses de distancia de empezar a dar problemas con la batería y ser relegado al mercado de Segunda Mano por la compra de algo más pequeño, más rápido. Mejor

Quizás os haga gracia. Pero un asunto muy serio. Yo lo tendría en cuenta. Una vez me dijeron aquello de «Cuando te preguntes  cual es el órgano más importante, y tú digas «El cerebro» pregúntate quién está elaborando esa respuesta«. Bien. Cuando te rías de los informáticos piensa desde dónde estás leyendo este texto. Estamos en todos los sitios.

 

Pero sí a que traigas marsmallows o nubes para acompañar. Pagafantismo, un superpoder o una supermaldición (sé la respuesta, dejadme crear duda inútil)

Tipo de varón aún más bajo que el macho alfa, por debajo del beta y del macho recela. Por encima del Forever Alone y el Pagafantismo. Tenía la necesidad de matizarlo su ubicación dentro de la cadena reproductiva. Más a menos a altura de «Oh dios mio, ¿eso es tu hijo? ¡Mátalo, mátalo!»

Ya está el puto gracioso que respondió «El hígado«.

 

Smartphones y dormir

 

Vuelta a Final Fantasy 11

Kenka es mi amigo desde hace años. Un amigo de esos a los que debo dinero. Hay gente que cree que la morosidad es un mal hábito. Al contrario. Deber dinero crea lazos fuertes. Cualquiera puede tener una amistad basada en la confianza, las buenas experiencias y la comprensión. Pero ahora pensad. Cuando todo eso se vaya a la mierda, ¿qué queda?. A Kenka y a mí siempre nos quedarán mis deudas. Amigos, las deudas sólo se van si las pagas. Yo jamás le haría a eso a nuestra amistad. Es nuestro pilar de emergencia.

– Entrari. Voy a volver a Final.

– Ni me lo mentes.

Final Fantasy 11 fue un juego que se comió cinco años de nuestras vidas. Se dice pronto. Cinco años. No es tan malo. Durante esos cinco años el juego monopoliza tus conversaciones. Usas nombres insólitos (Karababa). Hablas de estrategias (DOT). De equipaciones (Full Relic). De lugares aún más extravagantes (Aht Urgan). Después del segundo año sin follar,  te das cuenta de que sólo a el fúbol se le permite todo eso sin ser tachado de friki en este país.

– ¿Sabes? Cuando dejamos el juego, no nos despedimos de nuestros personajes.

– … – Aterrador silencio de «a mí no me vengas con mierdas de chantaje emocional»

– Además solo será un mes. Recordar todo lo bueno. Ya sabes. La gente, las quest, los sitios. Ahora somos gente respetable con vida. No vamos a dejar el trabajo por llegar a nivel 99

– ¿Y qué pasa con el dolor? ¿Y los gritos? ¿Y las ojeras? ¿Y espera ahí tres horas más a ver si aparece el monstruo? Y respetable tú, bonita.

–  So zorra metrosexual.

Kenka es listo. Pero cinco años de dolor no se borran así como así. Quizás vosotros no sepáis de que estábamos hablando. Suponed que alguien cada mañana te pega una patada en los huevos y después te da una galleta. Es probable que después de cinco años le preguntes al señor por qué te da la patada. Este te responde que por ningún motivo en particular. No tenía nada mejor que hacer, y porque le sobraban galletas en casa. Si se hubiese presentado para dártelas no plantearía un desafío. La patada es el reto.

Tú educadamente le mandas a la mierda. Te jactas de ello durante tres años «Un tío me daba patadas en los huevos para que me supiese bien el conseguir una galleta».  Un día, sin previo aviso recuerdas que las galletas eran de chocolate. La nostalgia es así. Y llamas de nuevo a ese señor, por los buenos viejos tiempos. Entonces es cuando estás vendido. Síndrome de Estocolmo o algo así.

– Vas a dejarme a mi solo bajar a los infiernos de la nostalgia

– Si. Claro.

–  Y me debes dinero.

– … Por un amigo al que le debo dinero voy a dónde sea.

Y es que las deudas unen mucho más que el honor y esas cosas. Con suerte, espero que a Kenka le den las dos patadas en los huevos mientras me como las dos galletas esta vez.

PS: Kenka me está recordando que soy celiaco y que me joda. Que cabrón más simpático.

 

Final Fantasy 11

De qué hablo yo cuando hablo de correr

Yo nunca he sido una persona deportista. No en la forma en la cual en este país se entiende serlo. Ya sabéis. Un sofá, una cerveza, unas pizzas, una televisión. El 50% de esa breve lista ya podrían matarme (es mentira, pero como celiaco me encanta el drama). Estoy seguro que el 50% restante, televisión y sofá, desde cierta altura también. Veo el epitafio: «Muerte por sofá. Murió descansado«.

La gente que corre huye de algo. Está demostrado que huir de las cosas alarga la vida. Tested on people que ha salido por pies de algo. Los valientes son los que juegan con más números al concurso de morir heroicamente. ¿Habéis oído a un cobarde laureado por huir heroicamente?. De cara al público puede quedar fatal que se declare un incendio y tú salgas por piernas. Existe la opción de no ser un miedoso completo. Basta que alguien dé el primer grito de «Iros. Yo salvaré al pequeño Timmy» para que puedas decir «Yo lo he intentado, no quiero estorbar«. Un cheque en blanco para tu conciencia. Desgraciadamente si lo que quieres es del tipo de admiración que te puede proporcionar sexo con gente, los «100 metros cagazas» no son tu modalidad.

Mucha gente no corre porque no sabe. Yo pensaba que eso es imposible. Hay gente cuyo concepto de carrera consiste en andar a la misma velocidad pero dando pasos mucho más pequeños. Si no sabéis a qué me refiero, simplemente esperad cerca de cualquier paso de cebra. No os llevará más de dos cambios a rojo hasta que aparezcan con sus bolsas de la compra (los daltónicos ya sabéis de que luz del semáforo hablo)

Mucha gente no corre porque no tiene equipación. ¡Mentira! La gente que no tiene unas zapatillas de deporte y un pantalón de chándal están muertos por dentro. ¿Por qué? Porque el chandal es, en una escala de comodidad, lo más cercano al pantalón de pijama que existe. Y permite que bajes a comprar el pan en domingo. ¡Todo en uno! (menos si eres celiaco). Las zapatillas están ahí, porque crecen en los zapateros. Y no me neguéis que todos tenéis al menos una camiseta de talleres Paco. Evitad el táctel. Esa es una tela que quedará rara si no eres un politoxicómano, un borracho o un padre de familia  (o mezcla)

Al final mucha gente no corre porque cansa. Follar también, pero tiene mejor prensa.

Os contaré un secreto. Soy un tío que corre. No me gusta darle prensa por eso de que te estigmatiza de inmediato. Probarlo. Decid «Yo salgo a correr«. Todo el mundo es un crítico en potencia: «Pues no se nota«, «Oh vaya, estás empezando«, «Pues no será mucho«, «¿Cuánto corres? Yo media hora más que tú  aunque no me hayas dicho cuánto «. Correr es un estado de tensión constante que, para ser algo individual, tiene un calado muy tribal. ¿Por qué? Porque tenemos un código secreto entre corredores. Los no corréis lo ignoráis. Consiste básicamente en una caída de ojos cuando ves a otros en dirección contraria a la tuya. Su etimología es compleja pero proviene de «No me juzgues, llevo sin salir a correr un mes«.  Significa «Buenos días noble deportista» en mil idiomas. Si no corres a menudo a veces pronuncias mal y suena a «Coño, ya no cojo el bus»

Haced deporte. Y extended la voz. Con suerte se enteran de que ha sido por leerlo aquí y me cae una beca ADO y una estatua que rechazar como Marta Domínguez.

 

Running

 

 

Exámenes y Google +

Es increíble la cantidad de mierda que se puede hacer en fechas próximas a exámenes. Por no hablar de que dicha cantidad aumenta exponencialmente EN exámenes.

Hoy ha sido uno de esos días mágicos en donde no solamente descubres por enésima vez que tu compañero de laboratorio es un tanto inútil o que esa práctica que funcionaba perfectamente se va a hacer gárgaras delante del profesor mientras la entrega gracias a la Máxima Universal de Murphy (M. U. M.), sino que procastinas de una forma tan profesional que no solo acabas teniendo una conversación profunda contigo mismo y un par de personas más a través de una red social y ello te lleva a idear, dibujar y entintar DOS tiras. Lo cual se merece doble café de victoria, como ya comentamos anteriormente.

Para aquel que le gusten los retos de verdad (o el sadomasoquismo con sierras mecánicas y grapadoras neumáticas) y no las mariconadas de preguntas de Saber y Ganar, ¿Quieres ser millonario? o La ruleta de la fortuna cualquier concurso con un mínimo de cultura necesario para llevarte cuatro perras si no te las quita Hacienda, os invito a matricularos en Informática de la UCM. Claro que ahora está un tanto más light la cosa entre los grados y todo eso, pero si conseguís plaza en una asignatura de «las grandes» como EDI o MTP, apuntaros. Veréis lo que es llorar y sacrificar a vuestro primogénito nonato por conseguir llegar al… 4. También vale matricularse por profesores para seguir disfrutando: la recomendación del chef de esta semana es Palomino.

Y una vez finalizado el tocho, os dejo con Entrari. Porque os pensabais que era él, ¿verdad? ¡JÁ!

PS de Entrari: Gracias Dave y a todos los que han colaborado en la tira. Voy a empezar a contratar monos esclavos que escriban por mi!

 

Tu tira es un nabo. Sin ofender

Tengo la mano rota. Por eso a mí me gusta que me la pelen. La fruta. No soporto la fruta con piel excepto honrosas excepciones.
Hay un tipo de ser humano que siempre está ahí para llenarnos con su conocimiento no solicitado. «- Todas las vitaminas de la fruta están en la piel». ¿Y qué?. A mí me gustaría verlos comerse sin mondar una naranja, una piña, una sandía o un melón. Dejaré los plátanos en paz porque que hay algunos que se los comen enteros. Es una fruta que ha vivido y sufrido mucho. ¿No me creéis? Haced la prueba de comeros uno en sus vuestros puestos de trabajo. Y por dios, sed rápidos.
Yo no me fio de las vitaminas. Son malvadas. Ahí están, con su grupo prostético mirándote a los ojos. La prueba es que poco a poco se han hecho con el mercado alimenticio. Ahora hay vitaminas en sitios en los que uno se sentía seguro. Los zumos son un terreno con el que podemos ver por dónde van a ir los tiros. «Ahora con A,B,C y un 90% de las letras del abecedario» todo en Comic Sans a 72pixels de tamaño. En pequeño «Ah, y sabor naranja». Ya he empezado a ver pollos enriquecidos, y no me refiero a los tíos de la banca.
Y he de añadir. A todos vosotros, amantes de las vitaminas. A vosotros que las tomáis en pastillas «A,C, grupo B, E, K y su puta madre en bicicleta» felicitaros. Sois propietarios de una orina más cara que los demás, como dijo Sheldon
Yo por mi parte siempre pelada, o como ahora, que me la pelen. Tengo la mano rota.
¿Os he dicho que se me ha roto la mano?

 

Como mi amigo Dave es una mala puta, y clasifica de nabo la tira anterior me siento obligado a resarciros. Espero que rulen los cafés al menos, que esto es por amor al arte (uno retorcido al menos). Eso sí, el próximo texto será de lo que me venga en nada. Por mantener el cosmos unido y a vosotros llorando. Se acerca además una tira de Patata con Ojos.

Mano Rota

Esta es una pequeña porción de una lista sobre canciones. Como me he roto la mano, apenas puedo hacer mucho más que poner ojos del gato de Shrerk y recuperar material perdido. Ahí va una tira de esas cero punto, las llaman. A ver quién es el primer cafre que dice que me la he roto a pajas. Os odio.

14. Ese momento en el que has echado arsénico en la copa de vino de otra persona, mientras brindas con ella, tiene una canción exacta:

Stuttgart Piano Trio – Piano Trio No. 2 In E Flat Major, Op. 100, D. 929: II. Andante Con Moto

– No sé qué sabor tiene el arsénico – digo mientras con la punta de una servilleta limpio de mis labios el sabor de un Martin Codax.
-¿Por qué lo dices?. El arsénico no sabe. Huele a almendras. – Respondes. Sigues bebiendo después de nuestro brindis. Me miras extrañada porque huelo mi copa. Hueles la tuya.
– Hijo de puta – Dices. Y dudas. Jamás fuiste una experta en vino. Ni tampoco en entender mis bromas. Es lo que tiene el interés. A veces es tarde para recuperarlo.

 

Último post del año

Hablo con mi buena amiga Miakkes. Está al otro lado de internet. ¿Cómo es el otro lado de internet?. Pues no lo sé seguro. Está ahí. A veces cuando cruzas para ver como es el otro lado descubres que la gente cambia. Que su capacidad de comunicarse se queda atrapada en la red. Es como si para llegar al otro lado de internet te dejases algo importante en el viaje. Quizás si cruzases a través de internet podrías llegar del todo a esa persona. Pero nosotros no. Somos seres analógicos asomados a una ventana digital. Nosotros para ir al otro lado hemos de dar un rodeo. El rodeo malo. En el que la gente tiene sólo un porcentaje de su ingenio, de su gracia, de su profundidad. Cuando giramos alrededor de la red para vernos también nos perdemos nosotros. No lo vemos. Pero la otra persona es comprensiva porque nosotros lo somos.

Qué haces– Escribo a Miakkes por gmail.
– Pintarme las uñas. – leo después de un rato
– Ten cuidado no te pintes un huevo – Respondo
– No tengo huevos.
Entonces imagina el poco cuidado que has de tener para pintar uno entonces.

 

Poderes zoodiaco

Este podría haber sido un post sobre lo que me queda del 2011. Este podría haber sido uno de esos en los que dependiendo del estado de ánimo, uno hace balance de las cosas buenas, o de las cosas malas.

Uno, de lo bueno, no se suele acordar. Lo bueno, lo agradable, deja en nosotros una huella leve. Como si su recuerdo hiciese con el dedo en la espalda -«Eh, tú» presionando con el índice con cautela para que nos demos la vuelta. Y lo haces. Y reparas en ello. Te alegras. Cuando dejas de mirar olvidas que está ahí. Así somos nosotros. Bienvenido al ser humano. Entra. Tenemos galletas.
Lo malo. Lo desagradable. Las malas noticias. La mala suerte. Los malos gestos. Una contestación desafortunada. Una putada. Una mala casualidad. Todo. Lo que nos jode tiene un filo infinito. Desde llegar a ser el papel que te corta la yema de un dedo y escuece, hasta ser un puñal en unos de nuestros riñones. La mierda de todos es una brillante espada que siempre taja, y siempre duele.

Y esto se debe a una razón muy simple. Autoprotección. Uno no se protege de las cosas buenas que le pasan. Procura que le ocurran tan a menudo como sea posible†*. En cambio las malas están ahí. Dejas que se te cuelen una vez y no lo olvidas. Hay que evitar que todo lo malo que nos pueda pasar vuelva a suceder ✩*
Si no me creéis, haced una prueba ahora mismo. Haced un rápido balance de las cosas que te han pasado este año. ¿Verdad que para las positivas has de decirte «Y también cosas buenas»?. Ahí está la jodida coletilla.
Así que si queréis un buen motivo para el 2012 olvidaos de mierdas de «Reducir mi huella de carbono» y similares. Esto no tiene nada que ver con el karma. Aquí lo malo pesa más. Procurad que la huella negativa que dejéis en los demás sea insignificante. Ya pasan demasiadas cosas como para encima contribuir a crear más carga.

Quizás yo sea una mala puta vengativa y vosotros unos seres maravillosos. No pasa nada. No os envidio. Dejad en los comentarios, que no escribís nunca, la dirección de vuestra casa. Iré a veros con un bate de aluminio a desearos la Navidad. No voy a dejar que me quitéis la razón. Soy un tío majo.

†*.Tú vecino, el Serpiente, ese que te pasa esa mierda tan buena puede estar dentro de este rango. Lo que le compras. No el Serpiente.
✩*Los premios Darwin son casi una honrosa excepción a este caso en el mundo del daño físico. Digo casi, porque un premio Darwin no da segundas oportunidades. En el terreno de los sentimientos y emociones, siempre en expansión, no se rige por estos cánones. Lo siento

Skyrim


Tenía ganas de recuperar este texto. Lo escribí hace tiempo en una colaboración de un blog, así que a fin de acompañar la tira de hoy, aquí lo pongo.

De noche. La poca luna que quedaba en los cielos había sido engullida por las nubes de lluvia que ahora caía sobre los tejados de Avernarium. El constante repicar de las gotas ocultaba los pasos de una figura solitaria corriendo por los tejados.
Gabriel se aferró para mirar a lo lejos desde una cornisa. La Torre del Reloj quedaba a un salto de quince metros a partir el punto más cercano. La inconfundible figura de su aya ya estaba arriba esperándole. Existían más de cinco metros de subida por una lisa pared de mármol desde la escalera. Las losas mojadas añadían un grado más de incredulidad a las notables capacidades de su anciana mentora.
– Le he encontrado – Gabriel empezó a recoger los arpeos con los que había escalado. – El herrero que me dijisteis. No a él, pero si quizás a alguien quién sabe dónde puede estar,
– No es lo mismo.- La vieja aya se despojó de su capucha dejando libres sus largos cabellos blancos. Sus ojos miraban al infinito. – ¿Aún así crees que te valdrá?
Gabriel buscó bajo su ropa. Esta estaba aumentando de peso por el agua. Tendría que tenerlo en cuenta cuando bajase de allí. El equilibrio es muy delicado bajo condiciones tan tercas. Cuando encontró lo que buscaba se lo extendió a su mentora. – Es ella.
La nodriza miró la imagen del objeto. Sus ojos parecieron abrirse con incredulidad por un instante, pero dicha emoción fue corregida de inmediato. Entonces, sin mediar palabra rió sonoramente de forma cruel y amarga.
– Sin duda tu linaje está maldito -, siguió riendo. – ¿Sabéis quién es verdad?
– Lo sé. – Respondió de forma seca.
Cerró la mano alrededor del objeto sopesando su peso – ¿Y habéis decidido como acercaros a ella?
– Aunque sea un bastardo, sigo siendo el hijo de mi padre. Hay puertas que ni a mi pueden cerrarme. – Mientras hablaba, su aya arrojó contra la noche el retrato que Gabriel le había entregado. – Yo he hecho mi parte. La espada de mi padre, decidme, ¿ya sabéis dónde está?
– Te he hecho venir hasta aquí y te preguntas si lo sé. Cada cosa a su momento. Tu aya está vieja y sus pobres huesos duelen con el frío de este tiempo. Deberías ser más considerado.
– Lo sé, lo siento.
La aya recogió su cabello mojado y lo ató con una cuerda. La negra capucha volvió a su lugar dejando ver solo sus ojos grises y su notable nariz. Mientras, se ajustaba las muñecas con movimientos circulares revelando el sonido de algún ingenio mecánico a los que era tan aficionada.
– No puedo cuidar continuamente de ti Gabriel. Un maestro no debería preocuparse por estas cosas, pero cuando te hirieron en el cuello temí mucho. Si no puedes seguirme no correrás riesgo. Y si puedes, quizás puedas estar preparado para lo que se avecina.
El joven miró hacia abajo imaginándose el siguiente movimiento. La rueda de la venganza llevaba ya años girando y engullendo las vidas de todos aquellos que se ponían a su alcance. – Estoy listo.
La nodriza saltó de cabeza desde la torre más alta de Avernarium mientras reía de forma salvaje. Gabriel aún necesitaría tiempo para abandonar la torre por sus medios, pero sabía a dónde se dirigía su maestra.

 

skyrim