Decisiones
Por qué cuando vas al maldito Decathlon, tienen como 20 calcetines diferentes para correr, pero ninguno que haga todo.
Por qué cuando vas al maldito Decathlon, tienen como 20 calcetines diferentes para correr, pero ninguno que haga todo.
Te levantas. Vas al trabajo. Vuelves a casa.
Te levantas. Te duele la cabeza. No puedes tomar café. No hoy. El médico te ha recomendado no hacerlo. Por recomendar recuerdas su mirada fija en las humedades del techo mientras decía “Es su salud”. Llenas un vaso de agua, metes un puñado de pastillas en la boca y tragas. Te metes en la ducha.
Vas al trabajo. Estudias los rostros mientras vas en un atestado metro. Te pones delante de alguien sentado con la esperanza de que se baje en la siguiente y te puedas sentar en su lugar. Has tenido suerte y te vuelcas en ignorar las paradas hasta tu destino. Hoy no has traído un libro. Vas saltando de aplicación en aplicación de móvil. Aprovechas las estaciones con cobertura para actualizar y leer una y otra vez lo mismo. Llegas. Las siguientes horas están en blanco porque eso consiste trabajar. Vendes tu alma 8 horas al día, con suerte no más, y te pagan. Hablar del trabajo es cómo hacerlo de algo que has vendido en Wallapop. Te quedas la valoración del comprador y con suerte no te regatean. Tu mente vuela libre hasta la hora de salir.
Vuelves a casa. Estás agotado. Quieres tumbarte y echarte a dormir. Piensas que el fin de semana aún está lejos. Mientras divagas pones la televisión. Ojeas un par de webs con un programa recomendado y pones música de fondo.
Es el triángulo de la Bermudas, sus vértices Netflix, Spotify e Internet. Cuando te quieres dar cuenta no has hecho nada de lo que te has propuesto. Tú tiempo se ha ido y no va a volver. Imaginas que, dentro de años, cuando aparezca ese tiempo como un pecio a la deriva, te preguntes qué harías más joven. Por qué no aprovechaste. Olvidarás entonces que los tripulantes de ese barco a la deriva eran el hastío y el cansancio. Que cómo en el auténtico triángulo de las Bermudas se han perdido y solo estás viendo la nave.
Quizás mañana. A lo mejor mañana es diferente.
Te levantas. Vas al trabajo. Vuelves a casa.
PS. Gracias a Terry Pratchett por Terror Incognita» «Volume 29c Part Three», clara inspiración de la tira tras todos estos años
Felicidades. Si estás leyendo esto es que has llegado vivo hasta el final del 2014. Mientras que todos corremos por las calles al grito de “VIVOS, ESTAMOS VIVOS” o “PA HABERNOS MATAO” otros ya nos muestran lo que de puta madre que va a ser el 2015. ¿Para qué perder tiempo?
Las felicitaciones de año tienen mucho paralelismo con el mundo de los videojuegos. Yo os ilustro:
Cada año EA (Electronic Arts) saca un FIFA. Este año ha sido el 2014, antes fue el 2013. El que viene, con mala suerte, será el 2015. A EA le hubiese gustado que ese número no tuviera relación con el año pero si con el número de ediciones (o partes). Aunque lo han intentado no han podido ordeñar la vaca sagrada de los fifas desde el año 0. Fue en 1994 cuando sacaron un juego de fútbol llamado FIFA94 y ahí se quedaron tan panchos.
Nos dijeron que el juego era la hostia. Que los jugadores eran la hostia. Que las equipaciones, la hostia puta. Malo no tenía que ser si se llamaba FIFA94. Joder, querían vender la sensación de haber tenido ya 93 FIFAS detrás. Al menos eso es lo que debieron pensar los señores de marketing de EA (señores malvaderrimos mata sagas, pero eso es otra historia). Pero ocurre que al año siguiente el FIFA94 era la mierda porque los jugadores eran la mierda. Las equipaciones la mierda. Los gráficos totalmente algo del año pasado, … esas cosillas. Pero iban a sacar el FIFA95 que era la hostia con alas en todos los sentidos. Y más tarde llegó el FIFA96 que incluía un palo para poder alejar el FIFA95 de nosotros sin tocarlo. – “Ni con un palo” decían. Gran campaña publicitaria, sí señor. Viva el marketing.
Y así ha sido hasta nuestros días.
Cada año que abandonamos tiene el valor de lo vivido. Pero nos venden que el que se acerca es la hostia puta. Todos los años hacemos balance del que dejamos y el que viene tenemos la esperanza de que sea mejor. Da igual que haya sido un año impecable. El año que viene alberga el potencial de lo desconocido. Es la caja cerrada cuyo contenido desconocemos y aquí hemos venido a jugar. Cambiamos lo que tenemos por el contenido de esa caja. Bye bye 2014. Hola 2015. Va a ser mejor porque, vaya. Tiene un número más.
Eso se llama hype.
He empezado hablado de videojuegos con un ejemplo pésimo, el jodido FIFA. Yo me quedo con la versión del año de los RPGS (juegos de rol en general. No voy a ponerme a explicar los matices). El viaje a lo largo del año ha sido largo. Algunas partes han tediosas. Otras llenas de repeticiones pero necesarias para mantener el argumento. Incluso con los giros argumentales. Las cinemáticas cumplían su función para dar lugar al asombro y para mantener el interés en horas bajas. Sabes que no es el juego perfecto. No se pueden pasar los diálogos y algunas quest son repetitivas hasta vomitar. Pero oyes, lo has acabado y ocupa un lugar en la patata. Solo te queda disfrutar del final. Con los años miraremos atrás y la nostalgia hará el resto.
Por eso odio los juegos simuladores de fútbol. Porque me gusta vivir mis años como un juego de rol japonés.
Como propina desearos Feliz 2015. Recordad que este año es el único que acaba en 5 y que no rima con “Por el culo te la hinco”. He ahí el auténtico motivo de la vuelta de Ramonchu a las campanadas. Diez años ha tardado en superarlo el chaval.
Tenemos un canal de vídeo en el que nos creemos graciosos y somos graciosos. Hecho poco creíble por dos motivos
1. Una casualidad cósmica.
2. Venir por uno de los protagonistas del mismo.
Dadle al dedo y votad. Subscribiros malditos. Pensad en ello como nuestro regalo de navidad y hacednos felices. Si no, hacedlo por el pobre Timy. O por la ballesta que apunta a su única pierna buena. Sois geniales. (Sabemos que si fuera por vosotros el pobre Timy parecería un perchero de los flechazos que no vais a evitar, pero esa es la ilusión)
Novedades. Tercera semana en lo que vamos a llamar ya «periodicidad cafetil«. Instaros a seguir leyendo después de la tira y a visitar DosMuertesPorMinuto: nuestros increíble y maravilloso (así como con estrellas por encima) canal de gameplays en los que nos replanteamos la levedad del ser y cosas importantes. Todo ello siendo vapuleados una y otra vez por mecánicas de juegos que no dominamos. ¡Toma ya! Grandioso e irrepetible. Y si encontráis algo que se parezca siempre podré demostrar que nosotros fuimos los primeros en tener un pato como comentarista.
De regalo, he aquí la recopilación definitiva de frases dichas a usuarios desde asistencia en las que se les indica suavemente que “No es mi problema”
– ¿Ha reiniciado? ¿No? reinicie. Su problema debería solucionarse con el reinicio
– ¿Ha reiniciado? ¿Si?. He reiniciado su cuenta. Vuelva a reiniciar. Su problema debería solucionarse con el reinicio.
– Su cuenta estaba bloqueada. Espere un par de minutos y pruebe de nuevo.
– Su sesión estaba bloqueada. Espere cinco minutos y pruebe de nuevo.
– Hemos cambiado su clave. Por favor, espere un par de minutos a que se propague por los servidores.
– Los servidores están caídos. Espere un momento y vuelva a intentarlo.
– Lamentamos informarle que se trata de un problema generalizado. Estamos trabajando en ello para poder solucionarlo en el menor tiempo posible.
– Lamentamos informarle que se trata de un problema generalizado.¿Sus compañeros si pueden acceder? Eso es debido a que se han caido solo algunos servidores y no todos ustedes salen por el mismo cluster. Estamos trabajando en ello para poder solucionarlo en el menor tiempo posible.
– Se ha lanzado un update en las máquinas este fin de semana. Es por ello que quizás su máquina necesite reiniciar.
– Vamos a reiniciar su máquina virtual. Por favor, una vez reiniciada espere cinco minutos antes de acceder
– El retraso que observa es absolutamente normal. Se estan realizando actualizaciones por debajo de su sistema con los últimos parches de seguridad.
– Por favor, envíe un correo con su petición porque necesitamos que dicha gestión se realice por escrito.
– Veo que la incidencia la tiene su grupo de soporte local. En breve contactaran con usted.
Aquí va la proporción de “tecnobable” (jerga técnica escogida al azar). Si estás a este nivel es que no saben muy bien lo que pasa.
– Las tablas de DHCP de su router están llenas. Apague el router. Apague su equipo. Espere dos minutos y encienda primero el router y después el ordenador. Debería estar solucionado.
Y si nada de esto sirve, he aquí la artillería pesada.
– Perdone. No puedo oírle. Llame de nuevo o si no mande un correo a nuestro grupo de asistencia.
Es muy probable que algún día escuchéis algo remotamente parecido por un servicio técnico. Sabed que ese día tendréis al otro lado del teléfono alguien con tan poca idea de lo que pasa como vosotros.
De nada
Tengo un pato. Este podría ser un post largo explicando en qué consiste el tener un pato como animal de compañía. Por desgracia, basada en mi experiencia pasan dos cosas. La primera: apenas os leéis los textos. La otra: la originalidad del ser humano es cuantificable y repetitiva. Por eso aquí reúno las preguntas más comunes que me suelen hacer. Y antes de que nadie me lo diga avisaros que lo de «Pato a la naranja» debería empezar a darme dinero cada vez que lo oigo.
¿Un pato?
Efectivamente. Un Kakhi Campbell. Es inglés, pero traído de Asturias. Con la cantidad de kilómetros que ha hecho en coche está a «esto» de ser un ave migratoria. Se llama Dionisio y pone huevos.
¿Entonces es una pata?
Sí lo es. Y se llama Dionisio. Que no os enteráis.
¡Pero Dionisio es nombre de pato!.
No, no lo es. Es de persona. Pero yo le digo «Dionisio ven» y si él sospecha que es para darle de comer, viene. Si sospecha que voy a dejarlo fuera porque estoy harto de esperar, también. Las veces que se ha quedado fuera de la habitación no ha tenido problemas para manifestar su descontento. Y claramente mira y reconoce su nombre cuando se lo digo.
Yo también tuve un pato cuando era pequeño.
Felicidades campeón
¿Es cariñoso un pato?
Sí. Y condenadamente listo.
¿Pero no mancha mucho? Ya sabes. «Manchar».
Lo que quieres decir es que si caga mucho… Multiplica por dos lo que imaginas como mucho y vuelve a duplicarlo. Acabas de hacer matemáticas con caca. Afortunadamente Dionisio es limpísimo. Jamás le verás cerca de una caca suya. Son famosas las situaciones «Caca» y Dionisio mirando desde el otro lado de la habitación en plan «Eso ha sido el pato del espejo, porque yo estoy aquí lejos». Es experto en conseguir estar lejos de sus «accidentes«. La respuesta sencilla sería «Caga como si fuera un tubo por el que metes cosas». Al final si le planificas las horas de comer lo concentras en dos horas del pánico y todos tan felices.
¿Se baña?
Dionisio no pide agua, la exige. Mi imaginario contrato de tenencia de pato incluye llenarle la bañera. Meterle en ella. Echarle lechuga por encima y dejarle que disfrute solo. A veces te llama para que vengas y le acaricies el lomo mientras le dices que es un pato bonito. Todo esto cada dos días.
¿Qué come un pato?
Principalmente se alimenta de las horas de sueño de la gente que le rodea. Aparte de eso tiene un pienso especial que tiene todo lo que necesita, incluido el largo viaje hasta un veterinario especializado que es lo que más le satisface. Podríamos decir sin equivocarnos, que se alimenta de joder al personal. ¡Ah! Y naranjas. Le vuelven loco.
¿Naranjas?
Sí. También una arena blanca con conchas molidas. Ha aprendido a pedirla rascando con el pico el suelo donde se la pongo. Le gusta tanto que lo llamamos «La droga del pato». Una vez se le acabó y al segundo día me tuvo buscando por Madrid, como loco, una bolsa. Me amenazó a la forma pato. Ahí quedan las paredes picadas y el levantarme a las 6 de la mañana del domingo antes.
Bueno. Dos semanas y segunda publicación en el blog. Se está viendo luz al final del tubo.
IRA 100%
Llegas a casa. Arrojas la bolsa contra la cama mientras te dejas caer en la silla del ordenador. El estrépito que sale de la misma por el chocar de cubiertos y tuppers, despierta a lo lejos la voz de tu compañero de piso.
– Eh, tío
– ¡Eh! – respondes en un deje. Respuesta fática. La mitad de la vida nos la pasamos comprobando que existe un canal de comunicación más que aportando conversación. Smileys estúpidos de gatos. Cacas sonrientes del WhatsApp. “Me gustas” en Facebook, bajo a niños desnutridos del tercer mundo o fetos en un cubo de basura. Todo bajo la mirada obsesiva de la hora de la última conexión o del doble check azul de otra persona.
Eres la gente que odias. Eres parte de una sociedad que rechazas. Eres un mendigo más a fin de mes, con un trabajo en el que se te infravalora. Eres tú pensando todo eso, sentado en la silla de tu habitación imaginando tu furia como textos de Chuck Palahniuk o Nick Hornby, que enseguida olvidas.
Tomas un café y ya todo parece mucho mejor porque vuelves a dibujar.
IRA 50%
Llegas a casa. Dejas tus cosas sobre la cama mientras te dejas caer en la silla y enciendes el ordenador. El ruido de los cubiertos te recuerda que vas a tener que lavarlos. No estás solo, porque tu compañero de piso hoy no ha ido a trabajar.
-Eh, tío.
-¡Eh! – respondes.
Te replanteas muchas de las conversaciones del día de hoy. Como cada día a estas horas, te imaginas tomando a partir de mañana decisiones profesionales diferentes. En tu mente, Morgan Freeman es la voz en off que hace salvable la rutina de tu trabajo mientras lo realizas.
Tomas un café y ya todo parece mucho mejor porque vuelves a dibujar.
IRA 0% y de cañas con la gente
Llegas a casa. Con una voltereta mortal dejas las cosas sobre la cama. En el mismo movimiento enciendes el ordenador, caes sobre la silla, te quitas las zapatillas, te pones ropa cómoda, cuelgas la colada, imaginas un sistema para sacar agua en el desierto y demuestras que Hello Kitty realmente es un gato.
– Eh tío – gritas a tu compañero de piso. Porque vives con más gente y piensas que si se pierde la educación, pues a tomar por culo. Además, es feo que se note que te has ido de tintos de verano en la comida; y tú disimulas de puta madre, pese a que sea un don que no te reconoce nadie. Te pones a pensar que cómo se sabe quién disimula perfectamente. Que si alguien es tan bueno disimulando el mero reconocimiento de que se disimula es no disimular en sí; y por tanto, solo puede afirmar haber sido el mejor disimulador hasta el momento de la entrega del premio. Así que la entrega del premio al mejor disimulador es básicamente una jubilación anticipada de dichos profesionales del puesto número uno. Esas cosas.
-¡Eh! responde tu compañero de piso mientras hace aspavientos porque estás como ido.
Piensas que cuando decidas escribir un libro lo harás de puta madre. Que no empiezas porque no tienes tiempo. Que siempre se puede empezar desde cero y que vas a empezar a tomar decisiones complicadas. Que valorarás si te hacen sentir realizado o no. Que le jodan a las facturas. Sobrevivir está sobrevalorado.
Tomas un café y ya todo parece mucho mejor porque vuelves a dibujar
La vida es un extraño conjunto de cajas. La gente siente la necesidad de meterte en una de ellas. El orden es la forma que hace que su comprensión del mundo tenga sentido. Cuando no estás dentro de una de esas cajas, desafías su forma de entender el mundo. Con ello empiezan los problemas. La diferencia te hace raro y lo raro no es de fiar para muchos. *0
Pongamos un ejemplo. Suponed que el otro día llegaba a mi casa después de salir a correr. Suponed que me encontré con unos conocidos de la infancia (Mi niñez ya queda lejos Cero chistes. Tocadle los huevos a otro). Suponed que todos ellos tenían un vástago con ellos. Suponed que la reunión era de matrimonios porque siguen en contacto y ese día tocaba cañas juntos. No yo. Que soy un asocial de las pelotas.
– Hola Entrari. ¿Qué es de tu vida?
– Aquí ando. *1
– Aquí estamos yo y los niños. Y tú, ¿ya tienes?
– ¿El qué?
– Niños.
– No. Que yo sepa.
– ¿Y pareja?
– No. Que yo sepa.
– Joder. eres un raro. ¡Qué bien vives cabrón!
– No. Que yo sepa.
A ese tipo de cajas me refiero. Para muchos la vida es A o B. En informática a estos caminos excluyentes los llamamos diagramas de flujo *2. Si no es algo, entonces es lo otro. Nos pierde la maldita obsesión por la simetría. Llevamos vidas binarias. Trinarias. N-arias. Acostumbrados a que una porción de la información nos dé una visión de conjunto. Es poco esperado exponer conceptos complejos de las relaciones humanas para ponerse a hablar de temas banales. Como hacerlo de mascotas. Y es justo lo que voy a hacer. Hablar de mascotas.
Muchos matrimonios son extraños. Si no empiezan a tener hijos se compran un perro. Ocurre constantemente. Ponerse en situación antes de responsabilizarse de una vida, dicen. Como un ensayo general antes de la vez definitiva. No sé qué uso tendrá para la futura criatura sacar a pasear al animal, enseñarle a no subirse a los sofás y traer un palo *3. Porque el perro siempre sobrevive. Crece. Se come las paredes. Los mueble. Y después un día te sueltan que están embarazados. Que llega el niño. Aún sigo preguntándome cuál el papel del perro en todo esto. En el milagro de la procreación. Y mejor así, no quiero imaginármelo.
Mi hermano está esperando un hijo con su mujer. La palabra esperar siempre me ha hecho gracia. No es que el niño esté cogiendo un autobús para llegar y tal. Hace dos años apareció en casa con un perro: «Tizón«. Tizón es medio Dálmata y medio Labrador. Los perros tienen marcas como las zapatillas o la ropa. Parece que ciertos caracteres se heredan dependiendo del fabricante. Yo cuando alguien me dice que su perro tiene pedigrí pongo la misma cara que me sale si me dijesen que tienen un lagarto Lacoste. Asentir como si supiese de qué me hablan. Y es que al parecer los Dálmatas están locos, y los Labradores deben de ser los perros más buenos del mundo. Esto explica que el perro parezca bipolar. Si Lassie hubiese sido como Tizón, dependería de la parte del cerebro que estuviese al mando. Como jugarse al un 50% que avisara a la gente de la granja o que creyese que ahogarse en el rio forma parte de un divertido juego en el que participar.
– Jota. En casa siempre hemos sido de gatos.
– Ya, pero es que como no tenemos niño nos compramos un perro.
– Te entiendo. Yo el otro día me quedé sin sal y leí un libro.
– ¿Y eso que tiene que ver?
– No sé. También quería jugar a unir causas con efectos no relacionados.
Mucha gente manifiesta «Ser más de perros» o «Ser más de gatos«. Yo soy más de gatos. Recuperando en tema inicial de las cajas, la gente tiende a clasificarte por una declaración así. Dices de gatos es escuchar que los gatos solo te quieren por el interés. Que van y vienen cuando les viene en gana. Les explicas que no es del todo cierto. Que hay matices. Yo os doy la razón respecto a que los gatos son unos grandes hijos de puta. Arañan. Miran con aire de superioridad. No dejan de recordarte que la casa es suya y que estás de paso. Y suelen ignorar bastante a la gente cuando les miras y haces «Misimisimisi«. Pero saben poner cara de «Yo no he sido, dame de comer«. Por ello matizo. Son unos hijos de puta adorables. Y por eso me encantan.
El ser humano domesticó a los animales en un largo proceso de selección a fin de encontrar alguno que quisiese vivir con nosotros. El precursor del perro actual fue el lobo. Se seleccionaba a los lobos más retrasados mansos para criarlos y obtener una descendencia privada de parte de su carácter salvaje 4* para que nos acompañasen a la caza cuando éramos nómadas. Los gatos en cambio se los escogía únicamente porque se comían a los roedores. Los ratones eran un gran problema. Se comían el grano que guardábamos cuando pasamos a ser sedentarios. De ahí obtenemos que los gatos nos han llegado casi sin adulterar en estos últimos 50.000 años y que los perros son lobos tontos. Que llevan mucho más tiempo con nosotros, lo cual me hace pensar que algo se les ha pegado.
Pero la gente que tiene mascotas no se limita a A o B. En Inglaterra se puso de moda el criar conejos como animal de compañía. Cuando alguien te dice que tiene un conejo es clásico hacer la gracia de «Con arroz estaría cojonudo«. Da igual que odies la paella. Tú lo dices. Hay gente que se envalentona y pasa a hacer otros comentarios humorísticos demostrando que saben lo que es un homónimo cuando quieren. Que en castellano cualquier cosa puede significar coño con poca imaginación. No puedes arreglarlo usando el nombre del conejo en latín «Oryctolagus Cuniculus» porque a estas alturas de frase todos habéis creído leer Cunnilingus y estáis volviendo a leerlo bien. Pese a que en nuestro país aún nos choca tener un lepórido en casa, empieza a ser cada vez más común. Y son animales adorables. Peludos y con tendencia a morir de asfixia autoerótica. Y si tienes gato, la juerga está asegurada.
Hay gente que tiene peces. Roedores. Incluso serpientes. Cuando preguntas a alguien si es de A y dice que «Si» no puedes descartar B. Hay más opciones y no tienen que ser excluyentes. Desgraciadamente la gente parece que haga oposiciones para ser simple de pelotas. Provocamos que todo sea monocromo. Y al final uno se cansa. Cierra los ojos y lo ve todo negro. Un solo color. Un sólo dolor de cabeza.
El conjunto es mucho más grande que lo que creemos. Tener opciones. Discutir opciones. Descubrir opciones. Elegir A y descubrir que no es lo mismo que A en cursiva o negrita. Darte cuenta que la caja A no existe. Que es un atajo. Un convenio. Tener interés genera ser interesante como accidente.
No hay cosa más triste que pensar que alguien cabe en una caja. Para eso ya habrá tiempo cuando muramos. *5
*0 Por ejemplo. Yo odio a Los Planetas y a Héroes del Silencio. Que qué tiene que ver eso con este texto. Nada. Pero estaba deseando soltarlo en algún momento con el alivio que ello representa.
*1 Aquí ando. Mi respuesta estándar. Si la vida fuese perfecta tendría subtítulos y debajo de mi «Aquí ando» se leería «Me apetece hablar de mi vida una mierda»
*2 Diagramas de Flujo. La historia del nombre no es la que pensáis. Se dice que cuando los diagramas fueron creados sobre el papel, los informáticos miraron alrededor y se dieron cuenta de dos cosas. Que eso era un campo de nabos y que la situación que observaban tenía visos de prolongarse en el futuro por mucho tiempo. Muchas palabras tenían significados extraños. Flujo era una de ellas. Por unanimidad se escogió ese nombre. Que menos que echarse unas risas a costa de su perpetua virginidad y sentirse integrados cuando alguien la usase en sociedad. Aunque ellos entendiesen otra cosa.
*3 . Si tenemos en cuenta que esto pueda estar pasando en los últimos veinte años explicaría mucho de la juventud actual. Si lees esto y tus padres te dicen que ya tenían perro cuando naciste, empieza a hacerte preguntas sobre tu educación y sobre un reprimido instinto a traer cosas cuando las lanza alguien al grito de «A por el palo Bobby»
*4. Quiero pensar que nosotros estamos haciendo la misma selección con nuestra clase política. Pero claro. Hasta llegar a un político manso y obediente vamos sufriendo los pasos intermedios. Así nos va.
*5 Una rara variación de todo este conjunto de cajas y mascotas es el gato de Schrödinger. Veréis. Erwin Schrödinger es quizás el anti ejemplo de físico. Tenía vida sexual. Cualquier físico teórico sabe que esto es muy raro. ¿Por qué? La profesión de físico teórico poco dista de meterse a monje, sólo que el celibato no es opción voluntaria, viene de serie.
Cuenta la historia que Schrödinger visitaba a una de sus amigas de investigación especializada en la rama de física cuántica. Dicha mujer era del perfil «Tía de 30 años soltera que se compra gato». En mitad del acto, el animal no dejaba de incordiar. Erwin lo metió en una caja cerrada sin agujeros y el gato manifestó su descontento entre maullidos y bufidos. Cuatro horas después de tórrida pasión le extrañó que el felino estuviese en silencio, sin desprender ningún ruido. Erwin Schrödinger evitó airoso la situación tratando de explicar a la furiosa mujer que el gato podía estar tan muerto como podía estar vivo. El estado de desconcierto le permitió huir de la casa y no volver a ver a la chica por su seguridad. Por supuesto le contó la historia a Einstein el cual no supo estar callado y este a su vez altero un poco la versión. Nosotros la conocemos hoy tal y como nos ha llegado: «El gato de Schrödinger y la física cuántica»
Soy un tío impuntual. Por decisión propia. Creo que la puntualidad es una moda efímera. Una que tiene las horas contadas. Incluso los minutos. Es la única moda que lleva midiendo su duración desde que existe. La historia escrita del ser humano se remonta a unos 50.000 años. Si los relojes existen desde el siglo XIV, ¿a qué viene la prisa de los últimos seiscientos años? 1*
El tiempo no es de fiar. Cuántas veces los mismos diez minutos se han pasado volando o han durado una eternidad. A cuántos viernes de duración equivale un lunes. Qué es eso de que los años pasan volando. El tiempo es tan perjudicial que incluso su tándem con el espacio se ve afectado.
– Papa. ¿Falta mucho?
– Llegamos en cinco minutos.
– ¿Está muy lejos?
– Que va. Está aquí al lado.
Reconocedlo. En este dialogo habéis visto reflejadas las dos mentiras más grandes de vuestra infancia.
Llegar a tiempo requiere de una sincronización de casi carácter olímpico. Hay gente que elabora mentalmente un mapa de las horas a las cuales van a ir llegado todos. Ellos en su cabeza no ven nombres. Ven a la gente como relojes fuera de hora: «Ese de ahí es cinco minutos tarde. Ese, media hora tarde. El de allí es «Ya estoy llegando«. Esta es la gente que toma las decisiones como organizadores cuando ya se ha decidido el dónde. Ellos quieren decidir el cuándo. Para ello experimentan. Te dicen que llegues a las siete y diez. A otro le dicen que a menos cuarto. A un tercero a en punto. Parece algo muy inteligente si pensamos en condiciones ideales. Que la gente de un mismo grupo no tiene la costumbre de olvidar a qué hora se había quedado. Por ello preguntan. Se desvela el pastel. Peor. Se pondrán a pensar que los demás van a llegar tarde y que mejor se pasarán luego. Al final todo el mundo aparecere a la hora que ellos crean que van a estar los demás más la suma de correspondientes retardos. Con grupos suficientemente grandes se ha dado el caso de quedar un viernes a las tres, y reportarse que aún seguía llegando gente el domingo.
Hora llegada = max (HoraIndividual)+Retraso 2*
Mis amigos cambiaban las horas a las que quedábamos para coordinar las llegadas. Yo ajustaba mi hora de llegada en función de cómo imaginaba que había sido calculada para mí. La impuntualidad cumple una labor social en los grupos de amigos. La espera escalona las críticas de los que aún van a venir. Sus trapos sucios. Las cosas de las que te has enterado que los demás aún no saben y puedes contar porque fulanito llega tarde. Ello llena la noche de miradas y coñas privadas fruto de las conversaciones sucedidas por el orden la llegada. Esas veces que miramos a los demás extrañados porque sonríen con frases inacabadas y no puedes participar. No sabes si eres o no el protagonista. Sed listos y no lleguéis el último. Si lo hacéis solo observas. No participas. Ese es el castigo.
Dicen que la cortesía permisible suele ser un máximo de media hora. Con mucha gente podéis forzar el reloj mucho más allá de esos treinta minutos. Es un divertido juego en el que hay poco que perder. Si sois la parte afectada la experiencia dice que la mejor forma de evitarlo es quedar en un lugar dónde uno pueda estar esperar sentado. Preferiblemente tomando algo. Si queréis que la gente llegue antes sólo sugerid con anterioridad que el último paga. Esa premisa ha hecho más por la hora de llegada en el mundo que mil estrategias absurdas y millones de relojes. El consejo es gratis. De nada.
1* Supongamos los últimos trescientos. Los primeros relojes era aparatos enormes. El equivalente de pulsera de entonces sería como que te atases a una viga de tu casa y dijeses «Mira mama, soy un caracol. Llevo mi casa conmigo». Un progenitor con un amor normal a su vástago respondería educadamente «No. Tú lo que eres es gilipollas».
2*Poner una formula ayuda a que la gente te crea el 93% de la veces 3*
3*Un porcentaje también, sin pensar si es cierto o no
Yo os presento nuestra palabra de hoy: «Misantropía«. Que el juez cuando vea esto sepa que este blog cumple una labor social.
Misantropía , del griego μίσος, «odio», y άνθρωπος, «hombre, ser humano» una actitud social y psicológica caracterizada por una aversión general hacia la especie humana. (Gracias wikipedia). Y cuando la wikipedia dice aversión general, nos da una amable realidad.
Todos tenéis un misántropo en casa. Puede ser esa impresora que canta la canción de su clan cuando le das a imprimir. Puede ser ese TDT que escoge “Low Signal” basado en el interés que demuestras viendo la televisión. Puede ser la batería de vuestro móvil 1* La señal de WIFI no cuenta. El WIFI siempre lo coge de puta madre todo el mundo menos quién lo paga. No me hagáis realizar dolorosos paralelismos.
Yo voy a hablar de lo que pasa cuando el misántropo es otro ser humano. Para un misántropo, el resto de la humanidad es un conjunto de obstáculos inevitables. Trabas que existen justo en medio del trayecto que los separa de algo que necesitan. La interacción se torna en algo tan tedioso como rellenar un molesto formulario para la administración
¿Necesitas pan? Se lo tienes que comprar a un señor en la tienda. ¿No encuentras “Dialéctica erística o el arte de tener razón de Schopenhauer” en la Fnac? Te toca preguntarle a alguien y cruzar los dedos de qué no desee conversación. ¿Estás en un ascensor y vas al tercero? Qué casualidad. Tu vecino va al cuarto y te va a contar que su hijo está de Erasmus. Un auténtico misántropo si puede procura vivir siempre en un bajo o en un primer piso.
Ser misántropo es duro. Es difícil de entender por el resto de la población. Muchas veces la gente interpreta que el deseo de no interacción es una invitación a la misma.
– ¿Estás bien?.
– Aha. Sí, pero quiero estar solo.
– ¿Pero estás bien no?
– Si. No me pasa nada.
– ¿Puedo hacer algo? ¿Es por algo que he hecho?
– No. No es eso. Déjalo.
– Tengo una idea. Tú y yo nos vamos de juerga esta tarde. Es más. Voy a llamar a unos amigos. Lo que necesitas es estar con más gente.
– (…)
¿Os suena esta conversación? Las salas de urgencias de los hospitales están llenas de compañeros de piso que se caen solos por las escaleras.
No entiendo por qué la gente se preocupa tanto en interactuar y llevar a su terreno a un misántropo. La vida está llena de nobles ejemplos en los que la gente trata de demostrar a los demás, en contra de su naturaleza, que las cosas son mejores para ellos. Yo mismo, con cinco años, saqué a mi pez a pasear. No duró mucho. Es por el reto. El reto tiene la culpa. Cómo tener una amiga lesbiana muy apetecible. A veces el reto es todo. Tan todo que nos confunde. Vemos sólo el reto y no lo que hay debajo. No lo hacemos por ellos. Lo hacemos por nosotros.
Suponed que os señalan a una maraña de cables. Hay un alicate junto a ellos. Cortar cosas es divertido. Interesante. Suponed que cuando os acercáis os dais cuenta de que hay un temporizador. Un característico sonido de «Tic Tac». Incluso el manido cartel de DANGER con un señor electrocutado. Diríais que es una bomba. Sé que a muchos os gustaría probar a cortar sólo por ver arder el mundo 2*. A veces las conclusiones obtenidas de lo que percibimos son equivocadas. Por ello pocos son los que deciden simplemente sentarse a observar. La tercera opción.
Ignorad a esa gente que dice que lo odia todo. La mera declaración de odio ya es una llamada de atención. La misantropía no se libra de convertirse en una tendencia. En una pose. Como ser asperger. Ahora lo más es tener un amigo misántropo asperger gay negro. Fingir personalidad a cambio de parecer no tenerla.
Un misántropo de verdad es un ninja de las relaciones sociales. Simplemente están pero tú no lo sabes. Y no dejan de hacerlo.
1* Todos sabemos que la duración de las baterías de los móviles funciona así. Tienes cuatro líneas de batería. Las tres primeras se van en las en la primera hora. La vida de la última línea suele ser de unas cuatro o cinco horas. Su duración varía en función de las veces que apagues el móvil. Cierres o abras tráfico de datos. Enciendas para ver si ha llegado un mensaje. Estés esperando que te conteste alguien de vital importancia. Da igual el esfuerzo. Siempre acaba cuando llega una llamada vital o un mensaje que necesitas contestar. Si además las posibilidades de recarga son nulas, menos tiempo disponible
2*La historia de los carteles de aviso está plagada de grandes fracasos. Encabezan la lista el cartel de «NO TOCAR» junto con el de «NO PISAR EL CESPED». «PROHIBIDO HACER FOTOS» es un cartel de aviso joven, pero ya está demostrando lo que vale con la llegada de los móviles.